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Los nuevos padres hacen tanto como las madres

La paternidad siempre se ha proyectado en relación con la maternidad. Aunque comparte la función de autoridad, se explica por medio de un rol diferenciador y complementario que permite la reproducción de la familia.
La paternidad siempre se ha proyectado en relación con la maternidad. Aunque comparte la función de autoridad, se explica por medio de un rol diferenciador y complementario que permite la reproducción de la familia.
Foto: Carina Acosta / El Telégrafo
19 de junio de 2016 - 00:00 - Andrea Rodríguez

El modelo de padre proveedor, responsable del bienestar económico de su hogar, está cambiando. Han surgido nuevas paternidades, porque también  hay nuevas formas de parejas; más igualitarias y comprometidas. Hoy, se habla de parentalidades compartidas, porque ambos, madres y padres, son proveedores y cuidadores.

Según la socióloga Natalia Sierra, catedrática e investigadora de la Pontificia Universidad Católica, en la construcción de la identidad masculina la paternidad está sujeta a los cambios provocados por la sociedad moderna. La paternidad, al igual que la maternidad, es concebida como una construcción socio-histórica que está acorde con el sistema social.

De hecho, el sistema capitalista contribuyó a configurar la figura del padre como la de un hombre trabajador,  alejado del hogar y distante de los hijos.
Pero —como señala Sierra—habría que preguntarse, ¿qué entienden los hombres por paternidad?

Al parecer, cada uno la asume de acuerdo a sus propias vivencias, a su formación educativa, al modo en que fue criado y al medio en el que se desenvuelve.
Aun así, hay un intento por recuperar una paternidad saludable: asumir tareas del hogar y cuidar de los hijos.

De alguna manera, el nuevo padre lo hace por responsabilidad, pero también por gusto.

Hace solo unos años, los psicólogos introdujeron un término para referirse a los cambios en los roles tradicionales, lo llamaron “paternidad de vínculo primario’’.

Este concepto designa a aquellos hombres que no solo comparten el cuidado de los hijos con las madres, sino que son capaces de experimentar el vínculo primario con un lactante.

De alguna manera, hay  hombres —en especial los más jóvenes— que prefieren renunciar a la masculinidad tradicional para incorporar la afectividad en su relación parental, una característica que parecía casi exclusiva de la mujer.  

Según Natalia Sierra, al hablar de nuevas paternidades hay que destacar las luchas feministas, porque uno de sus presupuestos básicos era una revisión crítica de los roles tradicionales de género, siempre tan rígidos que suponían una relación de dominación masculina.  

La socióloga hace hincapié en que estas luchas de las mujeres han replanteado estos roles.

“Han cambiado muchas cosas: el hombre no solo dejó de ser el único proveedor, sino que la mujer se insertó en el mercado laboral y eso significa que ella ya no necesita de un marido que le mantenga”.

Es, en ese momento, cuando el rol de proveedores comienza a desdibujarse y los padres se ven abocados a estar más pendientes del cuidado de los hijos, porque asumen su corresponsabilidad en las tareas del hogar.

Al involucrarse más con la familia, surgen también nuevos vínculos, porque se requiere más de la presencia física del papá en la vida de los hijos.

Para la psicóloga Mariana Castro, los hombres no solo pueden, sino que deben ser más tiernos, porque hoy se espera que el padre tenga otro contacto físico con sus hijos.

La paternidad es asumida también como una forma de exteriorizar la identidad masculina que se manifiesta de diversas formas, tantas como variadas son las expresiones culturales, según un estudio realizado por la Universidad Autónoma de México, como en el caso de la masculinidad y la feminidad.

Según este enfoque, la paternidad se proyecta en relación con la maternidad, pero aunque comparte la función de autoridad, se explica por medio de un rol diferenciador y complementario que permite la reproducción de esa célula fundamental de la sociedad.

Para Natalia Sierra, todo empieza con los roles que se asigna a cada individuo al nacer, según su condición biológica.

En la primera fase infantil, al niño se le enseñan los rasgos generales del papel que debe cumplir; es un periodo fundamental donde la identidad genérica imprime los parámetros culturales de diferenciación que facilitan al individuo reconocerse como parte del género femenino o masculino. Es en la adolescencia, donde se introducen en los individuos conductas que afianzarán su identidad y los inducirán a adoptar prácticas que les permitirán superar las dependencias de la infancia.

En la etapa adulta, se espera que los hombres cumplan con las facetas de la masculinidad, algunos de los cuales han estado reñidos con la capacidad de crear vínculos afectivos con su descendencia.

Pero son las nuevas generaciones de hombres las que ejercen una nueva forma de paternidad porque les parece injusto no compartir las tareas con las mujeres, que han estudiado lo mismo y también trabajan.

La psicóloga argentina Cecilia Castelnuovo, radicada en Ecuador,  está convencida de que la participación más cercana y directa de los padres en la crianza de los hijos aporta beneficios a todos los miembros de la familia. “Los niños necesitan presencias diferenciadas, más allá de quién las cumpla”.

En el caso de que esta función sea cumplida por el papá de forma amorosa y tierna, se generará un enriquecimiento para los niños, porque  este dejará de ser un papá distante, ‘cuco’ y sancionador.

“Antes el padre era prácticamente un pintado en la pared, reducido exclusivamente a un rol de proveedor económico y subvencionador. Asumirlo de esta manera es mutilar todas las funciones del padre”.  

Si los hijos se benefician, también las madres, porque pueden tomar distancia de un rol excesivamente recluido a los cuidados y a la crianza para desarrollarse en otros ámbitos.

Estos nuevos roles —dice Castelnuovo— han tardado en llegar a Ecuador, pero son sumamente saludables y enriquecedores porque rompen con  los estereotipos.

“Todo el contacto con la crianza, con los niños, con la ternura es una de las grandes estrategias para disminuir la violencia intrafamiliar y las crisis personales”.

La psicóloga recalca que todavía existe una carga histórica nociva sobre la crianza en la familia, que, entre otros aspectos, llevó a suponer que la familia es únicamente femenina.

“Necesitamos que los padres aporten masculinidad a los hogares. Hace falta que los padres aporten otras perspectivas de crianza”. La especialista cree que los juegos que los padres organizan con sus hijos desde muy tempranas edades son distintos a los que hacen las mujeres”.

Ellos, con frecuencia, plantean desafíos y promueven competencias. Es esta masculinidad la que aporta en el desarrollo, pero, en definitiva, la crianza necesita tanto de figuras maternas como paternas. (I)

PUNTO DE VISTA

Alexandra Delgado Chávez, Directora de la Escuela de Sociología Pontificia Universidad Católica    

"Hay que pensar la pareja desde otras lógicas"    

Habría que abordar el tema de las nuevas paternidades, a través del aparecimiento de nuevos sujetos y nuevas formas de vivir la paternidad, relacionadas con los actuales roles que las personas han adquirido en los nuevos contextos. El hecho de que las madres tengan, en ocasiones, mayores posibilidades profesionales, ligadas a su perfeccionamiento del perfil profesional, hace que la pareja tenga que pensarse como una unidad más flexible y ya no en esta forma de rigurosidad de roles, propios de las sociedades más tradicionales. Hay un fuerte movimiento de reivindicaciones y un trabajo muy fuerte del feminismo por conseguir este posicionamiento. Es importante señalar que los propios procesos, ligados a las lógicas económicas, han obligado a que las parejas resignifiquen sus contenidos en función también de las necesidades cotidianas. Esto no siempre es posible en los contextos actuales, donde la rigurosidad patriarcal es fuerte. En ese aspecto puedo decir que el feminismo entró con fuerza a posibilitar las nuevas formas de pensar la pareja, desde otras lógicas que no son las tradicionales. No solo hay que pensar lo femenino o solo lo masculino, sino un escenario donde se invita a pensar y a negociar de una forma diferente la estructura familiar de convivencia para alcanzar la sostenibilidad económica.

Datos

El padre tiene que saber desconectarse del trabajo para dedicar tiempo de calidad a los hijos.

Cuando los hombres se involucran en cuidado diario, se enriquece muchísimo la vida de los niños porque al igual que la madre, la ausencia del padre es perjudicial.

Lo que un padre es y hace depende de la sociedad y la época histórica en que vive.

El padre es tan sensible como la madre a las señales de sus hijos y se preocupan por ellos.   

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