Las familias que huyeron de este cantón manabita permanecen refugiadas en improvisadas carpas armadas con plástico y palo. La solidaridad que hay entre ellas supera al miedo por los sismos.

Los trabajos de remoción de escombros avanzan en la localidad manabita, perteneciente al cantón Bolívar. Bomberos peruanos ayudan en la labor de señalar las casas que no pueden ser habitadas.

Los supermercados abrieron sus puertas en la capital manabita. Los estacionamientos no permiten vehículos, pero los clientes pueden ingresar y hacer sus compras en grupos de 40 personas.

La playa, ubicada a 38 kilómetros del cantón Pedernales, también fue impactada por el sismo del sábado. Hasta allí llegó el camión de la PUCE de Quito con 83 kits de alimentos y otros artículos.

El personal de la Marina distribuye la ayuda humanitaria para las zonas de Chamanga y Muisne, en la provincia verde. El apoyo voluntario sigue en los aeropuertos de Tababela y Tachina.

Las víctimas del terremoto admiten la necesidad de ayuda sicológica, especialmente para los niños y quienes perdieron a algún familiar.

La zona central de la capital manabita está devastada. En cada esquina es común observar ruinas. Los rescatistas ingresan a las estructuras con la esperanza de encontrar personas con vida.