Sinohydro Corp. es la empresa hidroeléctrica de China que el pasado 18 de noviembre concluyó la construcción del proyecto ecuatoriano más importante de los últimos tiempos: Coca Codo Sinclair.

La obra, ubicada entre las provincias de Napo y Sucumbíos, benefició a las comunidades aledañas con la generación de empleo y con la construcción de una vía moderna y segura por donde transportar sus productos agropecuarios hacia los cantones Gonzalo Pizarro, El Chaco y la parroquia Reventador. Allí se  realizan las ferias más grandes.

Los habitantes de la zona comprendieron los beneficios en todos los sentidos. Por ejemplo, antes de Coca Codo, los agricultores tardaban 2 días en sacar sus productos en mula. Ahora usan vehículos.

Allí se cosecha naranjilla, yuca y verde; otros se dedican a la ganadería, con la cual se desarrolla la producción de leche y quesos. También hay quienes ven en el turismo una fuente de ingresos.  

Con el megaproyecto también accedieron a energía eléctrica, y varios ya adquirieron una cocina de inducción porque “ya no hay el temor a que se quemen los equipos”.

Domingo Kazen, presidente de la Federación Shuar de Sucumbíos, señala que las comunidades de Shushufindi, Cascales y Nueva Loja  ya tienen luz. Pronto llegará la electricidad a las comunidades de Cuyabeno, Taikro, Charap e Iwia. “Ya  hemos  hablado con la Prefectura para ello”, indicó el dirigente. (I)

Zurita: "Al inicio no entendíamos su idioma"

A Eduardo Zurita, secretario del Comité de Empresa de Synohidro, el proyecto hidroeléctrico lo marcó como individuo y profesional. Además de la experiencia que adquirió como perito conductor de maquinaria pesada, destacó el intercambio cultural con técnicos de China.

Desde 2011 participó en importantes proyectos como la construcción de la central hidroeléctrica Mazar, ubicada en Paute; y en el multipropósito Baba, en la provincia de Los Ríos.

“En Coca Codo, —destaca— la experiencia fue única porque trabajamos con tecnología de punta y aprendí mucho. El intercambio de conocimientos fue más allá de lo tecnológico, fue cultural, gastronómico e idiomático”.   

“Al principio no nos entendíamos con los técnicos chinos, pero aprendieron algunas palabras en español, como “hola, muchas gracias, comer, casa, trabajo, ¿dónde está el campamento?”.  

Para facilitar su alojamiento, se instalaron 2 comedores, que en ocasiones compartían para intercambiar platos. “Ellos prefieren nuestra comida como el arroz con menestra y fréjol, y el chancho en diferentes  formas. No les gustó el seco de gallina. Ellos prefieren el pollo con verduras salteadas y mucho ají”.

Lo que llamó su atención fue el desayuno: “Ellos disfrutaban de un tallarín picante acompañado de un té.

Entre los extranjeros —recuerda Zurita— se popularizó  la carne asada con papas fritas o puré, y una gaseosa. (I)

Salvador: “Turnos de trabajo son exigentes”

Como en todo campamento de este tipo se organizan turnos de trabajo. La jornada que es de 24 horas se divide en 3 de 8 horas en 5 días laborables y 2 de descanso.

Otra es de 10 días de trabajo y 4 de descanso; también existen el 15-6 y el 22-8, debido a la exigencia técnica. Se preparan 4 comidas al día: desayuno, almuerzo, merienda, cena a media noche, por los turnos, los cuales funcionan de diferente forma. Jaime Salvador, subgerente técnico de la obra recién inaugurada, menciona que pasaron más de 15 mil trabajadores, entre ecuatorianos y chino. El máximo número fue de 7.500 personas durante 2 años intensos de labores. El 62% de trabajadores es de Napo, Sucumbíos y Orellana; el 18%, chinos, y el 20%, de otras provincias. Al momento operan cerca de 450 o 500 personas,  entre técnicos y empleados que dan los toques finales a la hidroeléctrica.

Para eliminar el estrés y proporcionar  actividades de entretenimiento funcionan 2 salas de cine en los 5 campamentos, donde pasan películas en 2 idiomas para quienes descansan. Hay mesas de billar, tenis de mesa, futbolín, canchas de indorfútbol y de bádminton y un coliseo para básquet. Se efectúan campeonatos deportivos con equipos de los 2 países.  Existe una relación cordial con los chinos, aunque también hubo ocasiones en que se fueron a los golpes, debido a bromas ‘pesadas’.(I)

Proaño: “Reto, así es como defino a la obra”

En su mente está grabada la imagen de los discos cortadores del “topo” perforando el túnel. Después de 2 años conserva la alegría de ver concluido un arduo trabajo.
Roque Proaño es especialista en Geotecnia y se desempeñó como fiscalizador de la  obra. Cuando le piden referirse al Coca Codo Sinclair, todo el esfuerzo se resume en “reto”.

En la central hidroeléctrica más grande del país se utilizaron 700 mil m² de  hormigón, volumen que le convierte en una de las 3 obras más grandes del mundo.
“He participado en las obras más grandes  que ha emprendido este Gobierno, aquellas que implicaron grandes decisiones e impulsarán a la industria y al cambio de la matriz energética”, sostiene orgulloso.

Coca Codo Sinclair representa para muchos la cúspide profesional. Reconoce que al principio de la obra la comunicación con el personal de Sinohydro fue un obstáculo.

“A través de señas o de las traductoras aprendimos los nombres de los jefes chinos, quienes hablaban muy poco español. Mientras que los trabajadores ecuatorianos no hablaban muy bien inglés. Eso fue superable y al final nos entendimos”.

Con el tiempo Sinohydro trajo profesores de español para sus técnicos, quienes estudiaban los sábados cuando no estaban de turno. “Este proyecto  sacó  lo  mejor de todos”. (I)