CREACIÓN JOVEN Nuestra colaboradora, Carla Badillo Coronado ganó en noviembre el premio a la creación joven en el XXVIII Premio Fundación Loewe de poesía, con El color de la granada. Aquí presentamos un extracto del poemario, que publicará en marzo de 2016 la editorial Visor, organizadora del premio.   Escribí El color de la granada a partir de la película homónima del cineasta Sergei Paradjanov, en la que se retrata la vida del poeta armenio del siglo XVIII, Sayat Nova, de una forma no convencional: llena de simbolismos, profundidad filosófica y belleza arcana. En la película, Paradjanov utiliza la granada, fruta-símbolo de supervivencia frente a la opresión y la persecución del pueblo armenio. Sayat Nova fue una especie de Homero que iba de pueblo en pueblo componiendo cientos de canciones. Fue ejecutado por los soldados del sah de Persia Mohammad Kahn Qaja tras negarse a renunciar a sus creencias. Tardé en escribir el poemario el mismo tiempo que una granada demoró en descomponerse frente a mis ojos.    CANTO VII   Esta religión que es la poesía nadie me la impone aún en la vibración de una nota desafinada existo y hay belleza en esta melodía incompleta porque incompleta fue mi vida y sin embargo luminosa por eso ahora extiendo mi mano como quien pide al menos un trozo de realidad Pero sólo la noche toca mi cuerpo enfermo cuerpo enamorado y enfermo cuerpo infinito.   CANTO IX   En el principio fue el caos y de él provino la armonía de mi voz por eso canto a pesar del tiempo No hay final para quien nunca se rinde por eso dirijo la tropa que carga mi cuerpo El camino es largo como lengua de cíclope por ella avanzaré a través de los siglos Mi lenguaje sobrepasa la oscuridad de estos versos la verdadera luz jamás se describe.   CANTO X   Me expulsaron de todo territorio pues no entendieron las verdades que tenía que cantar Yo, que apenas traducía los misterios de la noche encontré en el cielo mi único protector Bastaba alzar los ojos para leer las profecías en constelaciones que iluminaban al mundo —un mundo que nunca las mereció— Por eso os digo: miserables los que enclavaron una roca en su pecho para no correr el riesgo de enamorarse como yo para no perder la cordura ni la conciencia ni el objetivo de una vida plagada de leyes absurdas Yo no busqué —como ustedes— refugio en la inmortalidad Yo solo amé profundamente y tras ello dejé testimonio Mis palabras son caballos incendiando los campos de la inmensidad y en ellos seguiré habitando la sagrada locura Un día mi canto despertará a la multitud morirá el poeta, pero no su musa.