Ya no fueron rumores, Ámbar Montenegro y su novio Michael Murtagh no estuvieron en Calle 7. La División ni siquiera las dos semanas que se decía, apenas una semana. Y es que el show de TC mi canal que arrancó empañado por acusaciones de plagio por el creador del reality chileno Mundos Opuestos, no ofrece nada nuevo a la televisión ecuatoriana. A pesar de los casting y el descanso que representó Calle 7 Teens & Moms, en esta undécima temporada de Calle 7 Ecuador hay de poca a nula renovación en participantes. La convivencia en una casa no aporta nada al formato, además de no estar clara la presencia de las excompetidoras de realities Romina Calderón y Fanny Garcés como administradoras de las Casas Cielo y de las tinieblas. La incorporación del exconductor de farándula Emilio Pinargote a esta nueva temporada tampoco afecta a la labor que ya venía realizando el aún presente Ronald Farina. En realidad no hay novedad ni recambio, tampoco innovación en el formato de una undécima temporada para un reality que ya desde su octava temporada venía decayendo rápidamente.

Incluso el lema de “La competencia es de verdad” decae porque las competencias físicas que son eje de Calle 7 Ecuador se ven impostadas y no tan arduas. La falta de originalidad en formato está empobreciendo los contenidos. Los momentos en que se ve qué ha sucedido en las Casas Cielo y de las tinieblas se perciben falsos, pregrabados y nada exigentes para los participantes. Los efectos dramáticos de congelamiento de cuadros en la Casa de las tinieblas se notan forzados ya que más fuerza tiene la presencia de Fanny Garcés, administradora de dicha casa. Los retos artísticos y las pruebas impuestas por las administradoras de las casas son fofos en cuanto a su ejecución, no ayudan a que Calle 7 La División sea mejor ni peor show. Apenas la musicalización da vida a este reality.

Ya en el pasado el público vio convivir en casas a participantes de Popstars, Tumbao La Casa del Ritmo, Gran Hermano, Gran Hermano del Pacífico y La Casa de La Plena, pero los realizadores, animadores y participantes de Calle 7 La División parecen no haber aprendido de esas experiencias televisivas. Este nuevo reality de competencia y encierro en una casa carece de sustancia, y es que desde su estreno del 2 de mayo no ha generado impacto. Los participantes solo se muestran prestos a peleas y polémicas.

Otro error fue darle impulso con la presencia de Ámbar Montenegro, quien ya posee trayectoria en realities de tres países. ¿Para qué invitarla a participar si estaba comprometida con shows en otros países? Parece ser que los productores de Calle 7 La División olvidaron que los participantes populares deben nacer en el seno del reality que los acoge, no traer fama previa y hacer acto de presencia como sucedió esta vez con Montenegro.

Tomar nota que los populares ‘El Lobo’ y ‘Juancho’ ganaron fama en los realities en los que triunfaron y posteriormente esa misma fama no siempre los ayudó a mantenerse en pantalla.  El carisma o la estrella de los participantes de un reality debe nacer y crecer exponencialmente en el show, al momento. Calle 7 La División debe aprender de sus predecesores para poder crecer, sino perecer. (O)