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Los muebles, otro arte de tejido de Montecristi

Rodolfo Alonzo (der) es uno de los artesanos de Montecristi que teje muebles en papel kraft.
Rodolfo Alonzo (der) es uno de los artesanos de Montecristi que teje muebles en papel kraft.
Foto: Leiberg Santos / El Telégrafo
18 de febrero de 2017 - 00:00 - Vivian Zambrano Macías

Los dedos de Rodolfo Alonzo entrelazan la fibra de papel kraft sobre una base de hierro. Mientras urde los tejidos da forma a la estructura. Sin ver las horas, avanza en su labor hasta, finalmente, tener lista la canasta de descanso (tipo hamaca) que pronto será vendida.

La experiencia de cerca de 18 años hace que Rodolfo conozca perfectamente la manera de hacer estos muebles fabricados a mano, con el material de color marrón (importado), que se elaboran en talleres como el Artesanías Josué, ubicado en avenida 10 de Agosto, entre Olmedo y Manta, en Montecristi.

Gloria Mantuano, propietaria de este negocio, es parte de la tercera generación que fabrica el menaje. Cuenta que desde hace 2 décadas el papel dejó atrás al mimbre para fabricar muebles.

“El mimbre está en extinción, no se consigue, por ello optamos por el papel kraft, que es bueno”, refiere Gloria, quien aborda una camioneta para trasladar los muebles ya fabricados hacia otro espacio donde se les dará el acabado.

Antes de subir, Gloria deja claro que en Montecristi casi todas las personas que saben tejer pueden hacer estos muebles y esta práctica se ve en los talleres que hay en el cantón.

Entre el sonido de máquinas y camaradería aparece Josué Pachay, de 23 años, con una sonrisa, para posteriormente explicar que proveedores llevan a Montecristi la materia prima para hacer el producto desde Guayaquil y Manta. “Es un papel que se está usando bastante”, dice.

Llega al taller en tortas de papel (cada una cuesta $ 35) y ahí lo procesan con una máquina que hace cabos. Con ese producto se pueden elaborar 3 muebles que, de venta al público, pueden alcanzar el valor de $ 110, cada uno.

“No es cualquier material, dura más que el mimbre por eso lo llevan para uso en viviendas, tanto en interior como exteriores”.

Ocho personas laboran en el taller, entre ellos un maestro soldador y un tapicero. Los juegos de muebles, dependiendo del modelo, van de los $ 320 a los $ 750. El juego nido (que incluye un sofá doble, 3 sillones individuales y la mesa de centro) cuesta $ 600 y el cuadrado (con el mismo número), $ 750, porque el tamaño y el diseño es más grande. Es el que más solicitan.

A Montecristi llegan compradores de algunas ciudades del país como Guayaquil, Cuenca, Quito Portoviejo y Manta; incluso los almacenes venden a los extranjeros.

“Mensualmente vendemos unos 10 juegos. Se fabrican bajo pedido”, explica Josué, quien luego de hablar regresa a la máquina para seguir transformando las tortas de papel en cabo.

También vende en el almacén, ubicado a un costado, cuadros hechos con esta fibra, camas, roperos, libreros, canastas, mesas para computador, esquineras, entre otros. Para pintar incluyen los colores natural, miel y caramelo.

“Tejer requiere paciencia”, dice Ronald Lucas; su padre, Alberto Lucas, le enseñó. “Se me hace fácil este arte”, señala el hombre que tiene a su alrededor herramientas como alicate, desarmador y goma, mientras teje una perezosa que al estar lista costará $ 250.

La mejor época de venta de estos muebles en Montecristi es el verano, detalla Hugo Quijije, de 40 años, quien conoce el mimbre y el papel kraft, porque ha trabajado con ambos. Indica que con este último es más fácil laborar.

Rodolfo Alonzo, luego de escuchar a sus coterráneos, suma al diálogo que a este trabajo no se lo destaca, “más se le da importancia a quienes tejen sombreros. Aquí en Montecristi aparte de hacer sombrero fino hacemos muebles a mano. Hay personas que no valoran lo que hacemos, compran muebles importados de hasta $ 4 mil cuando acá tenemos muebles buenos, con precios menores a $ 1.000 que hasta llevan cojines”.

No suelta el trabajo que hace, pero con dinamismo invita a los ecuatorianos a que “consuman lo nuestro, lo hecho en Manabí”.

Otro taller donde también fabrican estos muebles de papel kraft es el de Eloy Mero, cerca de la vía a Manta. Juan Mantuano es uno de los colaboradores. Sentado en el portal del lugar teje una silla y destaca que este producto tiene bastante acogida. Le gusta la tarea, al igual que a su compañero Carlos Quijije. “Invito a que se acerquen a Montecristi, un pueblo artesanal que sabe tejer a mano”, finaliza. (I)

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