Unas 400 personas, en Cuenca, son las que se encargan de reciclar los residuos que hasta hace algunos años eran considerados basura y se volvían un problema sanitario.

La situación ha cambiado y todos estos ciudadanos encontraron en esta labor una oportunidad para tener un ingreso y contribuir con el medio ambiente.

Juan Sebastián Villacís, de ocho años, dijo que en su escuela aprendió a reutilizar algunos productos y artículos.

“Cuando ya está vacía una botella la uso para poner una plantita o si no la adorno y pongo mis esferográficos”, manifestó.

La ama de casa, Zoila Maldonado, mencionó que su forma de contribuir al ecosistema es colocando las cascaras de algunos alimentos en su huerta.

La fábrica Cartopel, en cambio, vuelve a utilizar los cartones que han sido desechados, para procesarlos y que puedan ser usados otra vez.

“Las personas generalmente acopiamos”, explicó Eugenio Palacio, técnico del área de reciclaje de la Empresa Municipal de Aseo (EMAC).

Sostuvo que el 68% de los cuencanos ya almacenan materiales reciclables.

Sin embargo, no todos lo hacen de la forma correcta.

Del 100% de los artículos que son colocados en las fundas de color celeste, el 60% está apto para ese proceso.

“Hay casos en que nos mandan hasta perros o gatos. Hay que tomar conciencia en eso”, dijo el funcionario.

En 2006, cuando inició la implementación del sistema en la ciudad, se reciclaban mensualmente 800 kilos. Al año siguiente se llegó a 5 toneladas. Para finales de 2009 y en 2010, se procesaba un promedio de 105 toneladas.

En la actualidad son entre 120 y 130 toneladas mensuales.

“Esas cantidades lo hacemos solo a nivel de la funda celeste. Cuenca está acopiando o reciclando 33 mil toneladas anuales”.

En la capital azuaya, se selecciona 1.700 toneladas mensuales de chatarra útil. En segundo lugar está el cartón con un promedio de 600 toneladas al mes.

De ahí están 140 toneladas de papel (A4, papel bond y blanco), así como 125 toneladas de botellas. En vidrio es un promedio de 28 a 30 toneladas.

En el caso de los desechos orgánicos, Palacio, indicó que se separan 10 toneladas diarias, únicamente, de los mercados.

“Este material es llevado al antiguo botadero de basura donde existe una planta de compostaje en donde se hace le procesamiento en humus y compost”, subrayó.

La Empresa de Aseo se encarga de recolectar los materiales reciclables, a través de las fundas celestes, que luego son entregadas a los miembros de las cinco asociaciones que hay en la ciudad dedicadas a esta labor.

Son ellos quienes separan y clasifican cada producto que luego se comercializa a las empresas y el dinero es divido en partes iguales.

Ganancia de 60 a 140 dólares

El promedio de ingresos que recibe mensualmente un reciclador oscila entre 60 y 140 dólares al mes.

Eva Rumiguano lleva en esta actividad doce años. No tener un trabajo la llevó ‘laborar’ motivada por su hija, que en ese entonces tenía siete años.

“Nos esforzamos mucho para llevar el sustento a nuestra casa”, dijo la mujer, quien al igual que 20 colegas más pertenecen a la asociación San Alfonso.

Este grupo tiene como centro de operaciones el Centro Histórico.

Rumiguano, de 53 años, gana seis centavos por un kilo de cartón, 20 centavos por el kilo de botellas y cinco centavos por el kilo de chatarra. “Trabajando duro, día y noche saco una tonelada al mes y por eso gano 60 dólares”, explicó.

Intervienen niños

El 17 de mayo se conmemora el Día Mundial del Reciclaje.

En la ciudad, la celebración inició ayer con un desfile en el que participaron alrededor de 1200 estudiantes, de 28 planteles educativos.

La caminata, según Valeria Villavicencio gerente de la EMAC, tuvo como fin que sean los menores de edad quienes den un mensaje sobre el cuidado del ecosistema.

El técnico de reciclaje de la entidad, Eugenio Palacio, considera que los pequeños son claves dentro de esta actividad.

La institución en conjunto con la Empresa de Telecomunicaciones, Agua Potable, Alcantarillado y Saneamiento de Cuenca (Etapa), durante este año tiene un proyecto con 70 unidades educativas.

“El objetivo es el cambio de conducta. El niño va a la casa y comienza a insistir que hay que reciclar, incluso las estadísticas hablan que en la urbe el 98% de las personas ya no botan basura por las ventanas”, acotó Palacio.

Kevin Sinchi, Carlos Sigua y Diego son estudiantes del colegio Alfonso Carrión Heredia.

Ellos explicaron que desde hace seis meses más o menos cada lunes o viernes llevan al plantel las botellas y cartones que acumulan en sus viviendas.

Con la venta de materiales reciclables que salen de los colegios, según Palacio, se adquieren balones, pinturas y otros artículos que son empleados por los chicos en sus actividades educativas y deportivas.