Hace 7 años, el carchense ‘Indio Kuaycal’ se retiró de la lucha libre profesional, una actividad de la que afirma no arrepentirse. La influencia de las películas y revistas mexicanas hizo que se inclinara por esta práctica. “Nunca me equivoqué de la profesión”, sostiene.

Hoy, a sus 63 años, Gilberto Cuaical Reyes recuerda que se inició en la vida deportiva a la edad de 9 años. Luego, a los 14 años se enroló en la lucha profesional.

“Cuando era niño entrenaba y peleaba con mis amigos en los potreros de la escuela Colón, siempre soñé con ser un deportista grande a escala mundial”, agrega.

Empezó con peleas en lo que ahora es el barrio Las Lajas, en Tulcán. Recuerda que con varios palos y sogas, sus amigos y él, armaron un cuadrilátero y promocionaron la lucha entre los vecinos del barrio.

Desde esa época en adelante, con varios maestros que le enseñaron sobre el combate, llegó a pelear en países como México, Costa Rica, Puerto Rico, Estados Unidos, España, Líbano, Siria, Jordania, entre muchos otros; estos lugares vienen a su memoria cuando rememora sus pasos por los cuadriláteros. Recuerda también haber conocido a personajes como Machomen, Hulk Hogan, Tito Santana y André, el ‘Gigante’, entre otros.

Asegura que fue de los pocos latinoamericanos en haberse presentado en luchas estelares en el coliseo Toreo de Cuatro Caminos de México ante 60 mil personas. “Allí debuté en mayo de 1987, en función estelar, algo que para muchos es imposible”.

Entre sus tantas anécdotas dice que peleó 11 veces en el antiguo Madison Square Garden en Nueva York, en Estados Unidos entre los años 1979 y 1981, incluso afirma haber conocido al padre de la ‘Roca’ (Dwayne Johnson), un luchador samoano. Añade tener el récord de asistencias a este tipo de eventos en Panamá en un arena con 40 mil personas en 2 días.

Luchó bajo muchos nombres: el ‘Jíbaro’ y ‘Mazámbula’, pero el que lo identificó en el mundo es el ‘Indio Killer Kuaykal’.

Este deportista ha sufrido muchas lesiones en varias partes de su voluminoso cuerpo y de las que se siente orgulloso, “son cicatrices que me dejó la vida”, indica.

Estos gajes del oficio se notan, por ejemplo, en las orejas, que parecen coliflor, o en las marcas en la frente que cubre con un pañuelo. Su bigote rubio, medio largo, similar al del estadounidense Hulk Hogan, denotan su gusto por este deporte y pese a los riesgos que conlleva, manifiesta que estuvo 42 años en la lucha. No consume alcohol y tampoco fuma, es evangélico y afirma ser mejor cada día.

En Colombia es catalogado como el mejor luchador extranjero y está en un museo de la fama de la lucha en ese país, algo que dice enorgullecerlo, “fue satisfactorio, me pagaban por lo que me gustaba”.

Tras abandonar la actividad, en 1992, emprendió junto con su esposa, Teresa Rodríguez, en el mercado del acondicionamiento físico, abrió Fitness Sport Center, un reconocido gimnasio en la fronteriza ciudad de Tulcán. Hace 2 años trasladó su negocio de un espacio pequeño que funcionaba en el centro de la ciudad a uno más amplio al sur de la urbe.

En 2 mil metros cuadrados cuenta con 100 máquinas profesionales de ejercicio, zona de bailoterapia, duchas, casilleros, bar frutal, vestimenta deportiva, parqueadero y otros, el recinto tiene capacidad para 500 personas.

Explica que los inicios del negocio fueron difíciles porque las personas no estaban acostumbradas al ejercicio, pero actualmente la gente ha ido educándose y aprendiendo que hacer deporte es importante en la vida.

Se caracteriza por el contacto con la gente, a todos los usuarios de su negocio los saluda con amabilidad y se alegra de haberse retirado bien del deporte que tanto ama del que aún guarda las carteleras en las que se anunciaban sus peleas. (I)