Para muchos el mejor bollo de Machala está donde Viviana Delgado. La mujer lleva 17 años preparando este tradicional plato. Lo elabora en una base de plátano, maní y pescado, pero además del sabor es considerado un recurso gastronómico con potencial turístico.1

Esta “hueca” machaleña tiene un singular nombre, “El bollo que arde”, y, como su apelativo indica, los ofrece picantitos y muy calientes.

Delgado recuerda que empezó a vender este plato a bordo de un triciclo en la calle Guayas y que los profesionales del Derecho eran sus mejores clientes por las mañanas.

Indica que cuando un abogado se sirvió por primera vez dijo: “Este bollo está que arde” y así se lo conoce desde entonces.

La mujer empieza su trajín en la cocina a las 04:00. Dice que hay que servir lo mejor a los clientes y por ello los ingredientes son también de primera. A diario prepara entre 120 y 150 envueltos de pescado. En el negocio laboran 4 personas normalmente, pero los fines de semana son necesarias hasta 7.

Recuerda que cuando su esposo quiso divorciarse y abandonar el hogar, no se quedó con las manos cruzadas y decidió trabajar para educar a sus 2 niñas. Primero consiguió un triciclo en el que colocó un brasero para mantener calientes   sus productos. Luego se estableció en las calles Guayas y Sucre.

Gracias al delicioso sabor que le da a los bollos, la clientela creció rápidamente. Por eso hace 9 años  arrendó un nuevo local que funciona en las calles Guayas y Boyacá.

Aprendió la preparación en su hogar. Recuerda que siempre que había una reunión familiar le pedían que haga este plato y poco a poco fue mejorando su elaboración.

Delgado se describe como manabita de nacimiento, pero machaleña de corazón. El sentimiento hacia la capital orense creció con el paso del tiempo. Lleva ya 40 años viviendo en Machala.

Explica que para prepararlos, primero se cocina el pescado con orégano y otras especias que le dan el sabor. Con el caldo, resultado de la cocción, se hace la masa.

Al final se le agregan los condimentos necesarios, cuya receta se mantiene como un secreto familiar, aunque su hija, Kelly, ya la conoce, porque obtuvo un título de chef en España. El bollo tiene un olor a orégano y pescado. Al servirse, lo bañan con una salsa de maní y le agregan ensalada. Si el cliente prefiere, le dan un plato de arroz o cocolón que no falta. Es ideal como desayuno.

Los principales clientes de ‘El bollo que arde’ son quienes madrugan a sus trabajos y buscan algo nutritivo y económico para alimentarse.

Este típico lugar de Machala goza de fama nacional e internacional, pues hay quienes hacen encargos y pedidos para enviarlos a Estados Unidos y Europa.

Freddy Alvarado, quien visita con frecuencia el local, explica que el picantito del bollo es lo que le hace famoso. “Me invitó un amigo a comer aquí, y, desde que lo probé, vengo con frecuencia”. Aparte de los bollos en Machala existen decenas de huecas cuando de comer se trata.

Por ejemplo la fritada que, pese a no ser propia de El Oro, tiene su espacio con doña Blanca Fernández (76 años), quien hace 6 décadas llegó de su natal Cuenca para ser la pionera en la provincia y vender este plato típico de la Sierra. (I)