Este fenómeno muy extendido constituye uno de los elementos más graves que desincentivan la participación política femenina. Para combatir esta práctica negativa es necesario visibilizarla ante la opinión pública.

Esta clase de comportamiento ocurre al interior de las parejas o exparejas del mismo sexo. Las manifestaciones son las mismas que se producen en una relación de hombre y mujer.

Hace poco denunciamos que los piropos son acoso y violencia machista. Pero a quienes nos quejamos nos llaman locas, amargadas o dicen que somos feas y no merecemos el “halago”.

El INEC realizó una encuesta en 20.880 viviendas urbanas y rurales sobre el maltrato femenino. El 64,9% de mujeres ha sufrido algún tipo de violencia. El 90,3% de agresiones no se denuncia.

Entre los cambios más importantes al Código de la Democracia está que las mujeres encabecemos el 50% de las listas pluripersonales y un artículo para establecer sanciones además de control para la violencia política de género.