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Marialuz Albuja publica novela de tránsitos afectivos

Marialuz Albuja es autora de seis libros de poemas. Su primera novela la publicó con el sello editorial SM.
Marialuz Albuja es autora de seis libros de poemas. Su primera novela la publicó con el sello editorial SM.
Foto: cortesía de la autora
06 de julio de 2017 - 00:00 - Redacción Cultura

Marialuz Albuja Bayas (Quito, 1972) incursiona en la novela con una obra en la que narra las diferentes edades de varias mujeres, sin concesiones y con una prolija prosa llena de elipsis, diálogos y de divagaciones existenciales de su personaje central, Bernarda Suárez.

Luego de haber publicado seis libros de poemas, Albuja llega a la narrativa ecuatoriana con En caso de emergencia, (no) rompa el vidrio, obra publicada por la editorial SM y primer trabajo de una autora nacional que se integra en el reconocido sello Gran Angular.

Bernarda Suárez –heterónimo en masculino de Fernando Pessoa cuando escribió  El Libro del desasosiego– decide regresar desde Buenos Aires a la casa de su fallecida abuela, en Quito, donde vivió hasta que ella estaba en el colegio. Hay una memoria espacial y corporal  que obliga a Bernarda a retornar a ese sitio donde descubrió que la felicidad siempre viene revestida de alguna sospecha o de algún dolor.

En esa casa la protagonista descubrió las complejidades del amor. Allí se crió junto con su luminosa abuela materna luego de que sus padres murieran en un accidente de tránsito y ella se salvara por casualidad; una casualidad que la acompañaría por el resto de sus días.

Su tío Antonio, su tía Antonia, Mario -el amigo de su tío- y su vecino Julián irán marcando el porvenir incierto y lleno de cuestionamientos de Bernarda, quien justo el día en que su abuela murió se enteró de que estaba embarazada.

El anterior mes se realizó el lanzamiento del libro en Quito y, durante la presentación, la escritora María Auxiliadora Balladares recordó que en la literatura ecuatoriana actual hay un fenómeno que ya ha sucedido anteriormente: los poetas están escribiendo novelas, los dramaturgos hacen relatos y los cuentistas se saltaron a la poesía.

Como ejemplos, recordó el caso del dramaturgo Jorge Icaza que luego devino “en el mayor novelista de la generación del 30”, o del poeta César Dávila Andrade que apostó por el relato y se convirtió, también,  “en el mayor cuentista del siglo XX en Ecuador”. En la contemporaneidad citó el caso de Gabriela Ponce, quien juega entre la dramaturgia y el cuento, y el de los poetas Pedro Gil, Ernesto Carrión y Santiago Vizcaíno, quienes transitan por las diferentes formas del relato.

“Al leer el libro de Marialuz se ve por qué es un ejercicio saludable que una poeta se dedique a explorar otros géneros: la escritura es muy trabajada y su ritmo hace que el lector la lea de un tirón.  Cuidar el lenguaje en una obra literatura es el aspecto que más tiempo puede tomar. No podría decir que la prosa de Marialuz es poética, pero lo que sí pudiera señalar es que se trata de una prosa en donde la poesía se deja sentir en los momentos adecuados, enriqueciéndolos y no ahogándolos”, dijo Balladares.

Adolfo Macías, autor de Precipicio portátil para damas y otro de los presentadores, añadió que la novela de Albuja le “conmovió”, pues pudo “asistir a las peripecias de una niña en medio de pérdidas sucesivas, quien usa su poderosa imaginación y sus ínfulas de reina del drama para inventarse una vida novelesca en la que ella pueda ser la heroína. Lo que empezó por ser divertido luego se tornó  apasionante. Es inevitable enamorarse del personaje central. La ingenuidad y audacia de Bernarda conmueven”. Y, al igual que Balladares, Macías coincidió en que se trata de una “novela de formación”.

En un restaurante de Quito, horas antes de que Marialuz tome un vuelo que la llevara de vacaciones hacia Italia, la autora quiteña se reconoce como sartreana. “Creo que la existencia precede a la esencia. Cuando vives algo, no hay una esencia que te define, sino que tú eres de acuerdo a las circunstancias. A Bernarda la fui construyendo con esta libertad de que pueda tener cierta  malicia que la haga salir bien parada, pero con conciencia”, dice.

De niña, la abuela de Marialuz le leía poemas de Quevedo, Góngora y Lope de Vega, cuyos ritmos se le quedaron impresos en la memoria y en las manos. Aunque muchos sospechen de que esta pueda ser una novela autobiográfica, la escritora rechaza esta idea y, una vez más refiriéndose al filósofo francés, reflexiona: “Sartre dice que el ser humano está en estado de mala conciencia cuando se identifica con su obra, con su trabajo, cuando él cree que es su obra. Pero esto ya pasó.  Se ha perdido esa idea absurda de que al autor se lo confunda con el narrador. Había esta estupidez que limitaba: si escribes sobre homosexuales, eres homosexual”. (I)

Publicado por la editorial SM
Tras seis libros de poemas, la autora lanzó el mes pasado su primera obra narrativa.

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