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El Telégrafo

Ansaldo: ‘El fútbol no me deja mentir’ (Galería)

Ansaldo: ‘El fútbol no me deja mentir’ (Galería)
26 de octubre de 2014 - 00:00 - Karla Pesantes

El arquero histórico de la Tricolor y del Barcelona, de Guayaquil, hace un recuento de su vida. Quienes aman el deporte redondo encontrarán verdaderas lecciones de vida en sus palabras. Camina lento. Susmanos que atajaban pelotas sin guantes hoy lucen arrugadas. Algunos de sus dedos tienen signos de artritis. No es el mismo hombre delgado de antes con cabello negro y estampa de actor de cine italiano. Lleva 4 operaciones del corazón y una cirugía menor en el pulmón. Quizás ya no salga a las 5,50 para atajar un balón, pero todavía sigue hablando de fútbol.

Dicen que el arquero es un desafortunado del mundo, porque se encarga de evitar la alegría más grande: el gol. El legendario Pablo Ansaldo así lo cree, pero no le importa, “un buen arquero no usa guantes”, expresa. Él nunca los usó. Al menos no en un partido oficial de la selección ecuatoriana, “solo una vez en un entrenamiento en Bolivia me puse unos porque hacía frío”, recuerda mientras ríe abiertamente y muestra algunos dientes menos. Su físico ya no le importa. Tiene decenas de líneas de expresión en el rostro, pero son arrugas de alegría porque cada una se acomoda de forma casi perfecta cerca de la comisura de los labios simulando una sonrisa.

Ansaldo es uno de los mejores, o quizás el mejor portero o guardameta que ha tenido el fútbol ecuatoriano. Hoy vive en su casa en el norte de Guayaquil, rodeado de sus 11 nietos, 3 hijos y Suad, su compañera de vida desde hace 42 años. Él dice que son más de 50, “¿Hace cuánto tiempo fue que me conquistaste?”, le pregunta. Ella solo sonríe sin dejarse ver, “no estoy para foto hoy”, dice Suad. El hombre que jugó con 2 costillas rotas durante 70 minutos, en el partido de la ‘Tri’ frente a Chile en 1965, vive enamorado de su esposa y de su familia. Pero sobre todo vive suspendido en el tiempo, en un recuerdo de un fútbol de ayer cuando “no se jugaba con mala intención ni por el dinero”.

De toques y atajadas

Ansaldo recuerda su alineación del 65 como si fuese ayer. Jugaba con algunos baluartes de antaño como Jorge el ‘Pibe’ Bolaños, Enrique el ‘Maestrito’ Raymondi, Clímaco Cañarte, Vicente Lecaro, Javier Macías y el propio Alberto Spencer. Sabe los nombres a la perfección. Aquel partido fue memorable, no solo porque nace el misticismo que rodea a Ansaldo sino también porque fue ‘la casi clasificación de Ecuador al Mundial de Inglaterra de 1966’.

Ese día Ansaldo, quien hoy ya pasa los 79 años, se lanzó al piso a despejar un balón del atacante, pero la pierna del jugador chileno se enredó en el cuerpo del guayaquileño y producto de esto le perforó parte del pulmón. “Para mi concepto no hubo mala intención”, rememora el guardameta ecuatoriano campeón con Barcelona en 3 ocasiones (60-63 y 66). También hizo de técnico en el equipo de sus amores, y dirigió a los ‘toreros’ en 1985. ¿Cómo jugó Ansaldo con las costillas rotas y una lesión pulmonar? “En ese momento no me dolía nada, y es que he hecho horrores por el fútbol, porque cuando uno ama lo que hace no le duele nada”, dice, nuevamente entre risas amplias. A ratos su mirada y su mente se dispersan por el corredor de su casa. Es como si estuviera recordando cada atajada, cada orden en el área de juego.

No cree que la suerte juega al fútbol, pero sí la honestidad y otras virtudes propias de la vida misma. “En el fútbol al igual que en la vida hay que ser honesto y buena persona. Debo decir que el fútbol no me deja mentir”. Para el exportero, hoy se juega con más fuerza y mala intención. No teme decirlo y, al contrario, agrega: “El reglamento dice que se debe sancionar una falta si se intenta dar o poner el pie. Pues ahora todos alzan el brazo para dar un codazo”.

Quizás para los más futboleros los campeonatos actuales se juegan con mayor ímpetu e, incluso, son más atractivos por todo el marketing, transmisiones en vivo y el espectáculo de los jugadores. Lo cierto es que en Ansaldo se aplica el aforismo “todo tiempo pasado fue mejor”. El exportero, nacido el 2 de marzo de 1935, vive soñando con las tajadas, las gambetas y los goles del pasado y asegura que hoy no ve fútbol por TV nacional ni internacional. “Ya no veo nada porque ¿para qué? Me da coraje cómo juegan y cómo los arqueros no pueden salir a las 5,50 a rechazar una pelota. Todos se quedan debajo del arco y por eso son los goles”, sentencia con la experiencia que le da ser el primer gran arquero de talla internacional del país. Vistió, además, la camiseta de la ‘Tri’ nada menos que en 23 ocasiones.

No hace goles, pero los dirige

Antes los arqueros tenían pantaloncillos cortos y ponían el cuerpo directamente a las balas, o más bien a las pelotas de los 5 atacantes en el área. Sin duda el fútbol de antaño era diferente, no había la indumentaria sofisticada, pero en esencia sigue siendo el mismo. Así lo cree Ansaldo, “hay una serie de funciones que uno aprende: cobertura, cierre, anticipo, escalonamiento, cuadro mágico, triangulación... todo eso a uno le enseñan, pero hay cualidad innatas que las perfecciona”. La charla se interrumpe. Ansaldo va a su cuarto a recoger una maleta negra de recuerdos. En su interior cientos de fotos, recortes de periódicos y revistas. Algunas publicaciones ya han perdido su color. ¿Por qué no las tiene en un álbum o en un marco de fotos? “Nunca he tenido tiempo de hacerlo, quizás algún día”, dice con voz entrecortada.

El arquero que casi clasifica al Mundial atesora sus anécdotas. Se abstiene de decir quién es el mejor portero ecuatoriano actualmente, y reconoce que a la selección le faltó ‘amistad’ para avanzar a la siguiente ronda en el Mundial de Brasil 2014. ¿Había rencillas en el actual equipo? Se lleva las manos a la cara y al cabello, o bueno a lo poco que queda. No contesta enseguida, es como si temiera lastimar el sagrado recuerdo de ser parte de la Tricolor de fútbol.

Insiste en hablar del pasado y dice: “Antes no había rencillas sino solo honestidad. A ningunos de los chicos le importaba cuánto recibía o cuántos premios había. El solo hecho de vestir la camiseta ya era una alegría”. Pero ¿qué ocurre con el fútbol de ahora? Según Ansaldo la mente humana ha dañado al deporte más hermoso del mundo.

Y a la ¿selección que le pasó? “No fueron solo las peleas, el nivel de juego ya no les dio para más. Estaban jugando a base de individualidad y ese se aprende en la calle, pero en el momento de entrar a un equipo se debe obedecer, el fútbol es de conjunto”.

El exguardamenta que se paraba firme, nunca se quedaba callado y siempre ordenaba a sus 4 defensas es hoy un abuelo consentido por sus nietos y familia y un jugador atemporal que camina por los supermercados y calles de Guayaquil, reconocido por decenas de fanáticos del balón. Algunos hasta lo han hecho llorar como un señor que un día se le acercó y le besó las manos. “Me abrazaron y me reconocieron después de tantos años”, dice Ansaldo conteniendo una vez más sus lágrimas.

La vida en palabras

Barcelona: Mi juventud

Sixto Vizuete: Tendría que verlo...

Reinaldo Rueda: Un entrenador que pasó por la ‘Tri’ pero no corrigió defectos.

Antonio Valencia: Un buen jugador

Enner Valencia: Buenas aptitudes

Manuel Lecaro: Excelente jugador, inteligente.

En el Arco:

Pablo Mario Giovanni Ansaldo Villacís, de ascendencia italiana, fue durante más de 10 años el dueño del arco de Barcelona. El golero de Barcelona nunca usó guantes para tapar, apenas unas bandas con esparadrapos cubrieron sus muñecas. Quienes lo conocen, lo describen como un arquero seguro, valiente y dueño del arco.

Además, marcó toda una era entre los años 1950 y 1960. En una ocasión, Ansaldo dijo: “Yo era flaco, pero agresivo”. Este exportero del cuadro canario jugó desde 1955 hasta 1966. Además, fue campeón en 3 ocasiones en los años 60, 63 y 66 y también estuvo bajo la dirección técnica de Barcelona en 1985.

Con el carisma que siempre lo caracterizó, recuerda una anécdota: “Estaba en un Centro Comercial y un padre de familia se me acercó y llamó a sus hijos diciéndoles niños, conozcan a Pablo Ansaldo, el mejor arquero del mundo”.

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