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Especial

Un proscenio acercará a los asistentes a los 'Cuatro jinetes'

Un proscenio acercará a los asistentes a los 'Cuatro jinetes'
Foto: Mario Egas | El Telégrafo
29 de octubre de 2016 - 00:00 - Luis Fonseca Leon

Su segunda visita a Ecuador es para presentar el disco Hardwired... to Self-Destruct, en cuyo tema ‘Moth to a Flame’, el guitarrista y cantante James Hetfield grita que la vuelta atrás no tiene pausa, al menos por ahora. Cuando la batería —más precisa que técnica— del danés Lars Ulrich marcó el inicio de ese tema en Puerto Rico, el miércoles pasado, los asistentes ya se habían dado cuenta de que James llevaba puesto un chaleco de cuero que tenía un juego de cartas en la espalda, la imagen que los ingleses Motörhead introdujeron en el disco Ace of Spades, en 1980.

Como bienvenida, un grupo de fanáticos ecuatorianos puso la imagen del disco Hardwired... en el escudo de Ecuador, dentro de una bandera que mide 16 metros de ancho por 9 de alto y que se paseará sobre las cabezas de los asistentes.

Antes de que Metallica suba al escenario del Parque Bicentenario —un “búnker infranqueable” de 20 metros de altura, con 3 pantallas gigantes, montado por el ingeniero de sonido Phillip Giulliano al mando de un centenar de trabajadores—, otra banda que ha sabido renovarse con los años abrirá el telón. Los cuencanos Basca han manifestado que la invitación será el cumplimiento de un sueño, uno que se ganaron a pulso al ser el grupo de mayor convocatoria en el heavy rock nacional.

Hace 3 años, la noche en que Metallica dio un salto al cine en tercera dimensión, Hetfield apareció frente a las cámaras con un chaleco en que llevaba bordados parches con los nombres de grupos de antaño, aquellos que lo influenciaron y que conformaron el particular sonido de su banda. El filme se llamó Through the never, un hito épico en concierto que documenta lo que es casi una costumbre del cuarteto que ostenta la etiqueta de la banda del thrash metal más célebre del planeta. La prenda de mezclilla de James era una declaración de principios, comparable a sus interpretaciones de clásicos de los grupos Thin Lizzy, Blitzkrieg o Diamond Head.

Hace 3 días, Hetfield entonó sus 6 cuerdas al unísono con las de Kirk Hammet en el escenario del coliseo José Miguel Agrelot —en San Juan, Puerto Rico—, mientras interpretaban ‘Whiskey in the Jar’, la versión de una leyenda irlandesa que patentó la primera de las bandas nombradas. El ritmo de las ‘guitarras gemelas’ y el posterior duelo sonoro de estos instrumentos es característico del heavy metal de hace 3 décadas. La potente canción ‘The Four Horsemen’, por ejemplo, se inmortalizó en Kill ‘Em All, el debut discográfico de Metallica, en 1983.

Desde los años 90, las reminiscencias parecen uno de los sellos de este tipo de música y los ‘Cuatro jinetes’ —que nunca han dejado de renovarse compositivamente— ya le habían hecho un guiño al pasado con el redondo Death Magnetic, de 2008.

El Reino Unido fue el horizonte iniciático de Metallica, en esos países se reflejó no solo para forjar su imagen, sino también para darle forma a su sonido. La pesadez de la canción ‘Blitzkrieg’, del grupo londinense homónimo, es algo que han asumido todos los bajistas del grupo —Cliff Burton, Jason Newsted o, el actual, Robert Trujillo— al poner su base rítmica en la interpretación de temas como ‘Fade to black’ —Ride the Lightning, 1984— que, dicho sea de paso, parece haber bebido de los acordes de ‘A National Acrobat’, la canción que los míticos Black Sabbath habían grabado, una década antes, en el disco Sabbath Bloody Sabbath.

Hace casi un año, Blitzkrieg debutó en el país ante un centenar de metaleros. Para el concierto que Metallica dará esta noche en Quito se esperan 25 mil personas. Los ingleses son parte de una tendencia artística que rompió la horizontalidad sonora en el período 1980-1985, conocida como Nueva Ola del Heavy Metal Británico (NWOBHM, por sus siglas en inglés) y sobre la cual su sexagenario guitarrista, Ken Johnson, le decía a este diario que reniega un poco al ver, en perspectiva, carreras como las de los estadounidenses, que se decantaron por composiciones más simples. Unas que no estaban a la altura de las expectativas de quienes se habían subido a la ‘ola’ en la época aludida.

Como fuera, la velocidad ha sido constante en la carrera de Metallica. Los coleccionistas saben que en una vuelta de vinilo —Master of Puppets, de 1986, por caso—, Hammet & Hetfield metieron un estribillo entero, como si de orfebres del vértigo se tratara. Alguna vez, James le dijo al reportero de un fanzine de época, Metal Mania: “Eso que se empezó a llamar thrash metal, para mí era auténtico heavy metal, es decir, vatios, volumen, tralla, energía... Nosotros no hacíamos canciones de amor ni hablábamos de coches de lujo ni de champaña. Éramos chicos de la calle, y hacíamos el tipo de rock duro, crudo, violento, que los tipos rudos querían oír, hartos de tanta balada de Journey”.

Sobre la lejana noche en que estos chicos callejeros ganaron su primer Grammy —el 22 de febrero de 1989—, Kirk le dijo a la revista inglesa Kerrang!: “En quien más pensé fue en Cliff Burton —el compositor de ‘Anesthesia (Pulling Teeth)’ que falleció en un accidente de gira en Suecia a fines del 86—. Sé perfectamente que él hubiera odiado estar ahí (en la ceremonia), porque era muy jipi, muy anticonvencional, pero hay que ver hasta qué punto la gran industria del disco nos apoyaba siendo cuatro melenudos borrachines, gamberros y ruidosos; en el fondo, eso le hubiera hecho sentirse bien a Cliff”. Hamett estaba convencido de que, hace unos años, sin los miles de discos vendidos, una irrupción de Metallica en la gala de los Grammy hubiera provocado que llegara la Policía a desalojarlos.

El luto le había sobrevenido a una cabalgata llena de excesos. Entonces, editaron Garage Days, un EP de versiones donde está ‘Helpless’, la corrosiva pieza que compuso Diamond Head para el disco Lightning to the Nations que se grabó en la Inglaterra de 1980. De este grupo emblemático, Metallica suele interpretar la oscura ‘Am I Evil’ y lo hizo hace 3 años junto a quienes conforman el Big Four, los 4 grandes grupos del thrash metal: Megadeth, Slayer y Anthrax. Dave Mustaine, de los primeros, fue expulsado, en 1983, por su violento comportamiento y apenas alcanzó a escribir las partituras iniciales de la leyenda.

James renueva su chaleco cada tanto. El de mezclilla se perdió en un show, quizá nunca vuelva a usarlo, pero es como si lo llevara puesto. En todo caso —y más allá del aura comercial que los envuelve— el cuarteto jamás podrá deshacerse de la proclama que le impregnaron a la canción ‘Whiplash’: “Habitaciones de hotel y autopistas... la vida aquí fuera es dura, / pero jamás nos detendremos, no podrán vencernos ¡porque somos Metallica!”. (F)

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