Solo el Mall tiene servicios (Galería)

Junto a una zanja, en una casa de caña que mide aproximadamente 4 metros de fondo por 3 de ancho, vive hace 10 años Patricia Vera con su esposo y sus 3 hijos.

La falta de dinero y de un trabajo estable ha hecho que permanezcan en la misma vivienda, ubicada en El Fortín, al noroeste de Guayaquil.

Los moradores del sector recuerdan que hace aproximadamente 2 años cuentan con el servicio de agua potable y que la pavimentación de las calles llegó hace más de un año, aunque la conexión del alcantarillado aún es una tarea pendiente.

Patricia sostiene que a diario lidia con los malos olores que emanan de la zanja, debido a los desperdicios de alimentos y abundante maleza. “Mis niños se enferman a cada rato, les ha dado fiebre, gripe y hasta paludismo”, dijo.

A más de la preocupación por el estado de salud de los menores, Patricia teme que llegue la temporada invernal y se repita el mismo episodio del pasado 8 de mayo, cuando su casa se inundó tras la denominada ‘lluvia más fuerte en 14 años’.

Aquella noche, la crecida del canal hizo que obligadamente Patricia se mude con sus hijos a casa de una vecina, porque los desperdicios habían entrado a su hogar y estaba en peligro de colapsar. “Lloraba al ver que esto era horrible, tuvimos que pasar por el agua y mandar a mis hijos más arriba. Fue una desesperación total”, dice Patricia al recordar que unas cuadras más adelante una mujer perdió a sus 2 hijos, que fueron arrastrados por la corriente.

De aquella desgracia se salvó Rocío Pardo, quien vive en el sector hace 13 años. “Me puse a llorar con mis hijos en una litera, porque donde se nos metía el agua... a dónde íbamos a parar”.

Aunque su vivienda es un poco más grande que la de Patricia, expresa que tiene la misma preocupación que su vecina y la de los propietarios de las casas que habitan en los alrededores del canal. “Las personas que vivimos cerca de la zanja somos las más perjudicadas, porque los tubos que pusieron están llenos de basura, de palos y de todo”, manifestó Rocío.

Otro de los moradores, Thomás Cabrera, indicó que en el invierno pasado su casa de caña y madera estuvo a punto de irse a ‘pique’ al canal, pero tomó medidas a tiempo.

Un oasis en medio de carencias

En las casas de Thomás y de los cerca de 400.000 moradores del Fortín no hay alcantarillado. Se han ingeniado para botar los desechos a través de pozos sépticos.

Contrastando su realidad está el nuevo Mall El Fortín. Ubicado en la entrada principal del km 25 vía Perimetral, entre las avenidas Modesto Luque y Casuarina, el centro comercial tuvo alcantarillado antes que el barrio donde se ubica.

Las aguas servidas del centro comercial son descargadas hacia un colector que va desde la calle Casuarina hasta su propia planta de tratamiento aliada con Interagua. Dos veces a la semana se desechan entre 2 y 3 toneladas de basura, que son trasladadas hacia un centro de acopio, en donde se separan los residuos reciclables.

El Fortín fue inaugurado en noviembre de 2013 como parte de un Complejo Multipropósito, que construirá un plan habitacional de 350 viviendas, una iglesia y un parque acuático, administrado por el Municipio de Guayaquil. Hasta el momento el proyecto cuenta con un pequeño camposanto.

Para Agustín Mero, de 63 años, la construcción del centro comercial representa un atractivo familiar. “Es bueno porque algunas personas van, se divierten, compran, pero ojalá hubiera sido una obra que nos valga mejor a nosotros”.

El espacio está asentado sobre 58.000 m2, tiene 3 pisos con 100 locales comerciales, de los cuales 36 están en proceso de concesión. La mayoría de negocios tiene las características de un ‘outlet’, con precios rebajados y económicos.

Persisten otras necesidades

Una de las zonas cercanas a El Fortín, Cordillera del Cóndor 1, tampoco cuenta con alcantarillado y  la única línea de buses que pasaba por la zona (105) dejó de circular ante los repetidos asaltos. Ahora las tricimotos son el medio de movilización más cercano.

Así lo afirma Agustín Mero, dirigente del sector, quien prefiere caminar varias cuadras para tomar un bus. “El señor Alcalde dijo una vez que iba a mandar alimentadores, pero, cuándo será”, manifestó.

Mero reconoce que en 18 años la zona ha avanzado lentamente. El dirigente cuenta que “comenzamos de cero. Hace 12 años todos los moradores creamos el comité y el primer pedido fue el alumbrado, y lo conseguimos; pero aún hay problemas con la salud y educación porque faltan escuelas. Siempre hemos tratado de conseguir un subcentro por aquí cerca. Hay un parque que también lo pedimos y nos han dicho que en 2 meses vienen a remodelarlo”.

En el centro de la cooperativa se encuentra el Colegio Eugenio Espejo, en donde un anuncio grande indica que será convertido en una Unidad Educativa del Milenio.

Franklin Barreno, gerente de marketing del mall El Fortín, considera que ahora “los habitantes cuentan con una infraestructura nueva que les da un sentido de pertenencia, porque ya no tienen que usar tiempo, dinero y transporte para salir a la zona de las bahías”.

Además expresa que Carlos García, el propietario del mall, desarrolló el proyecto como una retribución a una sociedad que no ha sido atendida por el sector privado.

Según Barreno, el centro comercial se ha ajustado a las necesidades del sector. Dice con orgullo que ofrecen el servicio de mototaxis