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Byron Efrén Piedra Avilés / atleta

"Elegí el atletismo por mis amigos, pero me gustaba más el fútbol"

"Elegí el atletismo por mis amigos, pero me gustaba más el fútbol"
Foto: Daniel Molineros/El Telégrafo
22 de mayo de 2016 - 00:00 - Por Javier Tamba Guzmán

A Byron Piedra le cuesta mucho recoger muestras para las pruebas antidopaje, y de no ser por su profesor de educación física se habría hecho futbolista. Próximo a cumplir 34 años el 19 de agosto, el fondista cuencano  mira con optimismo su cuarta participación en unos Juegos Olímpicos. Estará en Río 2016.

¿Siente nerviosismo ante el maratón, ya que por primera vez correrá 42,195 kilómetros en una lid de ciclo olímpico?

Es una prueba muy larga, en la que espero hacer 2 horas con 10 minutos (02h 10m), sin duda hay un pequeño nerviosismo. Todavía no identifico un ritmo en el que me pueda sentir cómodo. En estos 74 días que faltan la prioridad es esa, no quiero que me ocurra lo del Maratón de Rotterdam, donde por ansiedad no definí un ritmo y mis fuerzas me abandonaron, impidiéndome terminar la carrera.

¿Qué factores determinan el ritmo de carrera? Algunas personas creen que si hizo 01h 02m 35s en el Medio Maratón de Nueva York, en un maratón, simplemente, haría el doble

No tiene nada que ver. Hay deportistas que son mucho más rápidos que yo y no han podido hacer ni 02h 20m en el maratón. Después del kilómetro 30 de todo maratón se vive otra carrera, porque nos empiezan a doler las piernas, los hombros... pero ahí está la parte mental, la emocional, la hidratación, la parte física... todo esto tenemos que conjugarlo para pasar el kilómetro 30 con fuerzas y buscar una buena ubicación en los últimos 12 kilómetros. Sueño con estar entre los 8 primeros.

¿Hay mucha presión sobre los deportistas olímpicos?

Siento que el país ha creído en nosotros, por eso se creó el Ministerio del Deporte, para  apoyar a los deportistas. Presión no siento, pero sí responsabilidad. Quiero hacer una buena presentación para pagar el aprecio y el apoyo de todo el Ecuador.

¿Qué es lo más duro de ser maratonista?

Que subí el kilometraje. Cuando era un corredor de 10 mil metros planos yo corría 150 kilómetros a la semana; ahora estoy corriendo 220, 225 kilómetros. He sentido el cambio, he necesitado más descanso, una mejor nutrición.

¿Por qué decidió correr el maratón? ¿Pudo haber repetido en los 10 mil metros?

Creo que pude haber hecho la marca para los 10 mil metros, pero pienso que con mi edad (33 años) me siento mejor en las largas distancias. Cuando esté en mis 36, 37 años, saldrá lo mejor de mí.

¿Piensa en otro ciclo olímpico?

Lo voy a hacer. Gracias a Dios he tenido un entrenamiento invisible de toda la vida, me siento con muchas fuerzas. Como decía el etíope Haile Gebrselassie cuando tenía 42 años: “Viejo puedes ser en edad, pero si todavía tu mente y tu cuerpo funcionan como uno de 20, tienes que explotarlo”.

¿Ha indagado a qué se debe el alto nivel de los africanos?

Su estilo de vida saludable. Se reúnen a entrenar entre 20, 30, 40... y no tienen ningún reparo en que alguien sobresalga, hay una gran hermandad y aparte de sus condiciones innatas, cuentan las ganas de surgir; les favorece el biotipo.

¿Para llegar a ese nivel, sería positivo convivir con estos atletas 2 o 3 años?

Me han dado ganas de ir a uno de esos países, podría hacerlo para el siguiente ciclo olímpico. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que los mejores atletas de Kenia, Etiopía, Eritrea no están en sus países, sino en Europa, apadrinados por las mejores marcas deportivas del mundo. Tienen los mejores médicos y nutricionistas. Ellos se están preparando para ganar, nosotros para estar entre los 8 mejores.

¿Cómo se inició en el atletismo?

Fue por una iniciativa de Julio Flores, mi profesor de educación física en la escuela Luis Cordero. Nos llevó a unas pruebas físicas y me seleccionó, tenía 9 años. Me fui sin muchas ganas porque en ese tiempo el fútbol era lo primordial. Yo solo jugaba fútbol, pero cuando conocí de qué se trataba le agarré gusto porque mis mejores amigos de la escuela también eran seleccionados de velocidad, lo sentí más como un juego.

¿Cuando jugaba fútbol qué posición desempeñaba?

Jugaba de 10, estuve en las divisiones inferiores del Deportivo Cuenca. Pero las amistades decidieron por mí, porque si se trataba de mis gustos me agradaba más el fútbol, no obstante, mis mejores amigos estaban en atletismo. A los 17 años, cuando me dijeron que había un selectivo nacional para un Campeonato Sudamericano de Atletismo en Chile, acudí y gané. Desde entonces me dediqué de lleno a este deporte.

¿Cree que le debe algo al país?

De ninguna manera. He dado toda mi vida por el país. Haber sido campeón bolivariano, sudamericano, iberoamericano, panamericano, medallista mundial. Y si bien me falta la presea olímpica, eso no quiere decir que no he dado todo.

¿Qué dejó de hacer en la vida para dedicarse al atletismo?

Dejé los años que podía gozar de la juventud para centrarme en el mundo del deporte. Pero elegí esto y lo hice con mucho gusto. Ya tendré tiempo para irme de vacaciones, para estar más tiempo con mi familia o con mis amigos, salir con ellos a un bar, ya que siempre me invitan y nunca puedo.

Cuando se retire, ¿le gustaría aprender algo en especial?

Tocar guitarra me llama mucho la atención, tengo una base. Una de las cosas que más me gustan es estar junto a músicos. Es algo de las cosas que he intentado, tengo las bases pero por cuestiones de tiempo nunca me metí a fondo.

¿Y qué tipo de música le gusta? ¿También canta?

Como a mi papá, me gustan las baladas, los boleros, canciones de Leonardo Favio, Los Iracundos, música romántica. Sé tocar algunas, como ‘Mi Plegaria’ de César, algunas de Leo Dan y hasta ‘Tres notas’ de AU-D, esas medio facilitas.

¿Qué es lo más curioso que le ha pasado en el deporte?

Que en las pruebas antidopaje me cuesta mucho hacer pipí. En Atenas 2004 el presidente de la Federación Ecuatoriana de Atletismo de ese entonces, Fausto Mendoza, se impacientó porque demoré 7 horas en dar la muestra, antes di una pero la densidad era muy baja. ‘Faustito, —me dijo— nunca más con vos’.

¿En alguna competencia sintió que le hicieron trampa?

En los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011, durante la prueba de los 1.500 metros, cuando llegamos a pechazo con el brasileño (Leandro Oliveira), sentí que le gané. Al preguntarle cómo quedó la prueba, la chica que estaba en la cabina y daba los resultados por el altavoz me dijo que el vencedor era yo. Me di la vuelta olímpica, pero después hubo un cambio de decisión. Me preguntaba por qué le dieron el triunfo; nunca se presentó por parte de Ecuador ninguna apelación, no se peleó por esa medalla de oro.

¿Alguna vez lloró por no conseguir un resultado deportivo?

Varias veces. La más dolorosa fue cuando me lesioné para los Juegos Olímpicos 'Londres 2012'. Antes de esos juegos estuve en un campamento en España y competí en Bélgica, doce hice récord nacional en los 5.000 metros con 13m23s. Lo que pasa es que hace 4 años viajé solo, no tenía un fisioterapista ni a nadie conmigo. Entrenaba solo, muy duro todos los días, y nunca me di cuenta de que también necesitaba una recuperación muscular; 8 días antes de viajar no me podía parar de la cama. Así llegué a Londres, me tomé unos antiinflamatorios, pero el nervio ciático se me inflamó y sufrí corriendo en esas condiciones. Lloré porque para competir ahí me había preparado 4 años. Lloré de impotencia, realmente me sentía frustrado.

¿Alguien lo apoyó?

Mi familia, las personas cercanas. El entorno del deportista es totalmente diferente cuando gana, cuando eso pasa todos están ahí y te sonríen. Pero cuando pierde o tiene una mala actuación, estás solo.

¿Es cierto que uno de sus sueños es llevar a Silvia Avilés, su madre, a los Juegos de Río de Janeiro?

Sí, uno de mis sueños es tener ahí a mis padres, a mi hermana (María José), pero es muy complicado porque si alguien no tiene una acreditación no puede acercarse a los deportistas. Yo tendría que salirme de la Villa Olímpica y buscarla afuera. No quisiera generarle ese estrés a ella ni generármelo yo. Voy a conversar con ella, si tiene que viajar lo hará. Sería lo mejor, un regalo muy preciado para mí. Mi papá (Efrén Piedra) no podría, él todavía trabaja, es docente en un colegio.

¿Terminó sus estudios?

Soy Ingeniero Industrial, me gradué en la Universidad Católica de Cuenca.

¿En sus planes está formar un hogar?

Tengo mi enamorada, se llama María Gracia Salgado. Es un sueño formar mi familia, tener hijos. Vamos a ver qué pasa. Tengo que aprender a tocar la guitarra para antes de proponerle matrimonio llevarle una serenata (risas). (I)

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