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Con los humanos confinados, las ciudades vacías se llenan de animales

Con los humanos confinados, las ciudades vacías se llenan de animales
Foto: Internet
06 de abril de 2020 - 16:39 - Agencias

Con la caída de la presencia de humanos en las calles, los animales salvajes urbanos tienen vía libre para pasear por las ciudades. Desde jabalíes hasta un puma, el confinamiento ha permitido a los humanos tomarse más tiempo para observar la naturaleza.

En la ciudad galesa de Llandudno, las normalmente tímidas cabras montesas han dejado de lado sus resquemores y se han aventurado por las vacías calles de la localidad. Unas que se hicieron famosas aparecieron en Twitter, donde un usuario escribió "no hay nadie que las asuste alrededor... están ahí, comiendo todo lo que pueden". Reino Unido está en confinamiento desde el 23 de marzo.

En Nara, la primera capital permanente de Japón, los ciervos son considerados "mensajeros de los dioses" y, además, tesoros nacionales. Usualmente hay más de mil en el parque central de la ciudad, y se alienta a los visitantes a alimentarlos con galletas de trigo sin azúcar. Pero sin personas dando vueltas, algunos ciervos curiosos se han atrevido a mirar en restaurantes y tiendas cercanas.

En cambio, los miles de macacos que deambulan por Lopburi, en Tailandia, no han sido tan educados. Habitualmente alimentados por los turistas, la ausencia de estos ha llevado a los monos a enfrentarse por la escasa comida disponible. Se les ha visto en verdaderas guerras tribales en las calles y templos históricos. Tailandia fue el primer país asiático, tras China, en confirmar casos de covid-19.

Un joven puma fue encontrado el 29 de marzo recorriendo las calles vacías de Providencia y Ñuñoa, en Santiago de Chile, donde hay toque de queda nocturno. Estos animales viven en cerros cercanos a la capital chilena, ubicada a los pies de la cordillera de los Andes y que tiene más de 6 millones de habitantes. "No hay gente, no hay ruido y se atreven a explorar", dijo un funcionario.

India, hogar de 1.300 millones de personas -en torno al 17 por ciento de la población mundial- comenzó un confinamiento de tres semanas el 24 de marzo. La mayoría de los vuelos se suspendieron. Los perros callejeros han aprovechado la oportunidad para ocupar la zona de llegadas del aeropuerto de Kolkata. En India hay cerca de 10 millones de perros callejeros y es ilegal matarlos o maltratarlos.

Los perros y gatos callejeros son comunes también en Estambul (Turquía), donde hay 15 millones de personas. Entre ellos habitan unos 200 mil animales sin hogar. Las autoridades suelen darles comida y cuidados, y ese servicio no ha disminuido durante la pandemia. Los animalistas han denunciado un incremento del abandono de mascotas, debido a rumores que dicen que podrían transmitir el nuevo coronavirus.

Venecia, donde en condiciones normales abundan los turistas, ha sufrido un cambio radical desde que la crisis sanitaria provocada por el coronavirus se desató. La ciudad ha visto sus canales vaciados de embarcaciones, y sin el constante ir y venir de navíos repletos de curiosos, las aguas turbias se han asentado y los peces y aves marinas han reconquistado un espacio que siempre les perteneció.

Estados Unidos, nuevo epicentro de la pandemia, ha impuesto de forma gradual nuevas restricciones a lo ancho y largo del país. Una de ella es el cierre de zoológicos. Como el Shedd Aquarium de Chicago, que estará vetado al público al menos hasta el 30 de abril. Sin visitantes, los pingüinos del lugar han tenido espacio y tranquilidad para salir a explorar

En cuanto a los pájaros, no es que haya más, sino que ahora se los puede escuchar cantar, indican los expertos. 

Algunos pájaros "dejan de cantar cuando hay ruido. Ahora vuelven a cantar", explicó a National Geographic Jérôme Sueur, especialista en acústica del Museo Nacional de Historia Natural. "El ruido también altera su comportamiento y genera estrés", añade.

Pero quizás el fenómeno más importante, dicen los expertos, es que nuestra manera de ver a la naturaleza está cambiando: las personas confinadas se están dando cuenta de cuánto extrañan la naturaleza.

Confinados en sus casas, las personas tienen más tiempo para observar la naturaleza desde sus ventanas o jardines. (I)

Con información de Deutsche Welle y National Geographic

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