En un giro inesperado en la saga por los operativos ilegales de espionaje y vigilancia de Estados Unidos y Gran Bretaña, la exsecretaria de Estado norteamericana Hillary Clinton instó desde Londres a abrir un debate “adulto y sensato” al respecto, que debería desarrollarse de forma “transparente”.
Clinton sostuvo en una ponencia en el Instituto Chatham House de la capital británica que tanto las autoridades estadounidenses como del Reino Unido deben evaluar los “límites de la vigilancia de Estado” tras la filtración de documentos secretos de la Agencia Nacional de Seguridad norteamericana (NSA) y de su homóloga británica, GCHQ, por parte del ex técnico de la Agencia de Inteligencia estadounidense (CIA), Edward Snowden.
En claro apoyo al viceprimer ministro británico, el liberal democrático Nick Clegg, quien desafió al premier David Cameron al proponer un análisis profundo sobre las políticas de espionaje e Inteligencia de Gran Bretaña, la ex Secretaria de Estado norteamericano consideró “un error” impedir dicho debate público.
Clinton, que es vista como posible candidata a las elecciones presidenciales de 2016 en Estados Unidos, dijo que se trata “de un asunto muy importante”.
“Sobre el tema de la información de Inteligencia, nosotros gracias a Dios somos democracias, tanto Estados Unidos como Gran Bretaña”, dijo la exdiplomática ante la audiencia de políticos, analistas y autoridades militares.
“Debemos contar con un debate adulto y sensato acerca de qué es necesario hacer, y de cómo hacerlo, de una forma que sea lo más transparente posible, y con el mayor entendimiento de la gente”, subrayó Clinton.
Las declaraciones de la ex Secretaria de Estado norteamericana fueron apoyadas por la ministra del Interior británica en la oposición, la laborista Yvette Cooper, quien llamó a una reforma completa sobre cómo operan las agencias de Inteligencia en el Reino Unido.
Cooper, una exmiembro del influyente Comité parlamentario de Inteligencia y Seguridad, dijo que el país y el mundo “se deben desde hace mucho tiempo controles más fuertes en materia de espionaje, que beneficien y mantengan la confianza en las agencias de seguridad, como también en los intereses de una democracia”.
Las palabras conciliadoras de Clinton y Cooper contrastaron con las declaraciones del flamante jefe de los servicios secretos británicos MI5, Andrew Parker, quien advirtió la semana pasada que los documentos filtrados por Snowden están ayudando a los terroristas a preparar ataques contra la población.
El excanciller laborista Jack Straw, que apoyó junto a Tony Blair la invasión anglo-estadounidense a Irak en 2003, reforzó ese mensaje al criticar al periódico inglés The Guardian por haber publicado una serie de artículos basados en las filtraciones de Snowden.
Straw le dijo a la BBC que el matutino izquierdista “está mostrando mucha ingenuidad y arrogancia” al indicar que está en la posición “de juzgar o no cuánto los secretos de Estado pueden ser publicados, y cuándo no dañan los intereses nacionales”.
“Por supuesto que ellos no están en posición alguna de tomar esta decisión”, dijo desafiante el exjefe del Foreign Office.
Lo cierto es que el escándalo por los operativos ilegales de espionaje por parte de Estados Unidos y Gran Bretaña ha generado fuertes divisiones en el seno del gobierno británico.
Cameron considera que los periódicos del país, en especial el Guardian, no tienen derecho alguno a publicar los documentos filtrados por Snowden ya que, según él, pone en peligro la seguridad nacional, mientras que Clegg y varios laboristas critican duramente esa posición, al considerar que debe haber más transparencia sobre cómo operan los servicios secretos.
David Bickford, ex director legal del MI5 y el MI6, declaró al Guardian que los controles actuales a las agencias de Inteligencia en Gran Bretaña “son obviamente inadecuados”.
“El espionaje en este país está sobreprotegido y poco regulado. El Reino Unido está muy mal preparado para ser transparente en temas que son políticamente sensibles, entre ellos el terrorismo o la participación de sus agencias secretas en la recolección de información privada”, sostuvo el experto.
En ese sentido, Nick Pickles, director del organismo Big Brother Watch contra la vigilancia de Estado a la población, sumó fuerzas con otros grupos similares para pedirle a Cameron y Clegg que reformen el sistema actual de regulación a las agencias de Inteligencia.
En una carta abierta al Primer Ministro, Pickles escribió: “En tiempos en que el internet es una parte ineludible de la vida diaria, de la economía moderna y de los servicios públicos, es obviamente de importancia suprema que las leyes que gobiernan a las agencias de Inteligencia y espionaje sean las adecuadas para la era digital, y que las salvaguardas que operan sean robustas, cuenten con recursos adecuados y con la confianza pública”.