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Mohamed Alí motivó a Pablo Campana para que continúe con su carrera en el tenis

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El extenista Pablo Campana fue uno de los deportistas invitados a presenciar la pelea entre Segundo Mercado y el estadounidense Bernard Hopkins, por el título mundial de la Federación Internacional de Boxeo.

La noche del 17 de diciembre de 1994 asistió al coliseo General Rumiñahui en compañía de su hermana María Cristina, que tenía 14 años y también era tenista. El día anterior, Campana había cumplido 22 años y asistir a la pelea, además de poder ver de cerca a Mohamed Alí, fue el mejor regalo que se podía imaginar.

Los nervios le aumentaron cuando le comentaron sobre la posibilidad de saludar a Alí, que se sentó en la primera fila para observar la contienda. No recuerda quién le presentó a la leyenda del boxeo, pero cuando lo hicieron le dijeron a Alí que estaba ante la raqueta número 1 de Ecuador.

“Él sonrió y me hizo el gesto del pulgar arriba. Fue muy amable y accedió con gentileza a sacarse una foto conmigo y mi hermana María Cristina, que también era tenista en esos tiempos”, le contó Campana a EL TELÉGRAFO. En los pocos minutos que pudo compartir con Mohamed Alí, el exboxeador le dijo: “Tienes que ser el más grande. Trabaja fuerte y lo lograrás”.  

En esa corta conversación, Campana le contó que se entrenaba en Estados Unidos y que tuvo la oportunidad de practicar junto a Andre Agassi, que en esos tiempos era uno de los mejores tenistas del ranking de la ATP.

“Alí asentía con la cabeza lo que le decía y siempre sonreía. Cuando vino, ya tenía algo desarrollada la enfermedad de Parkinson, por lo que había que poner mucha atención para comprender bien sus expresiones y palabras”, recordó.

El quiteño calificó ese momento como algo “fantástico” y que gracias a su condición de deportista tuvo la oportunidad de estar cerca de una leyenda. “A la familia del deporte nacional o a los deportistas se les abren las puertas u oportunidades a nivel nacional e internacional. Esta, sin duda, fue una de ellas”, agregó Campana.  

Después de la corta charla, Alí accedió a fotografiarse con los hermanos Campana. Ambos trataron de esbozar una sonrisa, pero por los nervios y la emoción, apenas lo lograron. “A Pablo le gustaba mucho el box por herencia de nuestro padre, que había fallecido 2 años antes. Él era médico de las peleas que se organizaban en Quito”, le reveló María Cristina a este Diario.     

La fotografía la guardan hasta ahora en sus hogares, juntos a sus trofeos, como una reliquia, pues fue la oportunidad única en la que pudieron estar cerca de una leyenda del deporte. “Nunca me voy a olvidar de ese encuentro tan especial en Quito. Yo era muy joven y conocer a un deportista de esa talla, realmente me marcó”, agregó.

El extenista empezó su carrera profesional en el tenis en 1990, cuando tenía 18 años. Su mejor ubicación en el escalafón de la ATP fue el lugar 165, en 1996.

Campana formó parte del equipo ecuatoriano de Copa Davis y también disputó los Juegos Olímpicos de Atlanta 96. Se retiró temporalmente en 1997, luego del Challenger de Salinas, pues ese mismo año compitió en los Juegos Odesur y ganó 2 oros.

Louisville alista su funeral

La ciudad estadounidense de Louisville prepara activamente los funerales de la leyenda del boxeo, Mohamed Alí, que tendrá lugar el viernes en presencia de destacados invitados, una gran multitud y la mirada de todo el mundo.

Las exequias constituyen un mensaje universal de paz y tolerancia, indicaron los organizadores. El expresidente Bill Clinton y el comediante Billy Crystal figuran entre los oradores en el funeral público a realizarse en un estadio deportivo en Louisville, en el estado de Kentucky (centro de Estados Unidos), la ciudad natal de Mohamed Alí, 3 veces campeón mundial de box de los pesos pesados.

Entre los presentes en las exequias en la ciudad donde el exastro del boxeo pasó su juventud, figura el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, quien tiene programado hablar durante la ceremonia.

El genial boxeador y defensor de los derechos civiles, que se convirtió en una de las figuras más sobresalientes del siglo XX, reconocible para la mayoría de las personas en los cinco continentes, murió el viernes a los 74 años en Phoenix, donde se había establecido hacía más de una década. Sus restos fueron trasladados el domingo en avión a Louisville.

Visitantes de todo el mundo son esperados para el fin de semana en Louisville, acostumbrada a manejar grandes multitudes con la organización anual del Derby de Kentucky, una de las más famosas carreras de caballos de Estados Unidos. Pero el funeral de Alí será, a juicio del alcalde Greg Fischer, “algo sin precedentes” en la ciudad. Los habitantes de Louisville y otros seguidores de Mohamed Alí, cualquiera que sea su religión, están invitados a participar el jueves en una oración musulmana en el Freedom Hall.

Es allí donde “el más grande” peleó por última vez en su ciudad. Ante 18.000 personas derrotó a Willi Besmanoff, el 29 de noviembre de 1961. El viernes, una gran procesión atravesará la ciudad, circulando por varias arterias ya nombradas Mohamed Alí. “El mensaje que se envía es el deseado por el propio campeón, su mensaje final al planeta Tierra”, dijo Timothy Gianotti, un estudioso del Islam que participa en los preparativos. “El amor, el respeto, y la apertura a los demás: de lo que vamos a ser testigos en los próximos días, será verdaderamente el reflejo de este mensaje”, agregó.

Bob Gunnell, portavoz de la familia de Alí, no confirmó si el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, estará presente, pues la Casa Blanca no ha dado aún una respuesta sobre aquello. “The Champ”, cuya personalidad carismática marcó parte del siglo XX, tendrá posteriormente el último adiós con un entierro más íntimo en un cementerio en Louisville donde asistirán sus allegados. (I)

Manila aún recuerda la pelea entre Alí y Frazier

Un centro comercial abarrotado es el improbable legado de ‘Thrilla in Manila’, el combate más duro de Mohamed Alí. El desempate entre el legendario boxeador y Joe Frazier se celebró en 1975 en Manila, porque el dictador filipino Ferdinand Marcos buscaba beneficios políticos, 3 años después de decretar la ley marcial.  

Alí apareció junto al presidente y su esposa Imelda bajo los oropeles del palacio presidencial. Y luego se ocupó de lo suyo: un sangriento combate entre dos pesos pesados, en la húmeda caldera del Araneta Coliseum, que muchos consideran como la mejor pelea de box jamás vista.

“Fue algo así como la muerte, lo que más se acerca a la muerte” había relatado Alí. Fue declarado vencedor cuando el entrenador de Frazier, Eddie Futch, pidió que se detuviera el combate antes del 15º round, cuando su pupilo tenía los dos ojos cerrados a causa de los golpes recibidos.

El Araneta Coliseum sigue funcionando, 41 años después, y alberga combates de MMA (artes marciales mixtas) y conciertos.  En la cena posterior al combate, el propietario del lugar, Jorge Araneta, tuvo la idea de preguntar a Alí si podía utilizar su nombre para bautizar su nuevo centro comercial. El boxeador aceptó de inmediato, sin pedir retribución alguna. Así, el ‘Alí Mall’ fue construido cerca del Araneta, en un alejado lugar de los suburbios, y quedó convertido en santuario a la gloria del legendario deportista, fallecido el pasado viernes.

Generaciones enteras de boxeadores filipinos, entre ellos el campeón Manny Pacquiao, se han inspirado en el ‘Thrilla’, aquel combate que episódicamente puso bajo los focos de todo el mundo a una pobre dictadura del sudeste asiático.  

Frazier había ganado la primera manga en 1971, y Alí la revancha de 1974. En Manila, la animadversión entre ambos boxeadores era enorme, alimentada por las incendiarias declaraciones de Alí.

“Va ser algo sangriento, paralizante, terrorífico cuando acabe con el gorila en Manila”, había asegurado, dándole así su nombre al combate.   

Aquel 1 de octubre de 1975, a mediodía había ya cerca de 25.000 espectadores congregados en el Araneta, cuyo aire acondicionado no dio abasto.

“Era algo realmente terrible. Realmente húmedo” recuerda Lito Tacujan, periodista del Philippine Star. “No se podía tomar notas, nuestra mesa temblaba por los golpes que se intercambiaban en el ring. Era algo brutal”. Tacujan recuerda las palabras del entonces respetado periodista Ed Schuyler: “Deben estar orgullosos de que el combate se celebre aquí. Dentro de 25 años aún se hablará de ello”. Han pasado 40 años y aún se habla de ello. (I)

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