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CURSÓ SU CARRERA EN LA HABANA, CUBA

Luz Marina Vega aplica la medicina occidental en Cotacachi

Después de estudiar 6 años en La Habana, regresó al cantón Cotacachi donde aplica sus conocimientos.
Después de estudiar 6 años en La Habana, regresó al cantón Cotacachi donde aplica sus conocimientos.
Daniel Molineros / El Telégrafo
31 de enero de 2016 - 00:00 - Andrea Rodríguez

Aprendió a curar en Cuba, el país que la acogió cuando decidió estudiar Medicina. Allí conoció de cerca su sistema de salud, considerado uno de los mejores del mundo.
Este país universalizó el acceso a la salud a todos los sectores de la población. Fue, precisamente por eso, que Luz Marina Vega lo escogió para seguir sus estudios de Medicina en La Habana, gracias a una beca. En esta ciudad, donde permaneció 6 años, se graduó de Medicina General, pero no conforme con este título decidió seguir, poco tiempo después, una maestría en Gerencia en Salud.

En lugar de permanecer en La Habana, regresó al cantón Cotacachi para ejercer su profesión en una región de la sierra ecuatoriana, donde la medicina ancestral tiene su peso.

A diferencia de otras mujeres indígenas, ella no dejó de aplicar la medicina occidental. Su consultorio, ubicado en una calle céntrica de Cotacachi, es frecuentado por extranjeros, mestizos e indígenas.

Luz Marina cuenta que ejerce la Medicina desde 1990 y durante este tiempo se ha ganado la confianza de sus pacientes que no dudan en visitarla cada vez que surge una nueva dolencia. “Hay 2 sistemas de salud: el ancestral y el convencional y ambos tienen normas y protocolos bastante claros, al igual que puntos de encuentro”.

Advierte que durante la alcaldía de Auki Tituaña en Cotacachi, hubo una articulación importante entre la medicina ancestral y la convencional, porque —como afirma— estas, en lugar de repelerse, se complementan. Para esta doctora, la gran contribución de la medicina ancestral es considerar al ser humano de manera integral. Eso explica la razón por la cual este tipo de medicina indaga en los orígenes de la dolencia para poder abordarla y tratarla.

Al mismo tiempo, dice Luz Marina, la medicina convencional es valiosa, por los avances registrados en el tratamiento de diversas enfermedades. Desde que abrió su consultorio la visitan indígenas, extranjeros (sobre todo norteamericanos que se radicaron en Cotacachi) y mestizos.

En esta región de Imbabura, hay dolencias que son más recurrentes. Aunque difícilmente hay personas que sufren estrés, sí hay muchas que presentan enfermedades que son el resultado de una alimentación deficiente.

En personas adultas, como ella describe, hay enfermedades ligadas a malos hábitos alimenticios, propios de los ecuatorianos. “Hay un consumo excesivo de alimentos ricos en grasa, sal, fritos y azúcar”. Aunque tenemos una gran variedad de frutas y vegetales, estos productos aún no son consumidos con la frecuencia esperada.

“Es poco significativa la ingesta de frutas y verduras, lo cual revela que la dieta alimenticia no es la ideal”. La especialista explica que aunque hay familias que compran frutas, su consumo no es habitual.

“Las enfermedades responden a patrones culturales. Hay personas humildes que recurren a comidas ricas en calorías, porque, de cierto modo, desconocen los riesgos para la salud de este tipo de productos”.

Cuando sus familiares y amigos se enferman, ella también se encarga de curarlos. Hace solo unas semanas, su nieta comió algo que le provocó indigestión y, con la ayuda de algunos remedios, la curó.

Para ser consecuente con lo que propone, ella también procura llevar una dieta saludable. Precisa que la dieta indígena es más saludable. “En las comunidades indígenas existe una ventaja, porque se consume una gran variedad de granos”. Dice que si los ecuatorianos comieran mejor, habría menos personas hipertensas, cardiópatas y diabéticas. (I)

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