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El aparato fue propuesto a rebeldes opositores, pero lo rechazaron porque les interesaba más conseguir armamento

El dolor sirio mueve a inventores

Fotografía cedida por el Proyecto Robotena, en la que se ven los brazos del prototipo inacabado del robot Tena. Su estructura metálica evitará los disparos de las armas de fuego. Foto: EFE
Fotografía cedida por el Proyecto Robotena, en la que se ven los brazos del prototipo inacabado del robot Tena. Su estructura metálica evitará los disparos de las armas de fuego. Foto: EFE
24 de marzo de 2014 - 00:00 - Agencia EFE

Beirut, Siria.- Cansados de ver el sufrimiento de sus compatriotas, dos amigos sirios, Ahmad y Bilal, crearon un robot para rescatar a los heridos en la guerra, a prueba de francotiradores.

Tena es el nombre del prototipo que estos ingenieros exiliados, originarios de Alepo, han diseñado y que ahora buscan financiación para poder completarlo.

Al Haidar explica en una conversación desde Francia que quedó impactado en 2012, cuando impartía clases de informática en Alepo, por la muerte del hermano de uno de sus estudiantes, que falleció desangrado en la calle porque nadie se atrevía a atenderlo por miedo a los francotiradores.

“En el caso de Bilal, fue el fallecimiento de un primo, que perdió la vida en circunstancias similares, que lo animó a crear Tena”, recuerda Al Haidar, quien estudió ingeniería informática durante dos años en Catar y se especializó en Inteligencia Artificial.

Por las dos muertes reflexionaron sobre la forma como podían ayudar a los heridos en medio de un tiroteo y gestaron el proyecto Robotena (robotena.org).

Hace un año

Los dos amigos, que se conocen desde que tenían cinco años y siempre soñaron con inventar cosas juntos, comenzaron la construcción del robot hace menos de un año.

Aunque la idea surgió en el barrio de Al Sajur en Alepo, donde residían, Tena ha tomado cuerpo en Turquía, donde los dos viven exiliados actualmente, aunque Ahmad suele viajar a Francia para visitar a su esposa francesa.

El robot consiste en una especie de excavadora dotada de un ordenador y de brazos metálicos para poder sacar a los heridos en zonas donde hay presencia de francotiradores, sin riesgo para los equipos de rescate, ya que será operado por control remoto.

La víctima u otra persona podrá contactar con el aparato, que contará con GPS, a través del móvil o por radio. Ahmad y Bilal, ambos de 28 años, terminaron los brazos del prototipo hace un mes pero les falta una excavadora.

Un poco de ayuda

“Hasta ahora hemos gastado $15.000, pero necesitamos 7.000 más. Nos hemos autofinanciado completamente, de hecho mi mujer vendió su coche por Tena”, destaca el ingeniero, que ahora se gana la vida como traductor para periodistas extranjeros en Turquía desde su marcha de Alepo en septiembre de 2012.

Hasta el momento nadie se ha interesado en patrocinar este proyecto, aunque sus creadores lo han planteado a diferentes ONG y a agencias de la ONU.“También se lo ofrecimos a los combatientes de la  oposición, pero están más preocupados por conseguir armas”, se lamenta Ahmad, quien hace hincapié en que el fin es 100% humanitario y que el primer prototipo será gratuito para quien esté interesado.

El nombre del robot tiene su origen en “una historia de amor de cuatro horas” en un avión, donde Ahmad conoció a una finlandesa llamada Tena, aunque el inventor enseguida puntualiza que la idea surgió antes de conocer a su esposa, Isabella.

Ejército Electrónico Sirio

Antes de la aparición de Tena en su vida, Ahmad ya había destacado en Siria por sus dotes tecnológicos,   incluso le ofrecieron en 2011 cumplir el servicio militar en las oficinas del Ejército Electrónico Sirio, una red de ‘piratas’ informáticos partidarios del régimen de Bashar al Asad.

Ahmad rechazó hacer el servicio militar y vivió escondido en Alepo hasta que  escapó. Pero antes tuvo la oportunidad de conocer una de las sedes del Ejército Electrónico Sirio en su ciudad. “Cuando me lo ofrecieron visité una de sus oficinas para fingir que me podía interesar y que no me dieran problemas hasta que pudiera esconderme”, rememora.

Para Ahmad  fue una “experiencia de película”, porque lo llevaron a una tienda de ordenadores “que parecía normal”, pero que en su sótano albergaba equipos informáticos sofisticados que procedían de Estados Unidos, que jamás había visto en su vida, y a diez personas que trabajaban para el grupo de ‘piratas’ informáticos.

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