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El Telégrafo
Werner Vásquez Von Schoettler

El crimen de la trata de personas

04 de septiembre de 2017 - 00:00

Considerada la esclavitud del siglo XXI, la trata de personas es una brutal realidad mundial que pasa, por desgracia, desapercibida para los ciudadanos en general. Es tan poca la relevancia social que son escasos los debates, discusiones, análisis y reflexión mediática. Si algo se llega a conocer es cuando algún caso hace noticia dependiendo el nivel de violencia con que se lo presente. Primero se tiene que comprender que es un problema global. Ningún país escapa a este crimen organizado. Segundo, se debe comprender que la trata de personas es, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC): “el traslado de seres humanos de un lugar a otro dentro de las fronteras de un mismo país o hacia el exterior con fines de explotación, en su mayoría sexual o laboral”, pero, también, se han detectado miles de casos para extracción de órganos. Tercero, según el mismo organismo, se calcula que son más de tres millones las víctimas, sin embargo, la estimación más real es que por cada caso de trata de personas identificada existen 20 casos sin identificar, entonces hablamos de más de 60 millones de personas. Cuarto, se calcula que más de la mitad de las víctimas son menores de 18 años. El 20 por ciento del total podrían ser niños y niñas. Quinto, se estima que las “ganancias” superan los 32 mil millones de dólares anuales. De hecho es uno de los crímenes más rentables. Es tan execrable este crimen que se lo considera de lesa humanidad, sin embargo, poco se logra hacer. Y una de las razones es la insensatez al criminalizar la inmigración irregular. Considerar a los migrantes bajo la condición de “ilegal” contribuye directamente a vulnerar más a las potenciales víctimas. Por eso la política de Movilidad Humana del Ecuador es un ejemplo concreto para exigir una ciudadanía universal y la portabilidad de derechos, es decir, que no importa la condición legal de un migrante, este bajo ninguna circunstancia pierde sus derechos humanos. Lamentablemente, la indiferencia mundial es tal que las víctimas son invisibilizadas, fortaleciendo las redes de crimen organizado mundial. Guerras civiles, deportaciones masivas y cambios en las políticas migratorias para perseguir a los migrantes fomentan la trata de personas. Se requieren campañas nacionales e internacionales para concienciar a los ciudadanos de cómo prevenir este crimen de lesa humanidad. Los medios de comunicación públicos tienen el deber ético de contribuir a visibilizar esta problemática. A este flagelo no escapa Ecuador ni América Latina. Y como todo comercio, existe un mercado y una demanda concentrados en los países ricos de Oriente Medio, Europa Occidental y América del Norte. Esto quiere decir que las víctimas provienen del Sur Global. La mayoría absoluta de las víctimas de trata de personas con fines de explotación sexual son mujeres. En el caso de trata con fines de trabajo forzoso casi dos tercios son hombres. En el mundo se estima que  hay más de dos mil millones de personas en situación de convertirse en víctimas de las redes transnacionales, principalmente por carecer de legislaciones que combatan este flagelo. Es responsabilidad de todos involucrarnos en la lucha contra esta patología social. No podemos ser indolentes e indiferentes. (O)

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