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Libros
La canción de Mario: Benedetti musicalizado
El periodista argentino Jorge Basilago, colaborador habitual de CartóNPiedra, lanzó, junto con el escritor uruguayo Guillermo Pellegrino, el libro Benedetti musicalizado, en la FIL de Quito 2015. La obra, una de las ganadoras del I Concurso Internacional de Ensayo Mario Benedetti, ahonda en los versos hechos canción del poeta uruguayo. A continuación, un fragmento del libro.
Historias de nuestro tiempo
El poeta uruguayo Mario Benedetti es uno de esos escritores que utilizó todos los medios a su alcance para comunicar y conmover. La multiplicidad de géneros literarios que visitó, con mayor o menor frecuencia, es un ejemplo de ello. Pero además, en esa búsqueda de complicidades con el público y con otros artistas encontró en la canción —o viceversa— una suerte de camino directo a los sentimientos de casi todos los hispanohablantes que se reconocieron en sus historias porque, al decir del escritor argentino Pedro Orgambide, “son las de nuestro tiempo, con sus hazañas, adversidades, hecatombes, crímenes, adioses y regresos”.
Cielito cielo que sí
cielo del sesenta y nueve
con el arriba nervioso
y el abajo que se mueve
[…]
cielito cielo que sí
cielo lindo linda nube
con el arriba que baja
y el abajo que se sube.
Más allá de los recursos musicales de turno, la noción del lugar desde el cual se percibe y se da cuenta de una realidad determinada, es una constante en la obra poética de Benedetti que se traslada por supuesto a esta y otras canciones. La elección del cielito como ritmo posible, y la clara connotación política que diferencia el ‘arriba’ y ‘abajo’ de la historia, demarcan un espacio más espiritual o de conciencia —humano, en definitiva— que geográfico. “[…] Más allá de la palabra, y la sintaxis, lo que importa es el arte del relato; relatar, construir con el lenguaje un nuevo orden, integrar el mundo para una nueva significación”, apunta el poeta y crítico literario venezolano Gregory Zambrano.
[…]
Letras de emergencia
Benedetti incluyó algunas canciones en su libro Letras de emergencia. La urgencia de estas creaciones, claramente panfletarias, parece responder a una necesidad de Benedetti de fortalecer ciertos puestos de lucha ideológica. Por entonces, gran parte de su tiempo lo ocupaba en tareas políticas —desde 1971 fue dirigente, junto con otros intelectuales, del Movimiento de Independientes 26 de Marzo que ese mismo año se integraría al recién creado Frente Amplio— de las que más tarde se arrepentiría: “No me arrepiento de haber sido militante, pero sí de haber sido dirigente político. No tengo la menor vocación, y además para un intelectual es muy difícil no poder ser crítico. Creo que puedo aportar más a través de lo literario que de la dirigencia política”.
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Queda claro que Benedetti en ese entonces priorizaba el ‘repentismo’ con que debía graficar ciertos sucesos y también la agilidad que la canción le daba a sus versos. Su misión de militante y su visión de los acontecimientos políticos y sociales le exigían letras muy llanas, bien directas y de rápida llegada al público. El riesgo, convertido aquí en realidad palpable, era que tales necesidades lo llevaran a producir versos útiles pero no trascendentes. Una distorsión que, en mayor o menor medida, sufrieron varios creadores de la época como por ejemplo Alí Primera, Daniel Viglietti y Víctor Jara.
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Canciones de la oficina
Benedetti realizó el ciclo Canciones de la oficina en conjunto con el músico Alberto Favero y la cantante y actriz Nacha Guevara. La labor creativa de este ciclo resultó, para el escritor y su obra, novedosa en varios sentidos. Por un lado, fue la primera vez que Benedetti participó de esa suerte de alquimia que transforma los textos en canciones: junto a Favero y la cantante y actriz Nacha Guevara, lograron una dinámica de equipo que satisfizo a todos, pero sobremanera al autor. La posibilidad de que la letra, la voz y la música recorrieran juntas el camino que lleva a la canción, fortaleció sin dudas el resultado final, honrando el origen común de las tres vertientes.
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El clima monótono, tedioso y opresivo que atraviesa Poemas de la oficina —publicados en 1956—, claramente uruguayos en su concepción, encuentra en la música y la interpretación vocal un vehículo emotivo que borra las fronteras y lo hace comprensible en cualquier latitud. Cuando la voz de Nacha Guevara se quiebra al repetir la frase “Aquí no hay cielo” que da nombre a la canción derivada del poema ‘Ángelus’, mientras el piano de Favero marca un pulso alienante y lúgubre, no hace falta ser oficinista ni uruguayo para comprender el agobiante peso del trabajo rutinario. Basta con ser humano para entenderlo: “Es raro que uno tenga tiempo de verse triste:/ siempre suena una orden, un teléfono, un timbre,/ y, claro, está prohibido llorar sobre los libros/ porque no queda bien que la tinta se corra./ Aquí no hay cielo,/ aquí no hay horizonte”.
Versos para cantar
Además de Canciones de la oficina, Benedetti volvió a trabajar con Favero y Nacha Guevara en Versos para cantar. La asociación temática de estos versos con los otros integrados al ciclo, surge a simple vista. En ‘¿De qué se ríe?’ y ‘Vidalita por las dudas’ se pinta un poder —sea político o económico— ensimismado y brutal, acorralado por la decisión de un pueblo que ya no se siente representado por él. En ambas, además, se esboza una propuesta desde y hacia el pueblo que ‘Vamos juntos’ termina de definir: compartir luchas y esperanzas con esos otros tan humanos y desfavorecidos como uno.
Con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero.
[…]
Como se ve, aún con los riesgos concretos y potenciales que persiguen a la ‘literatura de campaña’, estas obras no renuncian a su intención forjadora de un nuevo orden. Al igual que en los antiguos salmos bíblicos, pero sin el dogma católico de por medio, buscan que el hombre se renueve, necesariamente mejorándose. (F)