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Poesía y guerra interna en el Perú (1980-1992)
Entender la guerra es ceder frente al silencio; aceptar que sobre la voz se propaga algo más poderoso y dominante, capaz de acabar con todo en su desplazamiento. Solo así la muerte, esa marca que legitima el horror de los conflictos, puede generar una serie de puntos de vista que, sin distanciarse de la historia y los acontecimientos, expliquen desde otros diálogos aquello que fue demolido por la pólvora. Ese es el intento que el poeta Paolo de Lima ha desarrollado en Poesía y Guerra Interna en el Perú (1980–1992), y que ha visto luz en el último semestre de este año.
En la investigación, de Lima busca identificar hasta qué punto el conflicto armado sostenido entre Sendero Luminoso y el Estado peruano influyó en la poesía escrita en la década de los ochenta. Para ello toma como ejemplo la producción literaria de dos grupos poéticos de esos años: Tres Tristes Tigres, integrado por José Antonio Mazzotti, Raúl Mendizábal, y Eduardo Chirinos; y Kloaka, formado por Domingo de Ramos, Roger Santiváñez y Dalmacia Ruíz Rosas.
El análisis que se despliega sobre una serie de poemas de estos autores, presenta como telón de fondo la idea de que entre el discurso social y la poesía de esa época se genera una tensión capaz de enfrentar, de forma abrupta, a ratos, el campo político y el campo estético, logrando intercambios significativos que son testimoniados por los contenidos y lenguajes literarios.
La producción simbólica abre una brecha particular de diálogo con los materiales que la guerra produce: el texto y la ideología perfilan la dimensión del sujeto poético de este momento histórico. La violencia se vuelve signo de la poesía, y se expresa en ella de la única forma posible: desbordando su significante en cada grafía. De este modo, la metáfora es poseída por una voz esquizofrénica, la sintaxis es quebrada por la imagen del hombre abatido y muerto, el léxico coloquial se torna agresivo, y las marcas de la oralidad popular, por momentos, son las únicas entradas de luz dentro del poema.
Paolo de Lima atiende esta etapa política de su país superando el estigma que sobre ella ha caído. Pocos son los estudios que abordan el conflicto que causó cerca de setenta mil muertos, desde otros ojos que no sean los de la diferencia social, la devastación del Estado o la inequidad.
Este libro se propone hablar de la injusticia desde el territorio donde esta es una literalidad y donde la tensión producida por el avance del capitalismo y la radicalidad que ansía destruirlo producen nuevas formas de referencia poética, ligadas a la tradición de la que son hijas, pero totalmente originales.
Las variables estéticas, así como las adiciones de la experiencia del conflicto, forman parte del panorama poético desarrollado por estos autores, quienes, en la actualidad, y en más de un caso, son referentes de la más reciente poesía escrita en Latinoamérica.
Posterior a una serie de presentaciones que este libro ha tenido en el Perú, Paolo de Lima comparte con cartóNPiedra algunas precisiones sobre su trabajo.
El contexto posterior a la Guerra Interna ha estado marcado por el silencio, en parte. ¿Cómo encaja su inquietud por mirar esta etapa histórica que ha sido, en parte también, estigmatizada?
Como poeta formé parte del Grupo Neón, una agrupación de poetas que tuvo origen en San Marcos. La guerra pasaba por nuestro costado en los años 90 cuando nací como poeta. Los poetas que trabajo son anteriores a mi generación. Los leí muy atentamente, entonces y ahora. Producto de ello me interesó trabajar este período para entender cómo sus trabajos literarios estaban marcados por el conflicto. Estas marcas se dan en el lapso de 10 años, pues ellos comienzan su producción en los 80, cuando inicia la guerra, y para el 90 o 92 han ganado premios literarios, se han vuelto poetas consagrados, conocidos por los lectores de poesía.
Uno de los aportes de su estudio tiene que ver con la relación del momento político con el momento poético. La escritura, en este sentido, ¿se llena de ideas ‘proclamativas’, denuncias, o es más bien un depósito de subjetividades, de particularismos?
El discurso poético se expresa de manera abierta, casi como denuncia. A veces también de forma encriptada, evasiva. Los poetas no pueden dejar de recibir la información que trae esa realidad, e indignarse por una masacre atroz en el sector andino, como el caso de Mazzotti o Mendizábal. Su respuesta se enuncia desde la esquizofrenia, la lumpenización, el recrudecimiento del sujeto popular, su pobreza, sus adicciones, que dan lugar al uso de un discurso esquizoide, a la ruptura de la linealidad discursiva, al quiebre de la palabra misma, de la significación, todo consecuencia de esta relación. Lo social habla en esta poesía a través de sociolectos, discursos de clase, una mirada marcada por el individuo, por su conciencia, por lo que ella escucha, ve y vive.
¿Cómo se caracteriza el uso del símbolo en la poesía de esta etapa?
Hay, por ejemplo, la idea del sujeto como un muerto que se expresa a través de una noción del hombre quebrado, escindido, incluso acabado. Esto se expresa a través de una visión del otro social, del campesino andino, del lumpen, como símbolos del pueblo. Hay un descenso a los infiernos, a la muerte y a la vida envuelta en drogas duras. Así se expresa la preocupación del sujeto poético.
Contempla dos grupos poéticos, hasta cierto punto distanciados por marcas de clase, y que, al mismo tiempo, tienen a la guerra en la retina. ¿Esa diferencia inclina la balanza hacia tendencias más ideológicas, en uno u otro caso?
Juan Carlos Ubilluz, en El lugar de la memoria, decía sobre el estudio que percibía al trabajo de los Tres Tristes Tigres con una idea más cerrada, cercana a la muerte. En el caso de Kloaka, la idea de lo popular está más presente, con actitudes más solidarias frente a la amenaza de la guerra como a la del Estado que podía matar a partir de un identikit en el que si alguien era pobre, mestizo, aindiado, calzaba perfectamente. Desde ese manejo de los temas ellos llevan la experiencia a la poesía que juega con la idea del pastiche, o del collage.
Eso nos pone en evidencia de que, contextual al problema de Guerra Interna, la poesía seguía sosteniendo su forma estética. ¿Qué aportes identifica a la estética del poema en esta época?
Varios. Hay una innovación en cuanto a perspectiva de la mirada que introduce un sujeto poético a la dicción particular, a una forma especial de manejar el verso, nutrida de la intertextualidad literaria y cultural, y de las formas discursivas orales. Una nueva conciencia marcada por la posmodernidad es la que genera estas marcas propias.
A pesar de que parece desbordarse de sí misma, la poesía de este tiempo es hija de la tradición peruana. ¿Qué autores lee detrás de los trabajos de los Tres Tristes Tigres y Kloaka?
Es verdad, esta poesía surge marcada por la tradición. Eso ha pasado siempre, desde Los Heraldos Negros hasta Cinco Metros de Poemas, libros marcados por diversas literaturas, pero, sin duda, completamente originales.
Aquí aparecen Vallejo, Oquendo de Amat, el debate y la formación de la poesía de los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, los primeros libros de Sologuren, de Eielson, grupos como La Sagrada Familia, o poetas como Mario Montalbetti, que acababa de aparecer a finales de los setenta. La poesía viva que se está haciendo en ese momento tiene a Westphalen todavía vivo, a Vicente Azar y Belli en plena producción. Ese ambiente acoge a estos trabajos.
En los años posteriores a la Guerra Interna, ¿qué pasa con los poetas que estudia?
Es importante resaltar que ellos no tenían como meta final permanecer en este espacio de tiempo, que si sus trabajos reflejan parte del conflicto es por la influencia de lo político en lo poético. Posterior a esto, sus respectivas obras poéticas han seguido, el lenguaje se ha profundizado, se han acentuado formas más personales para fluir y decir con mayor libertad lo que se piensa de la sociedad. Siguen pegados a la palabra, a su propio caminar a través de los espacios que han sido de la poesía: la docencia o el periodismo. Algunos de ellos son poetas consagrados, Chirinos, Domingo de Ramos, Santiváñez, por nombrar tres ejemplos.
Paolo de Lima
Nacido en Lima, en 1970. Es autor de los poemarios Cansancio (1998), Mundo arcano (2002), Silenciosa algarabía (2009) y Al vaivén fluctuante del verso (2012). Sus poemas han sido incluidos en antologías en México, Canadá, Gran Bretaña y Argentina. Ha leído sus trabajos en encuentros poéticos en Perú, Chile, México, Brasil, España, Canadá y varias ciudades de Estados Unidos, incluyendo Chicago. Es catedrático en tres de las principales universidades peruanas. Como editor, también ha antologado y preparado ediciones críticas de otros poetas, como de Rodolfo Hinostroza.
Obtuvo el primer premio de ensayo otorgado por la Asociación Canadiense de Hispanistas al mejor trabajo de un estudiante de un Dpto. de Español de una universidad canadiense durante el periodo 2004-2005.
Poesía y Guerra Interna en el Perú (1980-1992)es su tesis de doctorado en la Universidad de Otawa.
Este 28 de noviembre, en la FIL_de Quito, Paolo de Lima dará una charla sobre esta, su última publicación.