Johanna Nordblad sufrió hace siete años un grave accidente en bicicleta que casi le cuesta una pierna. Sus heridas eran tan graves que le dejaron toda su extremidad abierta corriendo peligro de necrosarse, por lo que, para evitar perderla, se sometió a un tratamiento en aguas heladas.

Aunque al principio le costó un enorme esfuerzo soportar las bajas temperaturas, poco a poco fue acostumbrándose a esa sensación y hoy en día ha llegado a disfrutar tanto de ella que incluso ostenta el récord mundial de buceo, que batió en 2015, en el que consiguió ser la primera mujer en recorrer 50 metros bajo el hielo solo con un traje de baño. Lo logró en el lago Paijanne, en Asikkala (Finlandia).

Johanna no solo ha conseguido recuperar a la perfección su pierna, sino que también se ha abierto un mundo nuevo para ella. “Cuando buceo bajo el hielo necesito un control total, del lugar, del tiempo y confiar plenamente en mí misma. Si logras hacer todo esto, encuentras un mundo completamente diferente, tranquilo, hermoso, desolado… con un único aliento, soy parte de él”, comenta la buceadora.

De niña soñaba con ser domadora de leones. Finalmente se convirtió en una ‘sirena’ única y extraordinaria, capaz de sumergirse en apnea bajo el hielo y con el agua a un grado ataviada con un sencillo bañador.

Nunca una mujer había conseguido bucear sin asistencia respiratoria y vestida únicamente con un bañador de 50 milímetros en aguas heladas. Nordblad lo hizo.

Conectó dos huecos hechos en el hielo de más de 30 centímetros de grosor (la regla para que sean incluidos en el Guinness World Récord) en 55 segundos, con el agua congelada y prácticamente sin luz.

“Me gusta la idea de ponerme a prueba constantemente. Si me hubieran dicho hace diez años que bucearía bajo el hielo, habría dicho: ‘¡Jamás en la vida’!”, expresa a la AFP esta mujer de 41 años.

“Quiero saber dónde están mis límites. Cada vez que me digo no es posible, una vez más lo hago, lo encuentro más sencillo”.

Seis minutos sin respirar

Johanna Nordblad tenía 25 años cuando probó esta modalidad por primera vez. Cuatro años más tarde esta nadadora imposible de catalogar estableció un récord del mundo con aletas (158 metros).

Capaz de aguantar la respiración durante más de seis minutos, podría haber trazado una carrera brillante únicamente en este deporte, pero aquel accidente en bicicleta en 2010 le abrió otra vida. Con un hueso de su pierna hecho migas, únicamente los cuidados en agua fría calmaban su dolor. “Poco a poco me habitué y después de algunos meses metí las dos piernas en el agua fría. Después me sumergí, soy especialista en la supresión de la respiración, por lo que es normal para mí hacerlo en el agua, aunque esté fría”.  

Es consciente de que sus actividades son muy particulares, pero para ella no es nada extraordinario, a fuerza de entrenamiento y de conocimiento de su cuerpo. “La mayor parte de la gente piensa que entraría en pánico si se sumerge en agua fría, por lo que muchos están fascinados porque yo parezco completamente relajada”. Y continúa: “Es a la vez magnífico y aterrador, porque te enfrenta con tus propios miedos. Amo bucear, eso me hace feliz. No tengo necesidad de pasar al otro lado del mundo. No es la sombra, es todo lo contrario”.

El arte, su otra pasión

Dentro de dos meses participará en el campeonato de Finlandia de apnea antes de intentar batir su mejor marca en agua fría, en 2018, para luego atacar el récord absoluto del danés Stig Avall Severinsen, quien el 17 de abril buceó 76,2 metros conteniendo la respiración bajo el hielo.  

Vive en Helsinki junto con su hijo de 15 años, Kasper, apasionado por los ordenadores. Nordblad divide sus días entre los entrenamientos, su trabajo de diseñadora de animación -su otra gran pasión- y varios proyectos comunes con su hermana Elina Manninen, que es fotógrafa.

“Soy una persona como las otras, aunque no tenga muchos amigos que hagan las mismas cosas que yo. Como, duermo, trabajo, tengo momentos en familia, salgo con amigos y me preocupo por mi vida”, añade la finlandesa. “Me gusta diseñar y crear trabajos que hacen a la gente muy feliz”.   

“Cuando era niña me encantaban el diseño y el agua, quizás en el fondo nunca he crecido”, concluye contenta. (I)