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Patrimonio de La Mariscal está en su arquitectura

La Casa Mena Caamaño, en la avenida 10 de Agosto y Alonso de Mercadillo, fue construida en 1940.
La Casa Mena Caamaño, en la avenida 10 de Agosto y Alonso de Mercadillo, fue construida en 1940.
Foto: John Guevara / El Telégrafo
01 de septiembre de 2017 - 00:00 - Redacción Cultura

El crecimiento de la capital se dio de sur a norte durante la Colonia y, a inicios del siglo XX, el límite norte de la ciudad era la avenida Colón. La expansión urbanística de entonces determinó que el barrio La Mariscal sea el enclave de una arquitectura representativa y de los afanes de preservar la memoria en el centenario de la Independencia.

El actual Museo Numismático del Banco Central de Ecuador (García Moreno y Sucre) es un edificio del Centro Histórico diseñado por el arquitecto ítalo-suizo Francisco Durini (1880-1970), donde el docente cubano Jorge Gómez Díaz dio una exposición sobre el llamado ‘centro-norte’ la tarde del miércoles pasado.

La arquitectura es vista por Gómez como un atractivo que no solo tiene que ver con el pasado, sino con una ‘puesta en valor’ que dialoga con el presente, con las costumbres del día a día. Desde 2012, el especialista en estética y cultura recorrió los “ejes principales de la arquitectura patrimonial de las primeras décadas del siglo pasado”. La contrastación de datos que extraía de libros con el estado actual de las edificaciones la inició en los alrededores del parque La Alameda y siguió hacia el norte.

En el barrio Larrea y La Mariscal se hace visible la huella de obras que Gómez Díaz fotografió incluso en su interior, cuando podía hacerlo, porque algunos propietarios han cercado los predios o simplemente impiden el acceso.

Durini fue el artífice de varias construcciones, como el Palacio de Najas, ubicado en las calles Carrión y 10 de Agosto, donde funciona la actual Cancillería y para el cual se derribó una parte en la que se construyó una nueva edificación.

La Casa de Modesto Larrea Jijón,  edificio de la Legación de Estados Unidos, la Casa Guarderas, la Casa Mena Caamaño, la Circasiana, entre otros inmuebles, se mantienen sin que haya un hilo narrativo que las valore como parte del acervo histórico y arquitectónico de una ciudad que vuelca la atención de su patrimonio material al centro de la capital, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1978.

Los chalets de La Mariscal y el barrio Larrea tienen su propia estética, de estilo europeizado, se explicó en la conferencia titulada ‘Expansión urbanística de Quito: Más allá del Centro Histórico’.

El conversatorio luego de la charla le recordó a Gómez Díaz -contó a este diario- la vinculación que sus estudiantes del Instituto Tecnológico Superior de Turismo y Patrimonio Yavirac han tenido con pobladores de La Mariscal, zona en la cual hay una diferencia de clase visible entre lo que es el occidente de la avenida 6 de Diciembre (parte más popular y de negocios de entretenimiento) y el oriente de esa vía, hacia la 12 de Octubre (sector más acomodado).

“Es un paso que la gente reconozca y respete estos lugares”, dijo Gómez, a través de una llamada telefónica y, en el Museo Numismático, explicó a un auditorio que “el rescate es una tarea pendiente, pero es muy importante que los vecinos no crean que el patrimonio solo es una cosa del pasado. Lo que sucede es que comúnmente restaurar una edificación cuesta más que construir varias plantas que la reemplacen”, y que no siempre tienen el valor de sus antecesores.

Desde los años 70, el boom petrolero determinó que una serie de edificaciones que tenían un prestigio estético -al haber sido construidas por arquitectos- se vean rodeadas de edificios sin forma, volúmenes bien definidos y sin jardineras, lo cual se ha agravado, pero aún puede rescatarse, según especialistas. (I)

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