Emotiva hasta el final, confirmado en las lágrimas del coach Jerry Rivera cuando su participante ‘Gutto’ Vicuña resultó ganador de la primera temporada, fue la emisión del reality La Voz Ecuador. Televisivamente, a pesar de la presencia de tres coaches y cuatro co-coaches internacionales reconocidos, y la sólida intervención como coach del ecuatoriano Daniel Betancourth, faltó bastante, ya que tras bastidores fallaba su diseño arquitectónico. Se aprecia el esfuerzo de Teleamazonas por poner al aire los mejores realities en contenido de los últimos años como Bailamos, pero en La Voz, para cumplir con la franquicia mundial, se vieron obligados a apostar más por la apariencia, y los contenidos, sin ser malos, perdieron relevancia. La conexión de los participantes era mayor con la copresentadora Constanza Báez, los cuatro coaches, sus familias y la audiencia cautiva de La Voz porque al público masivo ecuatoriano no le convenció una competencia que estuvo mayoritariamente grabada.

El reality multiexitoso a nivel mundial formó una nueva estrella pop que lleve el nombre de Ecuador, no necesariamente que lo represente. Tal vez había más potencial en Vinicio Díaz y Enrique Andrade. La Voz Ecuador pareció centrarse más en el marketing porque pasaron a la final, con voto del público, la de dulce voz de Manuela Mora y la jovencísima (16 años apenas) Paola Villacís. Algo también en los gustos de los coaches por la insistencia de Marta Sánchez por promocionar voces extrañas, como la de su finalista Omid Forootan. Que si existieron besos entre Marta y Daniel o Coqui, el deseo de ganar al igual que lo hizo en Perú de Jerry, o el cambio del escritorio de Coca-Cola FM a cargo de Nata Cassette por la Red Room de Marco Guadalupe para el tras cámaras durante cada emisión perdieron espacio ante el sentimentalismo en pantalla y las emociones generadas en las audiencias en el set y en casa.

En realidad a las audiencias en set se las escuchó poco en pantalla, y las participaciones de artistas invitados nacionales y extranjeros parecieron apuradas y cronometradas al dedillo como las de Joey Montana en la final. El especial de diciembre 13 con lo mejor de La Voz Ecuador también fue arma de doble filo, porque solo intervinieron en entrevistas los cuatro finalistas.

Lo malo de ese especial, además de competir con la final en vivo de Ecuador tiene talento 4, donde le mandaron una indirecta a su franquicia, fue obviar la mayor exhibición del making off que hubiese llamado más la atención televidente. Lo bueno es que era una reflexión corporativa y personal de lo hecho con una franquicia.

Quizás el emitir La Voz Ecuador de lunes a viernes fue una mala idea, ya que los jueves tenía como competencia, para quienes tienen televisión pagada, a The Voice, su contraparte estadounidense por Canal Sony. La dinámica entre coaches nunca convenció. Pareció un panel, mesa redonda o foro, no una competencia por descubrir a la mejor voz del país. El final con la lluvia de confeti y la iluminación blanca intermitente fue la señal de que algo se apresuró para cerrar un reality que en todo país es éxito en audiencia y rating, más en ‘radio bemba’. (O)