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El Telégrafo
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Mujeres voluntarias ayudan a imponer la cruz de ceniza

Rosa Utreras, ministra de Comisión, fue una de las voluntarias que participó en el rito.
Rosa Utreras, ministra de Comisión, fue una de las voluntarias que participó en el rito.
Foto: John Guevara / EL TELÉGRAFO
14 de febrero de 2018 - 13:58 - Redacción Quito

Ramos de romero bendito son puestos en un brasero para que ardan a fuego lento hasta que se incineren. Luego, se mezclan con agua para que se forme una pasta gris. Es la base de la pavesa que se imponen en las frentes de los fieles católicos, los miércoles de ceniza.

Cada año, Édgar Hidalgo, párroco de la Iglesia de Santa Teresita, coloca la mezcla en un recipiente de barro o de cristal para marcar a los creyentes. "¡Arrepiéntete y cree en el Evangelio!" les repite mientras presiona el pulgar sobre los fieles católicos que forman una fila tras escuchar la sagrada eucaristía.

El Miércoles de Ceniza es el primer día de la Cuaresma en los calendarios litúrgicos de los católicos y anglicano. Se festeja 40 días antes del Domingo de Ramos que da comienzo a la 'Semana Santa', también conocida como la 'Semana Mayor'.

La capilla de Santa Teresita ubicada en el sector de La Mariscal (norte de la ciudad) es conocida por acoger a los oficinistas del sector, que llegan a escuchar la Santa Misa. La mañana de este miércoles no fue la excepción. Alrededor de 200 personas acudieron al templo para celebrar la eucaristía. Para ello, el padre organizó a los fieles en dos filas en el centro y una en la derecha, al frente del altar.

Esta mañana, el padre no se dio abasto para imponer la cruz en las frentes los creyentes. Por ello se apoyó de dos voluntarias. La primera fue Rosa Utreras, ministra de Comisión, quien siguió una formación previa para tener este "privilegio".

En este menester también hubo el apoyo de Rosario Lozano, voluntaria del grupo de Oración y Meditación desde hace 7 años.

"Repartir la ceniza es una labor sagrada. Antes de ser dignas de hacerlo tenemos que cumplir un proceso de formación y mantenernos en oración", expresó la fiel.

Francisco Guerra (52 años) fue uno de los creyentes que recibió la cruz de polvo de las manos de Lozano. Llegó acompañado de su padre, Jacinto Guerra (101), quien se moviliza en silla de ruedas.

Los dos vienen todos los días desde el sector de la América para recibir la sagrada misa. Esta ocasión no fue la excepción. "Para nosotros es muy importante la misa porque representa la conversión", comentó el hombre. (I)

 

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