La fabricación de herramientas como el espinel, trasmallo o atarraya siempre es un buen pretexto para unir a los pescadores. Ellos cuentan sus historias del mar mientras trabajan con el nailon.

En el cantón se han invertido en los últimos 20 años cerca de $ 3.500 millones en obra pública y privada. Uno de los sectores que mayor despunte ha presentado es el inmobiliario. La pesca sigue siendo el eje de su desarrollo.

Un pequeño ejército de vendedores ofrece sus productos, desde bocados criollos hasta agua de coco y mango en tajadas, además se alquilan toldas para protegerse del sol.

Las golfinas desovan todos los años -además- en las playas Murciélago, Santa Marianita, San Mateo, Los Esteros y La Resbalosa.

Los adornos trabajados por los artesanos son de ese material. Lámparas, ceniceros, maceteros, estanterías y los infaltables espacios para las plantas forman parte de los accesorios.

Este inmueble fue construido en 1918. El agua utilizada en las obras fue traída desde Panamá y Guayaquil.

Los habitantes de Coaque sacan de forma moderada el molusco, pues tienen claro que este recurso alcanza su edad madura luego de al menos 12 meses.

Los vuelos de las gaviotas sobre las olas y el tráfico marítimo son un espectáculo.