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El Telégrafo

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Fander Falconí

Cuando los ricos resultan pobres

16 de diciembre de 2015

Era apenas una quebrada seca, como un ‘wadi’ de Oriente Medio; ya no más. Estos días de diciembre de 2015, tres comunidades rurales de Guano, provincia de Chimborazo, quedaron asustadas por los deshielos que han formado un río en la quebrada colindante Pucu Machay. Expertos en glaciares recorrieron el volcán Chimborazo y descartaron una posible actividad volcánica; ellos acusaron al calentamiento global. El Chimborazo está quedándose sin hielos; sus nieves no han sido tan eternas. Imposible repetir el delirio de Bolívar sobre el ‘dominador de los Andes’.

¿Cómo se puede valorar monetariamente el daño? De acuerdo a la teoría económica convencional, todo es valorable, incluso, no sin cierto cinismo y falta de ética, la vida humana. Primero, conocemos que China y Estados Unidos producen más del 40% del total de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) que causan el calentamiento global, y también tenemos el nombre de los siguientes países más contaminantes. Así que, por lo menos, sabríamos a quién cobrar el daño.

El problema de la valoración monetaria misma sería el complicado, dado que muchos beneficios y pérdidas sociales y ambientales, actuales y futuras, no tienen mercados, como los conocemos en forma usual.

Por el turismo interno y externo que deja de venir por la pérdida de este atractivo, X cantidad por lucro cesante. Una cantidad enorme en honorarios a psicoanalistas por todas las personas que sufren depresión al no poder admirar la belleza del nevado, incluyendo a miles en Guayaquil, pues desde allí se ve el Chimborazo en días despejados. Daños por deshielos, como el que ocurre ahora mismo en Guano, aumentan la cuenta. La disminución de nuestras reservas de agua, anoten los contadores. Y los gastos de cambios en papeles, libros y portales cibernéticos, puesto que nuestro escudo nacional ya no podría mostrar nieves que no existen. Una fortuna en pérdidas.

Sin embargo, la conferencia sobre cambio climático que acaba de concluir en París (COP21) no ha llegado a compromisos jurídicamente vinculantes. Tampoco ha reconocido la deuda ecológica de los países ricos con los países pobres, ni ha creado una corte de justicia ambiental para exigir compensaciones. Así que no tenemos a quién reclamar por la vía legal, aunque en términos morales tengamos la razón. Solo podemos cubrirnos del frío del páramo con los ponchos colorados de los puruháes y tomarnos un canelazo. Además, resulta difícil calcular cuánto mismo estamos perdiendo con estos deshielos.

¡Un momento! La vida humana no tiene precio. El Chimborazo no tiene precio. Porque en este caso la suma es mayor que las partes. No puede pagarse lo que es irrecuperable, a lo sumo puede haber compensaciones. En este caso, serían ínfimas comparadas con la pérdida.

Los países ricos que contaminaron el planeta y que son incapaces de detener el daño con sus muy anunciadas pero poco prácticas ‘cumbres climáticas’ no tendrían el dinero suficiente para devolvernos otro Chimborazo y el resto de colosos andinos que pierden glaciares. Ni en un millón de años. (O)

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