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Íntag, una zona montañosa de los Andes

Con una extensión aproximada de 1.462 km², Intag se ubica en el cantón Cotacahi y Otavalo.
Con una extensión aproximada de 1.462 km², Intag se ubica en el cantón Cotacahi y Otavalo.
Foto: web
25 de diciembre de 2015 - 00:00 - Regional Norte

Íntag es una zona montañosa que ocupa la tercera parte de Imbabura, 1.462 km² frente a la superficie provincial de 4.599 km². Es una zona de transición de los páramos a los subtrópicos.

Ecológicamente corresponde a la franja del bosque nublado y forma parte del Chocó ecuatoriano, por ello es hábitat de miles de especies animales y vegetales. Además, es una importante zona de amortiguamiento de la reserva Cotacachi-Cayapas.

Es, además, un enclave arqueológico fundamental en la historia de la formación social y cultural de Imbabura, pues fue el tambo estratégico que utilizaron pueblos migrantes del litoral al menos 1.500 a.C.

En sus montañas hay varios vestigios arqueológicos expandidos en toda la zona. Uno es el Gualimán, que podría ser una clave estratégica para entender nuestros orígenes históricos, sin dejar de mencionar a millares de tolas preincaicas que forzaron a los terratenientes lugareños a llamar a varias de estas explanadas ‘panteones’.

En el estudio ‘El proceso evolutivo en las sociedades complejas y la ocupación del período tardío quitu-cara en los Andes septentrionales del Ecuador’, realizado por Stephen Althins, en 1979, se dice que en aquella época la única forma de ingresar a Íntag era tomando un bus o un camión de carga desde Otavalo hasta Apuela, la primera cabecera parroquial de la vasta zona. El bus trepaba hasta Urcusiqui en las faldas del Cotacachi y luego trasmontaba la cordillera en medio de un infinito paisaje de montañas.

Por Juan F. Ruales

Llegaba a su destino después de 4 o 5 horas de viaje en el que se podía admirar la exuberante vegetación, aves propias de esos bosques e infinidad de orquídeas que caían en cascadas de ramilletes hasta la carretera.

En 1974 se hallaron importantes piezas de oro. Ya decían las historias de que Íntag tenía incalculables yacimientos de oro y que los pueblos ancestrales que la habitaron eran de una cultura muy avanzada.

Desde la cima del cerro Pucará se pude divisar Apuela, hermoso pueblito de pocas casas de bahareque cercando una polvorienta plaza de tierra, donde esperan amarradas varias recuas de caballos y de mulas, transporte oficial de contrabandistas, arrieros, bandidos, lugareños y de extraños visitantes que desde Apuela se internaban al interior de esas montañas.

Desde este cerro también se divisa el descomunal rostro del gigante que vigila el ingreso a la legendaria comarca dando una bienvenida titánica a los visitantes. Hacia el suroccidente se observa la silueta del coloso recostado, Gualimán, y el degradé de azules infinitos de montañas que se vuelven invisibles mientras se adentran a la Costa.

Al llegar a Apuela se siente el vértigo de haber retrocedido al menos un siglo en la historia. Los rostros herméticos y misteriosos de los lugareños, su típica indumentaria montaraz, su piel marcada por el misterio de los bosques, el relincho de los caballos y el rebuzno de las acémilas cargadas de enormes bultos de cabuya, de trapiches descompuestos, de bultos de frutas destilando su miel entre los costales y de grandes atados de yucas colosales que se pudren por la feracidad de ese suelo generoso pues no hay suficientes bocas para tan estupenda golosina. De pronto, volutas de polvareda almagre se levantaron como inmensas nubes desde las patas de las bestias de carga, quien está ahí podría imaginar cómo sería ese paisaje en el invierno, cuando el polvo se transforme en grandes charcos de barro meloso y ocre que explicaba el atuendo de los inteños, constituido de rancias botas hasta la rodilla, ponchos y sombreros de caucho chorreando aguaceros que volvían aún más mágico el ambiente.

Rostros adustos y enigmáticos con un corazón tan cálido que te quemaba si te acercabas demasiado a esas buenas gentes generosas, sanas de espíritu, acaso ingenuas, pero llenas de esa sabiduría telúrica que solo da el concubinato profundo entre el hombre y la montaña. (I)        

Datos

Íntag es una zona subtropical ubicada en el pie de monte occidental de la cordillera de los Andes, en los cantones Cotacachi y Otavalo, Imbabura.

Está integrada por 6 parroquias rurales del Cantón Cotacachi: García Moreno, Apuela, Cuellaje, Peñaherrera, Vacas Galindo, Plaza Gutiérrez; y, una del cantón Otavalo: Selva Alegre.

Geográficamente cuenta con una baja densidad poblacional. Tiene alrededor de 13.696 habitantes. Es una zona de transición entre los páramos y los subtrópicos, lo que crea una serie de microclimas.

Íntag es una zona de alta pluviosidad y por lo que el recurso hídrico, la flora y la fauna, son inmensos. Cuenta con una superficie de 37.481 hectáreas de bosques protegidos. Además, se encuentra una gran parte de la reserva Cotacachi-Cayapas.

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