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La tradición del helado artesanal no se derrite en Machala

Los helados artesanales son muy buscados en la ciudad de Machala, ya sea por su sabor o tradición.
Los helados artesanales son muy buscados en la ciudad de Machala, ya sea por su sabor o tradición.
Foto: Fabricio Cruz/ El Telégrafo
04 de marzo de 2017 - 00:00 - Fabricio Cruz

Pocos son los machaleños que no han probado un helado en la esquina de la Juan Montalvo y Pichincha (centro de la ciudad). Todas las tardes atiende ahí Ariosto Polibio Campoverde, de 69 años, de los cuales 45 ha dedicado a elaborar estas delicias artesanales.

Campoverde llegó a Machala en 1970. Su tío, Ariolfo Guillén -quien elaboraba y vendía bolos- lo trajo. Él vivía en el sector de las calles Junín y Guabo. Dejó su tierra manabita durante una visita que hizo su tío a Portoviejo y lo invitó a acompañarlo. Lo motivó con que en Machala “había negocio todo el año”.

Se vino con toda su familia y cuenta que le ha ido bien. Levantó una casa, sus hijos estudiaron: una es ingeniera comercial y el otro es pintor.

Empezó con su negocio en la esquina del Banco de Machala. Ahí atendía solo en las mañanas. En cambio, en las tardes movía su carretilla en dirección a las escuelas Jaramillo Montoya y Francisco Trujillo, donde vendía su producto durante los recreos de los niños.

Después se dirigía hasta las puertas del entonces colegio Ismael Pérez Pazmiño. Allí las alumnas que salían de clase eran sus principales clientes.

“En esos años 1980, 1990 ganaba hasta 100 sucres diarios, era bastante dinero. Después del año 2000 me quedaban en los bolsillos hasta $ 50 diarios. A partir de 2010 los ingresos variaron por la competencia y por las incomodidades de movilización. Ahora me quedan entre  
$ 25 y $ 30”.

En la actualidad, Ariosto trabaja de 14:00 a 18:00, pero ya no se mueve como antes, ahora únicamente se sitúa en la equina de las calles Pichincha y Juan Montalvo, en pleno centro de la capital orense.

Como Ariosto Campoverde, otros 5 heladeros artesanales aún recorren distintos puntos de la ciudad.

Uno de ellos es Gilberto Rosado. Tiene 61 años y también va con su carretilla por los barrios de Puerto Bolívar.  Él asegura que viene de una familia de heladeros.

“Nosotros somos de Salcedo en Cotopaxi, donde la tradición es el helado de paila, tal como lo hago yo. Mi suegro preparaba y vendía helados. Me enseñó a elaborar y aprendí cómo hacer de naranjilla y de coco seco, que son los preferidos”.

En la capital orense también se han popularizado los helados artesanales de Malvas, una pequeña localidad en la parte alta de la provincia de El Oro. En esta parroquia del cantón Zaruma, la familia Aguilar-Aguilar guarda una tradición de 122 años. Es la tercera generación que mantiene la elaboración de dulces y helados Doña Cleme.

Clemencia María Natividad Aguilar falleció en 1913, pese a ello, no se perdieron los 60 años de tradición de su negocio, ya que su hijo, Celso Gonzalo Aguilar, aprendió el oficio y tomó el control de la microempresa con éxito hasta el momento.

Ahora se elaboran 14 productos, entre estos, dulces de maní, guayaba, leche, cacao, café, tortillas, rosquillas, bizcochuelos, bizcochuelillos, semas, pan de huevo, manjar de arroz con leche y el tradicional helado artesanal. El valor está entre $ 1 y $ 3 por cada dulce.

Esta variedad de productos son apetecidos por turistas nacionales y extranjeros. Según Aguilar, la mayoría de la materia prima, como caña, panela, leche, café, cacao y otros, se obtiene en los predios de la finca familiar que poseen en Malvas. (I)

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