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El Telégrafo
Tatiana Hidrovo Quiñónez

El populismo

10 de noviembre de 2016

Una vez más la derecha internacional desnuda su terror ante las mayorías: un video transmitido por YouTube difunde el viejo libreto contra el ‘populismo’. Ahora añade que la batalla no se libra entre grupos con ideologías opuestas, dígase izquierda y derecha, lo cual, según el argumento, es un disfraz, sino entre el populismo, al que consideran una anomalía de la política, y la opción de la república, concebida como un orden racionalizado e institucional, que permite las libertades individuales y el desarrollo del libre mercado.

La persona que aparece hablando usa la estrategia de la videoinfografía para articular las nociones de autoritarismo, populismo, paternalismo, y busca -sobre todo- convencer acerca del supuesto engaño realizado por los líderes populistas, al crear la dicotomía entre pueblo y antipueblo, todo con el fin de consolidar su poder.

Entre la lista de los populistas que resalta la derecha internacional, por medio del video, se encuentran en su mayor parte los líderes de los gobiernos progresistas que han regido y rigen en varios países latinoamericanos. Es decir, se busca localizar la enfermedad y anomalía populista, en América Latina. Nada raro, puesto que los centros colonizadores siempre han pretendido legitimarse argumentando una superioridad racial e intelectual, ideología que justifica la constante intervención, so pretexto de sacar de la barbarie a los pueblos inferiores, movidos, según ellos, por la pasión y la irracionalidad.

Este enfoque sobre Latinoamérica deviene sobre todo de ciertas escuelas de pensamiento, que revelan la preocupación de los centros de poder por entender por qué el poder popular se agita cada vez y cuando y canaliza sus demandas por medio de representantes que están fuera del control de las élites. Y por qué no han podido desarrollar instituciones clásicas, republicanas y liberales, que limiten tanto al Estado como al pueblo, considerado como un populacho. Frente al misterio de las masas latinoamericanas, y su forma peculiar de participar en la política, muchos académicos han terminado por concluir al unísono que se trata de una formidable manipulación, a partir de discursos que se despliegan en una coyuntura especial.

En contracara, para algunos pensadores latinoamericanos, como Ernesto Laclau, el populismo tiene su origen en las demandas de colectivos. Para otros intelectuales nuestros, el populismo es una estrategia racional de negociación de las grandes mayorías, marginados y excluidos, para intercambiar su voto por beneficios. Con enfoque histórico, se ha podido establecer que la acción popular tuvo un momento de irrupción en 1812, cuando buena parte de la población ejerció de manera imprevista su derecho al voto, otorgado por la primera Constitución que regía en el Imperio español, al mismo tiempo que circulaba la noción de soberanía popular.

Según el argumento del video, uno de los síntomas de la enfermedad populista es la construcción de un discurso que divide a la sociedad. Sin embargo, al cuestionar el maniqueísmo, el discurso de derecha lo reproduce asegurando que la guerra se libra entre populismo versus razón republicana. Este no es un error inconsciente, puesto que hay una coartada de fondo: eludir el problema de la división socioeconómico y desarticularla de la política.

Como se ve, el gran problema de la derecha es querer interpretar los procesos populares latinoamericanos con la lupa del ideal republicano y del Estado mínimo integrado hipotéticamente por individuos. América Latina es populista, entre otras razones, porque aquí sobrevive el sentido de lo popular-colectivo; porque la desigualdad activa la acción de las masas y el sistema crea constantemente nuevas demandas. Pero, además, porque es cierto que Latinoamérica tiene espíritu propio. (O)

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