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En las ciudades peruanas florece el negocio ilegal de la pirámide de estafas

En las ciudades peruanas florece el negocio ilegal de la  pirámide de estafas
17 de julio de 2016 - 00:00 - Por Víctor Vimos, corresponsal en Lima

Un reciente informe de la Superintendencia de Banca y Seguros (SBS) causa alarma en el Perú: entre 2008 y 2015, unas 5 mil personas han sido estafadas a través de una serie de modalidades que coinciden en un mismo deseo: recibir fuertes sumas de dinero sin mayor esfuerzo. La palabra estafa es de raíz germánica (stap) y etimológicamente está asociada a la idea de pedir algo sin la intención de devolverlo. En el Perú, además, se asume como hermana de la viveza, en una relación intrínseca capaz de operar a beneficio de quien ve en la necesidad el otro una oportunidad.

En la cronología de las estafas más sonadas en el país se encuentra de todo. Está, por ejemplo, la historia del Centro Latinoamericano de Asesoría Empresarial S. A. (CLAE) que, en 1990, estafó a cerca de 200 mil personas ofreciendo inversiones que se multiplicarían en un abrir y cerrar de ojos. Hasta la semana pasada, casi 27 años después, los afectados, ancianos que en su hora fueron jóvenes esperanzados en el crecimiento de su dinero, reclamaban en las puertas de un banco limeño la entrega de sus indemnizaciones. Un cuento, literalmente, de nunca acabar. Pero hay también la estafa de todos los días. Esa que aguarda pacientemente del otro lado del teléfono hasta que alguien, digamos, un niño, lo contesta y, para evitar que secuestren a su madre, como reza el cuento, entrega a los estafadores sus ahorros, digamos, el chanchito en el que depositó moneda tras moneda todos los días del año.

El informe de la SBS causa alarma precisamente en los días en que un nuevo caso de estafa se denuncia. El Telar de los Sueños, nombre de una cadena de inversiones que halló en mujeres de altos ingresos a sus víctimas principales fue desmantelado, la semana pasada, y dejando en el aire a decenas de personas que confiaron en su eficacia.

A partir de una serie de videos que eran difundidos de mujer a mujer, se apelaba a la formación de un vínculo a través del cual una mujer podía apoyar el desarrollo de otra. ¿Cómo? Donando $ 1.200 y asegurándose de que al menos 2 personas más ingresaran de inmediato en esa cadena. El resultado, prometían los videos, sería impresionante: $ 11 mil en las primeras 2 semanas, y más de $ 30 mil en menos de 3 meses.

El artículo 11 de la Ley General del Sistema Financiero establece que en el país, cualquier modalidad para captar dinero de terceros podrá funcionar solo bajo permiso estricto de la SBS. Hoy, de acuerdo con los informes más recientes, operan al mismo tiempo, al menos 5 de estos sistemas ilegales en toda la capital, Lima, envolviendo en sus redes a un nutrido número de afectados.

La modalidad piramidal, utilizada por El Telar de los Sueños, es también una de las más populares en el Perú. De los 12 procesos judiciales en marcha por este delito, 8 corresponden a esta forma de apropiarse del dinero ajeno. De ellos, sin embargo, hasta la actualidad no hay un solo responsable detenido. Ciudades como Arequipa, Abancay, Ica, Moquegua y Ayacucho han visto florecer, en estos últimos años, pirámides tan amplias que, llegado el momento, se rompen dejando caer a aquellos cuyos deseos de dinero los han llevado a invertir en ellas.

Países como México, Colombia y España, figuran entre los primeros en la lista de territorios en los que la estafa cobra numerosas víctimas. En el Perú los números aseguran un proceso similar. De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadísticas e Informática (INEI), desde 2006, el número de estafados se mantiene, cada año, en una media de 4.500 personas. Eso, aunque suene injusto, es apenas una referencia, pues se asume, de acuerdo con las investigaciones en la materia, que cada día se abren nuevas pirámides en ciudades como Lima y de las que no se tiene noticias. El número real de estafados tiende a ser mayor.

Lo que decrece, en cambio, es el número de detenidos por este delito: en 2006 unas 1.158 personas estaban tras las rejas por estafadores. En 2014, apenas la mitad de ellos, unos 574, purgaban condena por ello. No quiere decir que esta modalidad criminal haya disminuido. No. Quizá los métodos han cambiado, generando miedo y temor a la hora de denunciarlos.

Para el sicólogo Cristian Calhuancho la estafa se reproduce debido a una diversidad de factores. “Las presiones por generar más dinero encuentran en la viveza una vía rápida para su solución. La gente tiende a mirar al otro como ingenuo, capaz de trabajar para su beneficio, y estas formas de estafa se encargan de confirmar que, a pesar de que no es cierto, que el dinero no se obtiene fácilmente, hay momentos en que las circunstancias aportan para que la ganancia sea sencilla, y la ambición se vea satisfecha”, indica.

En la encuesta sobre fraude financiero, publicada en 2012, el 43% de trabajadores consultados declaraba que el fraude es posible por las múltiples oportunidades que las empresas brindan para ser engañadas.

La ambición y los problemas económicos, en segundo y tercer lugar en esta preferencia, respectivamente, solo confirmaban a la necesidad como el combustible para el engaño. Hasta el año pasado, el 55% de las empresas en el vecino país de Perú asegura haber sufrido, en algún momento de la vida, estafa de parte de sus empleados. Los hombres (89%) superaban a las mujeres (11%) en este método. (I)

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