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Nuestra legislación prohíbe llamarlos de forma rara desde 2015

La TV influye a la hora de poner nombres

La TV influye a la hora de poner nombres
Foto: El Telégrafo
02 de noviembre de 2016 - 00:00 - Redaccion Sociedad

La serie juvenil Beverly Hills 90210, transmitida en 1990, narra la historia de amor de un grupo de adolescentes que vivía en una lujosa localidad estadounidense. La ficción fue un éxito en la televisión internacional. Durante 10 años consecutivos el relato dramático fue calando en el gusto de sus seguidores en el mundo.

En Ecuador, Katiuska Moreira, de 42 años y profesora de ballet, fue una de las consumidoras de la producción audiovisual proyectada en señal abierta. Ella cursaba la secundaria cuando empezó a verla. Aún recuerda los episodios de la ficción.

Al quedar embarazada, en 2003, escogió el nombre de uno de los protagonistas para su hijo. Le puso Dylan (Mckay).

Dylan Reyes Moreira, de 22 años, cuenta que le gusta su nombre porque es agradable y poco común. “Me identifican rápido”.

En Ecuador, entre 1990 y 2004, 1.537 niños fueron inscritos de igual forma. Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC),  Dylan, en 2015, predominó en las preferencias de los padres.

Las razones

Para el semiólogo Hoover Mora, en la selección se impone la tradición con el fin de no perder la memoria familiar (padre o abuelo); la tendencia religiosa (santoral del día, el patrono o un santo en específico); y la moda.

Katiuska Mendieta, otra ciudadana que llamó así a su hijo, recuerda que su esposo lo propuso. Pero en este caso su origen fue por la admiración hacia el cantante norteamericano Bob Dylan (Premio Nobel de Literatura 2016). Cuando estaba en el segundo mes de embarazo -cuenta- su pareja sugirió Dylan Andrés (hoy de 7 años).

En el territorio nacional también vive Dylan Jessiel Bustos, de 2 años. Su padre Geovanny y su mamá lo bautizaron así por el futbolista francés Dylan Louiserre.

El sociólogo Vladimir Sierra recuerda que la denominación antes estaba vinculada a los accidentes geográficos. “También los nombres se remontaban a momentos importantes de la historia, como el descubrimiento de América (actualmente existe un cantante chileno que se llama Américo)”.  

Sin embargo, con la expansión de las culturas y tras la Segunda Guerra Mundial se volvió más fuerte la influencia de la moda americana, a través de la cultura de masas.

Después de este período -agrega- hay  un deseo de bautizar a los vástagos con nombres anglosajones (figuras del deporte, cinematográfica o  cultura pop). “Todo nombre de otra parte sirve como dispositivo de distinción social”.

Annabelle -observa- es de origen italiano y simbólicamente se diferencia de María que es hebreo (llegó con la conquista española). Aunque, María todavía es preferido por las ecuatorianas.

La psicóloga Hypatia Mendoza explica que la selección de nombres de personajes influyentes está relacionada con la identificación con ídolos. “Los padres quieren tener un poco de ellos, sin importar que no concuerde con el apellido latino”.

Cada persona -agrega- posee una historia detrás de un nombre. El de ella, a pesar de ser guayaquileña, tiene raíces griegas. “Mi hermano, quien era un estudiante matemático, propuso a mis padres Hypatia, como aparecía en el álgebra (una de las primeras mujeres famosas en la historia, filósofa)”.

Una decisión importante

El sociólogo Sierra considera importante la decisión porque configura el yo interno.  “El riesgo de seleccionar nombres que suenan bonito, pero que tengan un peso histórico, es que los niños puedan enfrentarse a discriminación”.

En el país, después de la caída de las Torres Gemelas en Estados Unidos se registraron niños con el nombre de Osama y tras las guerras mundiales con el de Hitler. “Esa persona deberá cargarlo el resto de sus vidas”.

En el Registro Civil también constan 6 Querubín, 13 Barbie, 268 Ken, 2 Superman, 1 Batman, 1 Quiko, 1 Caperucita y 451 Blanca Nieves.  En Manabí hay una persona que conserva el nombre de Puente Vacacional Andrade.

Regulaciones

Empero, la Ley Orgánica de Identidad y Datos Civiles, desde 2015, prohíbe la inscripción de nombres raros, extravagantes o ridículos.

Un equipo periodístico de este diario acudió a las oficinas del Registro Civil de Guayaquil y consultó  si era posible inscribir a un niño como Yango (origen asiático). Uno de los trabajadores que atendió la pregunta respondió que no estaba aceptado. Y recomendó uno en español. Aunque indicó que no hay una lista de restringidos.

Simplemente están vetados los estrafalarios como ‘Alka-Seltzer’.

Asimismo, la ley actual contempla el cambio de nombre a partir de los 18 años. Su trámite tiene un costo de $ 12 en cualquier agencia.

Desaparición de apellidos

Los datos del INEC revelan la desaparición de 391 apellidos: Alangací fue inscrito por última ocasión en 1916 y Chiscueta en 1908.

El semiólogo comenta que entre las razones para la reducción de algunos están la disminución de los hombres que lo llevan y la adopción del materno (permitido por la  Constitución de la República).

Sin embargo, hay más personas con otros apellidos que se volvieron numerosos: Zambrano, desde 1908, empezó su ascenso y actualmente están registrados 216.343. Las provincias con más personas llamadas así son Manabí y Santo Domingo de los Tsáchilas.

Sánchez, en cambio, ocupa el segundo lugar con 193.611. La mayoría se encuentra en Guayas y Manabí. Les sigue Rodríguez, García, Vera y López. (I)

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