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Un ícono político cubano se aleja de la vida pública

Es uno de los cubanos que mejor conoce a su “enemigo político” (EE.UU.). Como diría José Martí: ha estado en las entrañas del monstruo, porque es quizá de los dirigentes que más tiempo ha dedicado al tema y ha vivido en ese país cuando ejercía funciones diplomáticas y luego en representación de su país en el más alto cargo de la Cancillería.

La trayectoria del político cubano Ricardo Alarcón de Quesada, presidente del Parlamento de la isla en las últimas dos décadas, incluye otros aspectos o facetas que van desde su actuación como líder estudiantil hasta sus 12 años como representante permanente en las Naciones Unidas.

Y ahora prepara su retiro, pues se conoce que no se presentaría a las elecciones para la Asamblea Nacional de la República de Cuba. El miembro del buró político del Partido Comunista de Cuba, nacido el 21 de mayo de 1937, inició sus estudios en la Universidad de La Habana en 1954 y se graduó como doctor en Filosofía y Letras.

Durante los años 50 participó en las manifestaciones y protestas contra el régimen de Fulgencio Batista, quien llegó al poder en 1952 mediante un golpe de Estado.

En esa época fue dirigente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), organización fundada desde 1922, y colaboró con su ala más activa en la lucha antibatistiana, el Directorio Revolucionario.

El Directorio, definido por sus creadores como el brazo armado del movimiento estudiantil en el combate a la dictadura, lo integraron un grupo de jóvenes liderados por José Antonio Echeverría, que protagonizaron acciones trascendentes como el asalto al Palacio Presidencial y la toma de la emisora Radio Reloj el 13 de marzo de 1957.

Alarcón también se unió al Movimiento 26 de Julio, creado por el líder de la Revolución, Fidel Castro, para dirigir la lucha armada contra Batista tanto en las montañas como en las ciudades del país caribeño.

Como parte de esta agrupación, trabajó con otros dirigentes, tras la muerte en combate de Echeverría, en la organización del aparato estudiantil vinculado a esas luchas.

Tras el triunfo de la Revolución, el 1 de enero de 1959, tuvo un rol protagónico en la contribución de la FEU a la reorganización de la universidad cubana, en correspondencia con la nueva etapa que se iniciaba en la nación.

Al respecto, presidió una comisión de estudiantes que se reunió con el entonces ministro de Educación, Armando Hart, para entregarle un programa de 12 puntos con las demandas fundamentales por las cuales había luchado el  movimiento estudiantil durante varias generaciones.  

A partir de ahí se abrió el proceso de la reforma universitaria, que incluyó el reconocimiento de la importancia de estas instituciones como entes activos en el desarrollo social, la actualización de los planes de estudio, la participación del alumnado en la toma de decisiones y la depuración de profesores vinculados con la dictadura.

Su liderazgo entre los jóvenes le permitió ser electo como vicepresidente de la FEU  y más tarde lo seleccionaron presidente de la entidad. También integró el buró nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas, fundada en 1962, como secretario de Relaciones Exteriores.  

Más tarde inició labores en el Ministerio de Relaciones Exteriores del país, en el que desempeñó el cargo de director del área de América. En 1966 fue nombrado embajador representante permanente de Cuba ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), responsabilidad en la que se mantuvo hasta 1978.

Allí asumió varias responsabilidades: vicepresidente de la Asamblea General de la ONU, presidente del Consejo de Administración del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y vicepresidente del Comité de Naciones Unidas sobre el ejercicio de los derechos inalienables del pueblo palestino.

Como representante de Cuba, se escuchó muchas veces su voz en las  Naciones Unidas para denunciar el bloqueo económico, comercial y financiero que mantiene Estados Unidos contra la isla desde hace más de medio siglo, que ha provocado hasta diciembre de 2011 pérdidas estimadas en un billón 66 mil millones de dólares, teniendo en cuenta la devaluación de la moneda estadounidense.

Cuando en octubre de 1976 fue destruido en pleno vuelo un DC-8 de Cubana  de Aviación con 73 personas a bordo en Barbados, Alarcón participó en reuniones que tuvieron lugar en el área del Caribe para esclarecer los hechos, e integró la Comisión Gubernamental que viajó a Trinidad y Tobago a propósito del acto terrorista.

En mayo de 1992 intervino en nombre de Cuba en una importante reunión del Consejo de Seguridad de la ONU para analizar el sabotaje que tuvo como autor intelectual al terrorista Luis Posada Carrilles, quien vive libre en Estados Unidos.

A su regreso a Cuba de Naciones Unidas fue designado viceministro primero de Relaciones Exteriores y luego se convirtió en canciller de la isla. En 1993 fue electo presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, cargo en el cual fue ratificado en 1998, 2003 y 2008.

Como presidente del Parlamento ha realizado viajes a numerosos países, donde ha defendido prioridades para el país caribeño, como el rechazo al bloqueo y la subversión promovida desde Estados Unidos, el doble rasero de Washington en su supuesta cruzada contra el terrorismo y la libertad de cinco cubanos condenados en la nación norteña.  

En varias ocasiones  denunció e impidió con sus argumentos, ante la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), las maniobras que pretendían culpar a Cuba por el derribo de avionetas que, partiendo desde la Florida, violaron el espacio aéreo cubano como parte de las acciones agresivas de los grupos contrarrevolucionarios allí asentados.

Alarcón ha tenido un papel relevante en la lucha a favor de René González, Ramón Labañino, Gerardo Hernández, Antonio Guerrero y Fernando González, quienes fueron detenidos en 1998 por investigar grupos extremistas que, desde Miami, planean acciones contra el pueblo cubano.

Sobre el tema ha escrito múltiples artículos encaminados a difundir la realidad del caso en la isla caribeña y en el resto del mundo. Entre ellos destaca Un reto al periodismo, material en el que explicó la estrategia seguida por el Gobierno norteamericano para asegurar que los Cinco –como se conocen en el mundo- fueran condenados durante el juicio realizado entre 2000 y 2001.

En el texto aborda detalles del recurso legal presentado por la defensa de Gerardo, según el cual Washington pagó altas sumas de dinero a periodistas para que publicaran artículos hostiles al caso y, además, hostigaran a los miembros del jurado para presionarlos a adoptar posiciones que perjudicaran a los Cinco.

Durante su presidencia, la Asamblea Nacional amplió y revitalizó sus relaciones con parlamentos de todo el planeta y con las organizaciones internacionales que los agrupan, y trabajó activamente, desde la base, en el autóctono y democrático proceso electoral de la isla.

Especial de Prensa Latina para El Telégrafo

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