Las colinas del Pacoche (parroquia Santa Marianita de Manta) son recorridas por manadas de chivos. Sus dueños los dejan a rienda suelta en las mañanas y antes de caer la noche ya están en sus corrales.

Se alejan para buscar alimento, monte o paja, pero también comen maíz. Es lo que asegura María Reyes, una pobladora de la localidad que tiene 9 de estos animales, los cuales están entre la principal especie de crianza de este sitio rural.

“Cuando se queda uno de los chivos, vamos hasta el cerro y lo arreamos, pero casi todos llegan solos”, comenta. La mamá de María, Idalinda Calderón, asegura que criar a estos mamíferos es una tradición en la comuna, “es algo que va de generación en generación”.

Para Inés Mero, otra de las moradoras, son animales fáciles de criar, no generan gastos porque buscan los cerros para alimentarse.

“Son animales especiales. Si una persona mete la mano donde ellos beben agua, ya no volverán a tomarla de ahí”, dice Mero de 43 años. Ella, desde que tiene uso de razón, ha visto que en su entorno se dedican a la crianza de esos mamíferos.

Asegura que la mayoría de las 180 familias de la localidad tienen estos cabritos en sus corrales.

El concejal de la zona rural, Isidoro Montalván, explica que “no hay estadísticas de cuántos de chivos existen en este sector, pero que sobrepasan los 300”.

Los animales también se desarrollan en otras partes de la parroquia Santa Marianita, como en La Travesía y San Pedro, así como en Ligüiqui, de la parroquia San Lorenzo.

Mauro Calderón (60 años) afirma que un chivo cuesta mínimo unos $ 70 y que, según las libras que tenga, llega a valer hasta $ 120.  “No tenemos necesidad de llevarlos a otro lado, aquí vienen comerciantes a comprar”. 

Y justamente el plato típico de la zona se prepara en base del chivo.

Hace pocos días, varios habitantes ofrecieron una muestra de lo bien que sazonan al cuadrúpedo en una feria gastronómica, para aprovechar la reapertura del Museo Pacocha. 

Uno de los asistentes que llegó al lugar y que probó la comida fue Giovanny Pilozo.

“Es la primera vez que como esta delicia y es exquisita. Más cuando está acompañada de maduro y ensalada”, señaló este mantense.

Mero cuenta que prepara arroz de color amarillo porque es el que mejor combina con la carne.

Para la elaboración del plato se hace un refrito que lleva naranjilla, cerveza, agua y panela (esta última solo en algunos casos), explica doña Idalinda. “Se coloca una rodaja de maduro, una hoja de lechuga y tomate, que sirven también para adornar”.

Según la porción, un seco de chivo cuesta en Pacoche entre $ 4 y $ 5. Para el evento del museo se hicieron 120 platos. Ahí fueron sacrificados 2 chivos.

Inés, al igual que sus vecinas, prepara semana a semana este plato por encargo. Los comensales llegan hasta su casa a retirar la comida.

Estas mujeres guardan el secreto de la cocción, que es ancestral. 

“La gente de afuera ya conoce que aquí lo preparamos. Tenemos varios clientes fijos”.

Para Gonzalo Calderón, otro habitante de la zona, el seco de chivo de Pacoche es uno de los mejores platos.

“Es especial porque uno cría estos animales con mucho cuidado”, asegura.

En su familia es alimento sagrado para Navidad y Año Nuevo. Matan hasta 2 animales por festividad.

El concejal Montalván considera que este plato típico es la insignia de la zona. Apunta a que a futuro Pacoche sea promocionado, no solo por su museo y bosque, sino por su gastronomía, en especial por su seco de chivo. (I)