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Los PROGRAMAs de INCLUSIÓN PRODUCTIVA han permitido que más individuos con discapacidad ya no tengan carencias

$ 7 millones destinados para emprendimientos inclusivos

Ramona García es un ejemplo de emprendedores con discapacidad, cuyo negocio tiene éxito. Ella vende productos típicos de Chone. Archivo / El Telégrafo
Ramona García es un ejemplo de emprendedores con discapacidad, cuyo negocio tiene éxito. Ella vende productos típicos de Chone. Archivo / El Telégrafo
11 de septiembre de 2015 - 00:00 - Redacción Sociedad

Las condiciones de discapacidad aumentan el riesgo de pobreza y carencias económicas. Esta afirmación corresponde a David Vásquez, director Provincial de la Secretaría Técnica para la Gestión Inclusiva en Discapacidades (Setedis) en el país.

“No caigamos en el error de pensar que la pobreza en las personas con discapacidad se soluciona exclusivamente aumentando el nivel de ingresos, ya que debemos tener muy presente las capacidades reales para convertir el dinero en bienestar, por eso es de vital importancia trabajar en el empoderamiento”, agrega Vásquez.

La Setedis en su intento de lograr reducir la pobreza en personas con discapacidad puso en marcha una estrategia: la Inclusión Productiva, a través del diseño de un plan de negocio propio.

Desde entonces se han aprobado 955 emprendimientos, cuya inversión este año asciende a $ 7 millones. A los futuros emprendedores no solo se les entrega capital semilla, sino también asesoría y nuevas ideas para potenciar el negocio.

Según Vásquez, la entrega solo de dinero a los emprendedores con discapacidad no es la finalidad del programa, puesto que “la pobreza no implica la falta de bienestar material, sino la carencia de oportunidades para vivir una vida digna”.

La Unicef también define el empoderamiento como “una parte importante del desarrollo en las personas con discapacidad, siendo el proceso en el que las personas toman control y acción para superar los obstáculos”.
Este empoderamiento se refiere especialmente a la acción colectiva por parte de los individuos para superar los obstáculos de la desigualdad estructural.

Un ejemplo de los emprendimientos con éxito es Ramona García, quien tiene discapacidad auditiva. En abril de este año empezó su negocio de venta de productos de Chone, como sal prieta, queso, dulces y otros, luego de que le aprobaron un crédito en el Banco Nacional de Fomento (BNF).

La mujer, madre de 3 hijas, recuerda que antes de su emprendimiento no tenía para pagar los servicios básicos, ni para preparar un arroz, porque no podía comprar un tanque de gas para su cocina.

“No tenía ni para comprar las pilas de mis audífonos. Con el emprendimiento ahora ha mejorado mi situación”, dice.

Según datos de la Encuesta de Condiciones de Vida en 2014, un promedio de 50.000 personas con discapacidad salió de la pobreza en Ecuador y otras 18.000 abandonaron la indigencia.

En 2006, los índices de pobreza eran del 42,1%, mientras que en 2015 fueron del 28,2%. Una de las causas de esta disminución ha sido en parte la inclusión productiva, puesto que los emprendimientos, como los de Ramona, han recibido créditos estatales.

Con este dinero han hecho crecer sus negocios y por lo tanto proveer de ingresos que antes sus familias no tenían.

Juan Méndez, quien perdió el brazo derecho tras una descarga eléctrica, es otra persona con discapacidad que cambió su situación económica.

“Cuando en 1991 tuve el accidente que me dejó con discapacidad física, tenía una tienda de abarrotes, pero muchos de los clientes que me debían dinero desaparecieron. Luego volví a comprar víveres, pero en el viaje de regreso me robaron todo”, cuenta el hombre, de 63 años.

Hoy, desde su natal Posorja, prefiere no recordar esa época y más bien habla del éxito de su despensa ‘Linda Luna’. Al igual que Ramona obtuvo un préstamo del BNF para emprender su local propio. La encuesta de 2014 indica que el 23% de personas con discapacidad tiene ingresos originados de un emprendimiento. Mientras que el 41% de este grupo poblacional percibe ingresos por un salario, el 9% por el Bono Joaquín Gallegos Lara, el 8% recibe el bono de desarrollo humano y el 8% por jubilación.

En el programa de inclusión productiva se entregan créditos del BNF hasta de $ 15.000, con un plazo de hasta 5 años y una tasa anual de 9,62%. Para el trámite se necesitan la cédula de identidad, el carné de discapacidad y la idea de negocio. Ramona hoy con su emprendimiento genera entre $ 200 y $ 300 al mes. “Mi objetivo es quedar bien con el préstamo del que estoy agradecida porque mejoró mucho mi situación”. (I)

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