Empieza la mañana y Celso Aguilar, de 66 años, cumple su rutina: se sienta en una silla de plástico y empieza a batir con un palo la paila  donde está el concentrado del dulce. “Me gusta esta tierra, no la cambio por nada. Su gente es única”, comenta, mientras revuelve la miel.

Malvas (tierra de don Celso) es una de esas verdes poblaciones que forman parte de la geografía de la provincia de El Oro. Es conocida como la tierra de los dulces y bocaditos. De la caña de azúcar salen los productos elaborados por sus habitantes.

En la parroquia del cantón Zaruma, que tiene una población de unos 1.315 habitantes, 3 generaciones mantienen la elaboración artesanal de golosinas.

La Aguilar-Aguilar es la tercera  que conserva la tradición de los dulces ‘Doña Cleme’.

Esta variedad de productos son apetecidos por turistas nacionales y extranjeros que llegan hasta la comunidad, donde se ubica la microempresa familiar.

“Mi abuelita habría empezado a trabajar con los españoles y aprendió recetas que fue recopilando para luego ponerlas en práctica. Junto con mi abuelo empezaron a comercializar a familias de aquí y luego viajaban hasta 5 días para ofertar en Machala”, cuenta Celso Aguilar Mora.

Este hombre es el gerente de la microempresa, cuyo nombre lo puso la iniciadora de esta actividad en la familia, doña Clemencia María Natividad Aguilar. Ella falleció en 1913.

“Es en honor a mi abuela, ya que  fue quien inició la elaboración de los bocadillos. Los hizo durante 60 años. Luego continuó mi padre por 40 años”.

Ahora su generación es la que se dedica a la elaboración de los dulces. Llevan 20 años trabajando y comercializando los productos. Elaboran dulce de maní, de guayaba, de leche y cacao; también tortillas, rosquillas, bizcochuelos, semas, pan de huevo, manjar de arroz con leche y panela. En total son 14 productos.

“Mi abuela falleció a los 113 años y, según mi padre, dejó un legado enorme que no debemos desperdiciar. Como recuerdo de ella tengo una paila en la que se hacen los mejores manjares y dulces para nuestros clientes y turistas”.

“Son ya 3 generaciones de mi familia dedicadas a la actividad”, señala María del Carmen Aguilar, quien también está inmersa en la elaboración, cuya historia se asemeja a muchos de este lugar.

Para hacer los dulces, el ingrediente básico es el jugo de caña de azúcar. Celso conoce el procedimiento de memoria. En primer lugar muele la caña en el trapiche a motor. El jugo obtenido se hierve en una paila a temperaturas altas. Cuando toma coloración marrón, se vacía sobre los moldes de madera.

Esta población, perteneciente a Zaruma, de acuerdo a los pobladores es una de las más antiguas. No hay documentos o fuentes de información, pero existiría desde la época de los incas. 

Según los habitantes mayores el antiguo caserío desapareció totalmente en un aluvión.

De acuerdo con la historia, por los años 1870-1880, el centro donde hoy se levanta la iglesia, el parque y las principales construcciones era un pequeño llano, donde crecían guayabos, malvas y otras plantas silvestres, no existía ninguna vivienda en este sitio y se llamaba el Guayabal. (I)