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De las palabras a los hechos

La escritura de los colores

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Muchas veces nos encontramos con dudas acerca de cómo escribir los colores, sobre todo si estamos hablando de los plurales de estos. En primer lugar, recordemos que los colores son adjetivos, es decir, califican a un sustantivo, y, por lo tanto, deben concordar con este en género y número (por ejemplo, flores amarillas, anillo dorado, auto gris, árboles verdes). No obstante, los colores también pueden funcionar como sustantivos, como  por ejemplo: ‘El rojo es mi color favorito’ o ‘Le sienta muy bien el negro’.

Hay varios colores que surgen por su similitud con ciertas cosas, como el plata, el rosa o el naranja. Estos colores, que derivan de sustantivos y no han surgido como adjetivos, conservan el singular aunque acompañen a un sustantivo en plural. Entonces, nos referimos a sacos rosa, sombras plata, sábanas naranja, etc. Si bien esta es la regla, cada vez es más común escuchar la pluralización de los colores, como sucede con el café, que, al derivarse de la planta, debería mantenerse en singular junto a un sustantivo plural. No obstante, nos ‘suena’ más lógico decir ‘zapatos cafés’ que ‘zapatos café’. Lo mismo sucede con violeta, que también se tiende a pluralizar: ‘blusas violetas’ en lugar de ‘blusas violeta’. En estos casos, el uso seguramente se impondrá a la regla, y poco a poco dejarán de ser considerados errados.

También existen aquellos colores con nombres compuestos, en los que el nombre del color está acompañado de alguna especificación, como el azul de Prusia, el azul marino, el amarillo patito o el verde botella, entre otros. En estos casos, cuando formamos el plural tanto el color como su cualidad se mantienen en singular. Por ejemplo: ‘Prefiero los vestidos azul marino, no me gustan mucho los azul celeste’ o ‘Las baldosas verde agua son más bonitas que las verde botella’. Lo mismo sucede cuando atribuimos a los colores cualidades como claro u oscuro: ‘alfombras café claro’ (en este caso, café debe mantenerse siempre en singular) o ‘medias gris oscuro’.

Cuando los colores funcionan como sustantivos siempre deben pluralizarse, por ejemplo: ‘El cuadro tiene unos cafés muy vivos’ o ‘Los azules del cielo son espectaculares’. Esta regla funciona también cuando se trata de colores compuestos acompañados de adjetivos, como en el caso de claro u oscuro: ‘Me gustan los verdes claros y los rojos oscuros’. Sin embargo, si están modificados por un sustantivo se mantiene el singular en este último, por tratarse de una aposición: ‘Los amarillos patito no son de mi agrado’.

Con estas reglas básicas, seguramente será mucho más simple hablar de colores.

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