El Ministerio de Cultura de Colombia acaba de asignar 120.000.000 millones de pesos, que equivalen a unos $ 32 millones más o menos, como primera acción para enfrentar la pandemia coronavirus y proteger económicamente a los sectores más vulnerables de los creadores y, en general artistas de Colombia, con prioridad a los artistas adultos mayores. Aquí, nuestro Ministro de Cultura, que nos dijo a los pocos días de haberse posesionado del cargo, que en cultura se iba a estructurar la “famosa” economía naranja, para que de esa forma los creadores, intérpretes, ejecutantes y gestores culturales, se beneficien económicamente para poder vivir, hasta esta fecha no ha posibilitado nada al respecto. Pero esto será objeto de un debate posterior. Ahora, tenemos todos que arrimar el hombro para salir de esta crisis y, de la económica que la tenemos encima. Y esta última va para largo.
El hecho es que nuestros artistas y, principalmente los artistas populares, están cayendo. Y van a morir, con sus familiares donde hay muchos niños y ancianos, por el coronavirus y por la falta de alimentos e insumos médicos. Hay algunos que no tienen ni siquiera para adquirir mascarillas. No es exageración, Ministro. Usted es un artista y debe salir en auxilio de ellos. Las donaciones no sirven ni para subsistir un día. Le sugiero comedidamente obtenga un préstamo no reembolsable del Instituto de Fomento a las Artes, Innovación y Creatividades, antes FONCULTURA, para que ayude a los creadores y artistas ecuatorianos. De Colombia usted nos trajo lo de la “economía naranja” fruto de la investigación para el BID del presidente Duque y del periodista Felipe Buitrago. Le sugiero también seguir el ejemplo del Ministerio de Cultura de Colombia. Usted se está jugando una gran responsabilidad.
La literatura, las artes y en general las diferentes expresiones de la cultura, que nutren el pensamiento y la sensibilidad de los seres humanos, también en lo económico aportan significativamente al PIB de los países, aunque una buena parte de eso vaya a los bolsillos del poder económico mundial y, muy poco llegue a los creadores que generan el trabajo intelectual. La cultura y los creadores y artistas siempre somos la última rueda del triciclo. Ni siquiera del coche. (O)