Con cada nuevo Gobierno esperamos cambios ligados especialmente a legítimas aspiraciones personales y muchas veces también familiares, pensamos que en poco tiempo se podría contar con mejores condiciones para ejercer un oficio, la profesión, hacer negocios o emprender.
Es anhelo de realización en un entorno confiable, que permita el logro de caros objetivos a lo largo del tiempo. Amén de las tareas pendientes, en su primer año el gobierno de Lenín Moreno ha construido premisas positivas, verbigracia: discurso no agresivo, búsqueda de transparencia, gestión inclusiva.
Efectivamente, primero, los mensajes que emite el Presidente y autoridades de alto nivel, por lo general, difieren del estilo deleznable que solían utilizar con frecuencia personeros del Gobierno anterior, desde la cabeza, lo que lesionaba la paz general y hasta el funcionamiento de instituciones. La agresión verbal como regla de una década ha sido superada por una práctica comunicativa sensata, no invasiva.
Segunda cuestión, el último año transcurrido ha sido favorable para que en orden a lograr transparencia los ciudadanos conozcamos con mayor frecuencia y certeza informaciones, datos e investigaciones útiles para evidenciar tramas y redes de corrupción, esto ha permitido incluso el encarcelamiento de otrora altos funcionarios públicos. El trabajo sostenido por la transparencia es una misión que tenemos todos por una mejor sociedad.
Por último, el Estado se creó para servir al ciudadano, su funcionamiento solo puede explicarse en una dinámica incluyente.
La fórmula del Estado autorreferencial y centro de la vida pública que rigió los últimos años se agotó, para dar paso a una que lo relaciona con el sector privado, por lo que es de desear también un acercamiento mayor a universidades, colectivos, organizaciones sociales y de trabajadores.
Esta tarea compartida es aún más necesaria en contextos de crisis económica y alicaídas arcas fiscales. (O)