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El Telégrafo
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Un espacio para conocer sonidos experimentales

Un espacio para conocer sonidos experimentales
26 de marzo de 2011 - 00:00

El Teatro Variedades sirvió  como templo para la experimentación musical el pasado martes. En el marco del festival Música Viva se presentaron varios músicos, la mayoría jóvenes, quienes trabajaron con sonidos poco convencionales y que poseen  una amplia conexión con el ordenador.  La textura que produce lo electroacústico, música que nació en los años cincuenta y que se basa en los  sonidos pregrabados o sintetizados, llenó  el lugar.

Estos sonidos, muchos inspirados en la naturaleza, lo chamánico, los animales y los objetos,   tienen un gran contacto con la psique, más que  con un estado de ánimo determinado. Así,  en este recital denominado “Claroscuro” se empezó con aleatorias vibraciones electrónicas a cargo de Janeth Alvarado con su pieza Tape. De igual manera los ambientes que generó José Urgilés, secuenciados, sin ninguna frase musical determinada, sino respondiendo a sus instintos. Trinos de pájaros   se iban transformando en estridencias oscuras, complejas de digerir para un público poco acostumbrado a aquello.

Estas piezas, que  acompañan muy bien al video experimental, se pudieron visualizar cuando llegó Kmanifest, de Eduardo Flores. El movimiento de figuras fue un claro uso del abstracto geométrico que alivió en algo el peso de haber escuchado las piezas anteriores.  Con más intención en el movimiento que en la composición gráfica, los videos que acompañaron a Kmanifest también se perdieron en una sonoridad confusa. Cristian Proaño utilizó en su pieza una acción teatral cuando una chica arrastró en el escenario una silla en cuya pata estaba amarrada una botella.  Esto  simbolizando el chillido de la madera o una botella sobre el concreto. José Subía, quien con un violonchelo, por supuesto no interpretado de manera convencional, sino más bien aleatoria, hizo también su paso sin mucha gloria.

Los artistas, en su mayoría menores de  30 años, se encuentran en proceso de formación, aún muy lejos de lograr lenguajes sonoros como para un concierto. De todas maneras, el festival Música Viva, del Ministerio, hizo una mezcla entre artistas con más trayectoria y  nuevos.

Luego se alivió el concierto con la música de Milton Estévez, que aunque también es experimental y de vanguardia, tuvo más cuerpo que sus antecesoras.

Charlas en la Asociación Humboldt

Paralelamente a los conciertos en el Teatro Variedades y la Casa de la Música, en la Asociación Humboldt se llevaron a cabo, durante el lunes y el martes,  varias charlas en la que los músicos pudieron compartir sus experiencias. Muchos de los temas circularon alrededor de las  técnicas de  composición, ahora revolucionadas por los diversos programas en computadora. Arturo Rodas, Lucho Enríquez y Milton Estévez compartieron su experiencia sobre las nuevas implementaciones en la música.

El músico Geovanny Mera dio su discurso sobre el tema ¿Otra música es posible?, donde explicó que  no hay espacios para ejercer la música. “No hay siquiera una institución de tercer nivel que se especialice en música del Ecuador”. Ironizó el hecho de que en la San Francisco se formen las nuevas generaciones del jazz, cuando del Ecuador, al ser indio, afro y mestizo, podrían surgir infinitas melodías y sonoridades.

Mera concluyó en que otra música es posible, si los músicos se interesaran por los instrumentos del país,  se dejen de lado egos mezquinos y se abandonen los cargos burocráticos al que  han acudido para sobrevivir y ejercerlo de mala manera.

En las charlas fue notoria la presencia de músicos jóvenes, quienes  llenaron el teatro de la Aso. Humboldt.

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