Ecuador, 17 de Mayo de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Comparte

El avance de la frontera agrícola y los incendios amenazan a El Ángel

El avance de la frontera agrícola y los incendios amenazan a El Ángel
31 de diciembre de 2015 - 00:00 - Regional Norte

El ecosistema de páramo de la Reserva Ecológica El Ángel (REEA), ubicado en el cantón Espejo, en la provincia de Carchi, al norte del país, es un lugar privilegiado: posee una gran diversidad biológica y cultural, con hábitats de características propias de los Andes y barreras naturales que impiden el movimiento de especies desde y hacia la reserva.

Desde el punto de vista biológico, es un escenario natural de gran importancia por ser considerada una ‘esponja’ de agua que capta el suministro de este recurso hídrico para su distribución a las comunidades cercanas.

Al mismo tiempo, almacena carbono y contribuye con el mantenimiento de ecosistemas únicos. La reserva pertenece al Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas del país. Eso significa que se trata de una región que el Ministerio del Ambiente custodia y preserva para garantizar la conservación de la biodiversidad.

Ecuador tiene aproximadamente 19,1 millones de hectáreas de Áreas Protegidas (AP), eso representa cerca del 19% del territorio nacional y corresponde a 49 regiones que el Ministerio del Ambiente preserva.

El Ángel se ha caracterizado por poseer un clima ecuatorial frío de alta montaña, por lo general, lluvioso y nublado.

La mayor parte se encuentra en la subcuenca del río El Ángel que, a su vez, forma parte de la cuenca del río Mira. Aquí nacen los ríos Ángel, Bobo, Grande, Chiquito, Plata, Morán, Chilguiyacu, Huarmiyacu y Cariyacu.

La especie símbolo del lugar es el frailejón (Espeletia pycnophaylla), que ocupa el 85% de la superficie, crece hasta más de 4 metros de altura y su estructura —a modo de capas y vellosidades en sus hojas que asemejan orejas de conejo— atrapan el aire calentado por el sol y evitan su congelamiento durante la noche.

Uno de los principales complejos lacustres al interior de la reserva son las lagunas de El Voladero que, con una temperatura promedio de 10 °C y una extensión de 17 hectáreas (ha), es una zona rica en vertientes y pantanos.

Un sendero autoguiado de 2,5 kilómetros desde la entrada del lugar permite llegar a las lagunas, cuyo nombre es adoptado de una leyenda.

Se cuenta que un cacique llamado Jerónimo Tudpué, para evitar ser capturado por los españoles, decidió llegar hacia estas lagunas para no rendirse.

La reserva tuvo su origen hace 23 años; el 100% de ella corresponde a propietarios comunales, indicó Jeny Chalá, directora provincial del Ministerio del Ambiente (MAE) en Carchi.

De acuerdo con el Plan de Manejo de la Reserva Ecológica El Ángel (2015) del MAE, en el sitio se han identificado 5 grupos de propietarios comunitarios: la Comuna La Esperanza, La Libertad, Palo Blanco, San Luis y la Asociación 23 de Julio. La mayoría de sus pobladores trabajan en agricultura y ganadería.

Jeny Chalá sostuvo que el MAE garantiza la conservación de los recursos para evitar su deterioro y recordó que antes de la declaratoria de área protegida se cumplían actividades agrícolas que aún persisten en menor escala. A partir de esta declaratoria —afirma la funcionaria— se dispone de una herramienta importante para evitar el avance de la frontera agrícola. “Es ahí donde surge un conflicto socioambiental entre la institución y las comunidades por impedir el deterioro de los recursos naturales”.

Este hecho también se revela en el mismo Plan de Manejo, donde las amenazas que rodean a la reserva son de 2 tipos: el factor humano y el natural. En el primero se contempla el avance de la frontera agrícola, las malas prácticas de agricultura, la cacería, la pesca ilegal, el turismo no controlado y la apertura de canteras y vías.

En el segundo factor se destaca el incremento de la temperatura, lluvias más intensas y largos períodos secos. Para ello, programas gubernamentales como Socio Bosque y Socio Páramo ayudan a que los comuneros reciban incentivos económicos anuales por conservar los bosques y páramos. Según la funcionaria, en esta iniciativa ambiental participan la Comuna La Esperanza y La Libertad, que reciben $ 30 por hectárea.

La Comuna la Esperanza, por ejemplo, recibe anualmente $ 30 mil por la conservación; los recursos son asignados a la ejecución de actividades en la misma comunidad.

Para impulsar su conservación, de acuerdo con el Plan de Manejo, se ha dividido a la reserva por zonas de uso diferenciadas; así se tiene una zona de protección absoluta; otra de manejo especial; otra de uso público y turismo; y otra de amortiguamiento.

Se complementa con programas de trabajo y estrategias divididas en programas de administración, de comunicación, de educación y participación ambiental, de manejo para la biodiversidad, de control y vigilancia; y de uso público y turismo.

Uno de los brazos ejecutores del control dentro de la reserva son los guardaparques, quienes dan capacitación e inducción a los visitantes sobre los propósitos del sitio. Catorce guardaparques y 2 personas de los municipios de Espejo y Mira efectúan las tareas de vigilancia.

En este grupo se halla Luis Ordóñez, de 54 años, perteneciente a la comuna La Libertad, en Espejo, quien lleva 4 años como guardaparques, antes se dedicaba a la producción agrícola y pecuaria.

Luis recuerda que su vida cambió cuando un técnico, tras una capacitación sobre conservación y cuidado ambiental del territorio —a las que él mostraba resistencia—, le preguntó: “¿Cree usted que tendría, sin cuidar, agua para sus hijos?”, esa pregunta lo hizo reflexionar y entendió que la conservación era el mejor camino a seguir, se convirtió entonces en guardaparques.

Trabaja 5 días a la semana, de 08:00 a 17:00; la presencia en las guardianías es constante, cuando él sale de su turno, otro compañero lo reemplaza, de modo que siempre habrá un vigía permanente en la reserva.

Los recorridos que a diario efectúa le permiten avizorar la recuperación de la vegetación, “ver las llanuras y humedales sanos, las huellas de animales es fantástico, uno se da cuenta de que la conservación ambiental para algo sirve” afirma y añade que los indicadores ambientales muestran que el ecosistema está sano, que se puede identificar la cadena trófica, que hay un equilibrio natural.

Sus actividades se basan en un plan de manejo y valores de conservación, vigilar el área, hacer educación ambiental, monitoreo de vida silvestre, entre otros. En su labor ha alertado la presencia de huellas externas de caballos y personas que estarían frecuentando el sitio y por tanto se debe averiguar la intención; él y el resto de guardaparques distribuidos en otros puntos de la reserva se mantienen alerta para el cuidado. “La conservación es buena, el resultado ecológico es a largo plazo”, sostiene. Este año, algunos sectores de la zona de amortiguamiento que rodea los límites de la reserva se vieron afectados por incendios forestales, suscitados en septiembre pasado. Chalá comenta que el fuego fue controlado a tiempo y no alcanzó a la reserva, pero, por un momento, pusieron en riesgo al lugar. Estos incendios, según datos oficiales, se registraron en El Morán (Espejo) y Cerro Pan de Azúcar (Tulcán) dijo Guillermo Rodríguez, director de Gestión Ambiental de la Prefectura del Carchi. (I)

Por: Carlos Jiménez

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

Pública FM

Social media