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La pesca en bongo es ecológica y además ancestral

Luis Francisco López, pescador artesanal de la zona de Los Esteros, en el noroeste de Manta, arribando luego de una faena en el mar. Atrapa peces de carne blanca que lleva para el consumo de su familia, amante de los mariscos.
Luis Francisco López, pescador artesanal de la zona de Los Esteros, en el noroeste de Manta, arribando luego de una faena en el mar. Atrapa peces de carne blanca que lleva para el consumo de su familia, amante de los mariscos.
Foto: Patricio Ramos / EL TELÉGRAFO
15 de mayo de 2018 - 00:00 - Patricio Ramos

Su estructura es de madera. Las  paredes están recubiertas con fibra de vidrio, ello le permite deslizarse en medio de las olas con mucha versatilidad. Es el bongo (embarcación artesanal ancestral manabita). La nave es utilizada para las labores de pesca de orilla. Su autonomía le permite alejarse máximo a dos millas de la playa.

Los pescadores artesanales, muchos de ellos adultos mayores de más de 65 años, son los tripulantes de estas pintorescas embarcaciones. Los bongos de fácil transporte son estacionados sobre las playas.

Estas naves milenarias, originalmente eran estrechas, ahora son más anchas.

El pasado 8 de mayo, Luis Francisco López (82) llegó a las 10:30 al norte de la playa Los Esteros en Manta después de una faena de pesca.

Salió a las 02:00 junto a su compañero Diómedes García (60). Empezó la temporada de viento. Por ello Luis y Diómedes ubican una vela plástica para alejarse de la playa donde está su zona de pesca. Se trata de la pesca de orilla.

Cuando no hay viento el bongo es impulsado con la ayuda de dos remos que forman parte del equipo de este bote ancestral. “Mi bongo de cuatro metros de largo por 80 centímetros (cm) de ancho y 50 cm profundidad, en el mar es como una hoja que se mueve según la fuerza que se ponga en los remos”.

En las primeras embarcaciones había que tener buen equilibrio, medían máximo 45 cm de ancho, apenas cabían dos tripulantes, uno en la proa y otro en la popa, asegura Diómedes.

“Esta modalidad de pesca a más de ser ecológica conserva la tradición de nuestros antepasados quienes estaban agrupados en la cultura Manteña”, cuenta José Rivas, pescador de la zona.

“Deslizarse en bongo, es una experiencia única, el bote a ratos lo dejamos que lo lleve la corriente especialmente cuando viajamos hacia el norte”. De regreso la vela de plástico hace lo suyo y mueve  al bongo de vuelta a la playa.

Entre mayo y enero, cuando los vientos soplan con más fuerza, la vela es de mucha ayuda. Este tipo de naves son una herencia de nuestros antepasados los manteños que navegaban a bordo de sus balsas.

Los bongos que en Manabí se los utiliza para la pesca al filo de playa, además  están en Jaramijó, Machalilla y en la zona del estuario del río Chone en el norte de la provincia.

La historiadora manabita, Libertad Regalado, en su libro Habilísimos pescadores, cuenta que en los antepasados, los manteños eran netos hombres de mar.

Esos datos se lograron registrar en hallazgos arqueológicos, relatos de los conquistadores, datos de la época colonial, donde se cuenta sobre las habilidades que transcurridos los años siguen innatas. Ahora son los cholos pescadores descendientes directos de los Manta quienes navegan en bongos.

Manta y las costas de Manabí, asegura Regalado, muestran su crecimiento gracias a la actividad pesquera, cuya movilidad del bongo a remo evolucionó hacia la tecnificación con  motores y embarcaciones en su mayoría de estructura metálica recubiertas con fibra de vidrio.

Pero el bongo, no solo es para navegación, también se lo usa para las labores de pesca en el perfil costero de los pueblos del suroeste de Manabí.

El bongo además resulta ser un elemento distintivo cultural de los pescadores artesanales de Jaramijó, que aún están en el noroeste de Manta. (I)   

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