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Torneo de cintas, una tradición que no muere

Torneo de cintas, una tradición que no muere
28 de julio de 2013 - 00:00

Desde los años 60 se consideraba uno de los juegos más populares y creativos en la urbe. Cada año, el tradicional “Torneo de cinta en vehículo” congrega a propios y extraños con el objetivo de celebrar a la patrona del barrio, Santa María. El evento se desarrolla en El Vergel, uno de los sectores más tradicionales de Cuenca.

Los cohetes, danzas, comida típica y los infaltables juegos de antaño forman parte del espectáculo que anualmente atrae la atención de centenares de curiosos. Sin embargo, la mayor atracción es el torneo de cintas. No interesa el tamaño ni el modelo del auto que se inscriba en la competencia. “Lo importante es cumplir con dos requisitos: ser mayor de edad y tener licencia para conducir”, señaló Humberto Merchán, vocal de deportes del comité barrial El Vergel.

Al momento de la inscripción los participantes reciben un palo de madera con la punta en forma de gancho para correctamente coger las argollas en el instante que el vehículo pasa a la misma altura de los aros.  Este año el registro tuvo un valor de 12 dólares para los concursantes. Ellos al momento de recibirlo dejan una garantía de tres dólares como seguro para ingresar a la competencia.

De inmediato, los dueños ubican este instrumento en cualquier parte del vehículo con el fin de que esté   firme y listo para poder atrapar la mayor cantidad de argollas. “El madero se ubica donde el conductor cree conveniente, ya sea en el balde o el guardachoque. Todo depende del gusto de cada persona”, señaló Merchán.

A cazar premios

Para dar inicio a la competencia, los vehículos reciben un número que corresponde al orden en el que partirán “El que se inscribió primero no significa que tendrá el número uno, pues todos entran a un sorteo”, señaló Iván Goyes, vocal de Labores Sociales del comité.

Los vehículos recorren una distancia de 50 metros y su punto de partida es la Unidad de la Policía Comunitaria (UPC) de la calle Las Herrerías. Tras eso, a la velocidad de 20 a 25 kilómetros por hora, los automotores aceleran hasta las argollas con la intención de enganchar una y obtener el premio que  contienen.  

Hay dos clases de cintas: unas pequeñas y otras grandes. En las últimas están los mejores premiosEl cable, donde están colgadas las argollas, es ubicado de forma vertical en los pilares de dos viviendas del barrio. Este contiene 28 argollas, entre grandes y pequeñas, que están separadas  por una distancia de cinco centímetros una de la otra.

Los aros son sujetados con una cinta numerada con el premio que el ganador reclamará posteriormente. Estas circunferencias se ubican en grupos de seis en el centro del cable, para que el vehículo proceda a enganchar la argolla que desee.

Oswaldo Goyes, uno de los competidores desde hace más de 20 años, señaló  que cada una de las argollas ubicadas a lo largo del cable tiene premios que son donados por amigos o conocidos del comité organizador.

Las argollas grandes poseen premios como lámparas, relojes, juego de vajilla, planchas eléctricas, sartenes, entre otros. Las más pequeñas son las más difíciles de enganchar y se han convertido en el reto de los conductores, ya que contienen los premios más grandes y costosos, como ollas de presión, hornos, asadores y ollas arroceras. “Los participantes pueden llevarse de tres a cinco premios. Todo depende de la astucia y puntería del conductor”, comentó.

Los gritos y los chiflidos forman parte del espectáculo que se vive en el momento. Los vecinos sacan bancos y sillas para sentarse en primera fila y alentar a su participante favorito.

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