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En su Informe a la Nación del 10 de Agosto, el presidente Rafael Correa hizo un recuento de las principales acciones cumplidas por su gobierno y de las que están pendientes, y también algunos señalamientos, entre ellos que la pobreza es un problema político que depende de la correlación de fuerzas existentes.
Insistiendo en el tema denunció la miseria de buena parte de nuestros pueblos ancestrales, cuyas limitaciones son tomadas a veces como parte del folclor y de la falsa armonía con la naturaleza, tal como se lo hacía con las lavanderas de los ríos de Cuenca que algunos ensalzaban como estampas turísticas y no como lo que eran: expresión de la miseria que obligaba a mujeres a cumplir -para otros- tal tarea, en las frías aguas de ese sector idílico; verdaderas Jesusas del “Réquiem por la lluvia” de “Pipo” Martínez. Índices tristes referidos a mortalidad y morbilidad infantil, desnutrición, carencia de servicios básicos, analfabetismo, en nuestra selva amazónica reforzaron su argumento.
El Presidente insistió en que la mayor enemiga del desarrollo social sigue siendo la pobreza, aunque ella se ha reducido dramáticamente en su mandato, gracias a la gran inversión en los sectores sociales: salud, educación, seguridad social, la extensión del Bono de Desarrollo Humano y su aumento.
El fin de la tercerización, el concepto de salario digno, la elevación del mínimo, han procurado un incremento del poder adquisitivo de las familias, el descenso del desempleo y subempleo. El programa Manuela Espejo ha sido vital en el combate a la miseria.
Lo hecho ha sido posible por una política económica coherente con los principios que guían el proceso. El gran crecimiento en la recaudación de impuestos y los cambios en su composición, la nueva contratación petrolera y minera, que deja un monto importante de recursos para el Estado, permiten la construcción de inmensas obras de infraestructura que ahorrarán ingentes recursos y posibilitarán un salto cualitativo en la ordenación productiva del país, a la que se suma el impulso a la preparación de recursos humanos calificados como jamás se vio en nuestra historia.
Dentro de ese combate a la pobreza será necesario profundizar en la reforma agraria, que debe ser una revolución por sí misma, igual que el cuidado de los derechos de la naturaleza garantizados por la Constitución. El empoderamiento del pueblo en cada uno de los programas planificados es vital para enfrentar a esa enemiga principal, pues vencerla es posible.