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En Dos Mangas se vive de las artesanías

Herlinda González formó parte de la capacitación de Pro Pueblo, ahora instruye a más mujeres de la comuna.
Herlinda González formó parte de la capacitación de Pro Pueblo, ahora instruye a más mujeres de la comuna.
Foto: cortesía: Dennys Jordán Correa
28 de enero de 2017 - 00:00 - Redacción País Adentro

Ubicada a 7 km de la parroquia Manglaralto está Dos Mangas, una comuna donde habitan 1.250 personas que le apuntaron a las artesanías y al turismo para subsistir.

El singular nombre se debe a que la población está asentada cerca de la unión de los riachuelos Grande y Colín, conocidos antes como mangas. Aunque los pobladores ahora se dedican a nuevas actividades, no siempre fue así. En 1937 el poblado no tenía más de 400 habitantes. Los adultos se dedicaban a la agricultura. La actividad generaba réditos hasta inicios de los ochenta, cuenta José Luis Lindao, de 73 años, uno de los pobladores del sitio.

Luego del Fenómeno del Niño la agricultura decayó y los habitantes se volvieron depredadores del bosque. “No había otra forma de ganar dinero. Los sembríos quedaron desbastados”, recuerda Lindao.

El panorama cambió —dice Cristóforo Villón— cuando a inicios de los noventa el Ministerio del Ambiente y la Fundación Natura ejecutaron un plan de manejo sustentable con el que se pagaba 77 mil sucres a los agricultores por cada hectárea reforestada. “Eso generó que el poblado entero se ponga a trabajar en la conservación del bosque que comprende 2.840 hectáreas. Se plantaron árboles madereros como guayacán, roble y fernán sánchez”.

Ya con un bosque reforestado y con pobladores que se dedicaron a  elaborar artesanías, a inicios del año 2000 los puntales de desarrollo de los pobladores cambiaron. El turismo se transformó en su principal fuente de ingreso. La actividad atrajo en los 2 últimos años a más de 7.000 visitantes. Los 2 atractivos naturales son el Sendero de las Cascadas y el Sendero de las Piscinas. El recorrido dura 4 horas y se lo  puede hacer a pie o a lomo de caballo. Siempre dirigido por un guía. Se trata de un atractivo turístico que encierra mucha vegetación y variedad en flora y fauna.

Antes de embarcarse en la travesía turística el viajero puede ingresar al  Centro de Interpretación que cuenta con 20 guías profesionales. Desde ahí se direccionan los recorridos en los que el turista puede apreciar  unas 84 especies de aves y 21 especies nativas de mamíferos. En el trayecto de los senderos se puede observar, caña guadúa, paja toquilla, tagua, árboles maderables y medicinales.

Carolina Baldeón, administradora del sitio, asegura que la mayoría de turistas llegan para conocer las cascadas que en época de verano tienen caída de 1,80 metros, pero que en invierno alcanzan 20 metros de alto. Para ello se cuenta con caballos como Alberto y Romina que están disponibles para realizar las caminatas.

José Toala, un guayaquileño de 45 años, recorrió los senderos  con sus 2 hijos y su esposa. “Las cascadas son hermosas  y se puede gozar de la naturaleza para salir del estrés de la ciudad. Luego vamos a la playa a seguir disfrutando”.

A 2 kilómetros de la comuna se encuentra El buen suceso, donde se pueden divisar hallazgos de las culturas Chorrera, Valdivia, Huancavilca y Guangala.

Vicente Laínez, quien labora hace 20 años como guía nativo, explica que son 3.000 hectáreas las que  están en conservación.

Los precios varían si el recorrido es por persona o en grupos.

El número de visitas aumenta cada año. En 2015 hubo 3.500 turistas y en 2016 bordeó los 4.350.

Las artesanías de Herlinda

La mayor fiesta de la localidad se celebra el 28 de abril. Se trata de la festividad del Buen Pastor, que es la imagen de un cura con una oveja en los brazos.

La figura fue hallada hace varios años en una laguna y es venerada en la iglesia.

Durante ese día los artesanos demuestran sus habilidades, dice Vicente Laínez, dirigente de la comuna.  El lugar es reconocido por la producción de tagua y paja toquilla. En el sitio expenden sus productos unas 10 familias.

La más conocida y emprendedora es Herlinda González. Su esposo y sus 3 hijas le ayudan en la  elaboración de sombrero y bisutería de tagua. Ella inició hace  33 años empezó a manipular la paja toquilla de forma empírica.

“Nunca tuve una guía y nadie me enseñó hasta que la fundación Pro Pueblo inició talleres dirigidos a las mujeres de Colonche y Manglaralto”.

Los sombreros de paja toquilla, bolsos, carteras, gorras y alfombras son algunos de los artículos que elabora.

Los sombreros de paja toquilla son los más solicitados por los turistas nacionales y  extranjeros. Los precios fluctúan  entre $ 8 y $ 60.

La tagua es otra de las materias primas con las que se hacen pulseras, collares, anillos, aretes, llaveros El costo va de $ 1 a $ 20.

El lugar es apacible de lunes a viernes, pero los fines de semana decenas de turistas arriban con el objetivo de recorrer sus senderos o hacerse de una artesanía. (I)

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