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Cuando el celular se vuelve una obsesión peligrosa

En las calles de Guayaquil es frecuente ver a jóvenes  chateando mientras caminan, sin importar tropezar con otros transeúntes.
En las calles de Guayaquil es frecuente ver a jóvenes chateando mientras caminan, sin importar tropezar con otros transeúntes.
Foto: William Orellana / El Telégrafo
30 de octubre de 2016 - 00:00 - Redacción Sociedad

En Ecuador 24,3% de la población tiene un teléfono inteligente y el 26,1% cuenta con el servicio de Internet. Las cifras van en aumento desde que hace 10 años empezaron a comercializarse estos dispositivos.

Las estadísticas pertenecen a la Encuesta de Condiciones de Vida 2014 del INEC.

¿Pero cuál es el uso y la utilidad que estos tienen en la actualidad?

Si es de los que revisan su celular a cada segundo, es incapaz de pasar una hora sin él o incluso es de los que en vez de saludar lo primero que pregunta es “¿cuál es la contraseña del wifi?”, usted es un potencial nomofóbico.

La psicóloga Ninoska Franco, del Hospital Teodoro Maldonado, explica que se trata de un trastorno que provoca un miedo a estar sin el teléfono móvil y que cada vez está más presente.

La gente lo desconoce, pero cuando decimos a modo de broma “que adicto eres, indirectamente estamos catalogando a una persona como nomofóbica sin saber que existe esta patología”.

Paola Escobar, médico psiquiatra del Instituto de Neurociencias, sostiene que más que una fobia a estar sin el celular, la respuesta conductual es la dependencia a lo que brinda el dispositivo, que no solo es teléfono, sino también un acceso al servicio de Internet y con este el acceso a redes sociales, a juegos en línea, a programas y otras aplicaciones. Esto es lo que genera la necesidad de tener siempre el dispositivo a la mano.

Génesis Castro, de 18 años, cuenta que hace poco sufrió el robo de su smartphone mientras acudía a la universidad. Reconoce que iba distraída chateando con sus amigas cuando se lo quitaron. Desde entonces, asegura que se la pasa triste y en ocasiones se pone irritable. “Estoy mal, solo paso pensando en mi celular porque ahí tenía todo”.

La psicóloga Hipatia Mendoza indica que toda conducta adictiva comienza a reflejarse como patología en el momento que crea disfuncionalidad en el normal desempeño de actividades del individuo. “Cuando ya comienza a alterar su normal funcionamiento y que disminuya sus capacidades de concentración, atención ya podemos decir que hay una afectación”.

Asegura que hay una tendencia en crecimiento a depender a este dispositivo. Cada semana recibe en su consulta 3 o 4 casos por adicción al celular. “Hemos llegado al extremo de considerar al celular como una parte del cuerpo, es decir, lo hay quienes lo han corporizado se sienten incompletos cuando salen de casa sin el teléfono”.

Sin embargo, para el sociólogo Vladimir Sierra extrañar el celular es un comportamiento normal. Explica que simbólicamente y culturalmente está fusionado al cuerpo humano porque en este depositamos muchísima información que nos pertenece como seres humanos “de ahí viene este miedo”.

“La relación con el objeto no es enferma, sino necesaria, pero cuando esta se vuelve patológica necesitarán de ayuda profesional”.

Sierra aconseja educar sobre el buen uso de los aparatos y no prohibirlos ni satanizarlos.

Franco asimismo recomienda incluir en los programas de salud información sobre el uso saludable y adecuado de esta tecnología.

La ansiedad, el primer síntoma

Según las estadísticas, los usuarios de smartphones consultan sus teléfonos una media de 34 veces al día.

Paredes señala que la sensación de ansiedad ante la falta de comunicación; el miedo a no estar conectados o a quedarse sin batería tras haber permanecido un tiempo fuera de casa son algunos de los síntomas con los que se manifiesta la nomofobia.

Por su parte, Franco agrega que también se generan problemas con el sueño, sudores, náuseas y síntomas de depresión que se presentan cuando una persona se enfrenta a ir a un lugar sin el celular.

La dependencia al celular, agrega la experta, pone además en riesgo la vida de una persona. Esto ocurre cuando hay personas que van por la calle y usan el teléfono sin ver al frente o conducen si dejar el dispositivo.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) las personas que usan el teléfono celular mientras manejan tienen 4 veces más probabilidades de verse envueltas en un accidente que las que no lo hacen.

Precisamente, de enero a septiembre de 2016, según los datos de la Agencia Nacional de Tránsito, se presentaron 4.880 accidentes de tránsito por conducir desatento al tránsito al usar teléfono celular. (I)

DATOS

Según un estudio de Interactive Advertising Bureau (IAB), 83% de las personas que acceden a Internet en Ecuador lo hacen a través de sus teléfonos inteligentes y el resto por medio de computadoras o tabletas.

La dependencia del celular en Reino Unido hizo que el 42% de la población tenga 2 teléfonos o más para estar permanentemente conectados.

1,25 millones de personas mueren cada año en el mundo a causa de accidentes de tránsito.

La población de jóvenes es la que más usa el celular para acceder a música, chats y aplicaciones. Foto: Eduardo Escobar / El Telégrafo

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