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El Telégrafo
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Escolta presidencial es un atractivo turístico cultural

Escolta presidencial es un atractivo turístico cultural
30 de julio de 2011 - 00:00

La escolta presidencial de Ecuador, formada por los Granaderos de Tarqui, ha dado un paso al frente para pasar de sus funciones estrictamente militares a tener también un rostro turístico y cultural.  

Encargados de proteger al Presidente y al Vicepresidente, los 250 militares forman parte además del paisaje más colorido de la Plaza Grande, el centro colonial de Quito, cuando visten el traje con el mismo diseño que sus predecesores del siglo XIX para funciones ceremoniales, según explicó  su comandante, el coronel Jimmy Espinosa.

Al ocupar en 2007 el Palacio de Carondelet, la sede presidencial, el Gobierno del presidente Rafael Correa estableció un nuevo rito de cambio de guardia, en el cual los Granaderos son los protagonistas.

La escolta baja las escaleras de Carondelet, seguida de trompetas y tambores, y una vez en medio de la plaza Grande uno de los guardias le da la espada a otro y, de esta manera, simbolizan el relevo.

La encargada de cultura de la Presidencia, Jakeline Flores, dijo que la ceremonia "tiene un colorido especial" y se pretende convertirla en uno de los focos de "atracción turística" del país.

Además, expuso que se quieren rescatar "los valores cívicos" de esta guardia, como la lealtad, y que sean un ejemplo para los ecuatorianos.

Por eso, cada lunes la Presidencia invita a alumnos de diferentes colegios  para que vean la ceremonia a la que frecuentemente también asiste el propio Correa desde el balcón de palacio.

Chaqueta azul con los puños rojos y los botones y cordones dorados, un pantalón blanco, además de un gorro azul con el escudo del país y botas negras altas visten a esta singular guardia, que carga lanzas y espadas. Esa era también el uniforme de los Granaderos que lucharon junto al mariscal Antonio José de Sucre por la independencia del país a principios del siglo XIX.

Los trajes en la actualidad se elaboran en la fábrica militar, si bien partes como las hebillas o los botones deben de hacerse a mano, explicó Espinosa, cuya mesa de trabajo está presidida por una estatua del mariscal Sucre y otra de un Granadero de Tarqui.

Ecuador aún conserva los trajes originales, que están expuestos en el Museo Templo de la Patria.
Tras luchar en la independencia, los Granaderos de Tarqui pasaron a ser durante ocho años la guardia de Simón Bolívar, por lo que en 1952 el Gobierno ecuatoriano reconoció a este cuerpo encargándole la escolta del presidente.

Los Granaderos actuales hacen un curso de seis semanas sobre seguridad, protección de personas, reacción ante posibles disturbios, relaciones humanas y honores ceremoniales, entre otros temas. 
Trabajan durante 24 horas seguidas y, cada mañana, realizan en privado y dentro de Carondelet el relevo de la guardia.

Durante una hora y media al día, los Granaderos también realizan su labor de guardia de honor, que es cuando visten los trajes de la época colonial y están totalmente inmóviles en alguna parte del palacio presidencial o de la vicepresidencia. Cuando no hacen esta función llevan ropa militar. 

Espinosa enfatizó que un buen Granadero de Tarqui requiere de sacrificio, preparación constante, férrea disciplina, sólida moral, valores a prueba de todo y lealtad por encima de todo, pues su lema es: "lealtad hasta el sacrificio".
Pese a la dureza de este cuerpo, cada lunes esta escolta muestra su lado más humano, al tiempo que da a conocer la historia del país.

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