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El Telégrafo
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En la zona también se elaboran los dulces empolvados, se trabaja en tagua y se crían animales

Las ladrilleras son fuente de ingresos en Cárcel

En Cárcel, las ladrilleras se multiplicaron. La labor comienza desde las 04:00. Ya a las 17:00 los trabajadores regresan a sus hogares. Elaborar los ladrillos toma más de 5 días.
En Cárcel, las ladrilleras se multiplicaron. La labor comienza desde las 04:00. Ya a las 17:00 los trabajadores regresan a sus hogares. Elaborar los ladrillos toma más de 5 días.
Foto: Rodolfo Párraga / El Telégrafo
31 de enero de 2016 - 00:00 - Redacción Regional Manabí

Al otro lado de las faldas del cerro Montecristi, en el sitio Cárcel, extensos espacios de terreno se convirtieron en patios de labranza. Allí, el color rojizo del ladrillo predomina, mientras hombres cargan el material ya fabricado para subirlo en camionetas y camiones, y emprender la marcha con el producto hacia su destino. Una vez que los bloques han sido vendidos por millares, es solo cuestión de entregarlos.

En un recorrido por las 3 partes de Cárcel, como se conoce al lugar conformado por las comunidades  Simón Bolívar, Fronterizo y Eloy Alfaro, se observan distintas fábricas de ladrillos.

Adán Pilozo, hombre cuyas manos dejaron de ser suaves y blandas por majar la tierra, el aserrín y mezclarlos con agua, tiene relatos, en los cuales todos sus compañeros coinciden, de que este es el principal negocio de la localidad. “Es un oficio que viene de generación en generación, como sucedió en su familia”, dice

Asegura que Cárcel depende de los ladrillos. Es el mayor ingreso económico de los hogares de esta jurisdicción, que se levantan en la tierra del ‘Viejo Luchador’.

Relata que sus hermanos mayores, hijos de un primer matrimonio de su progenitor, fueron los pioneros en la fabricación de los bloques en la localidad.

“Los ladrillos se hacían con hierba picada y allí lo mezclaban con otros ingredientes. Era como hacer el carbón. Hicieron (sus hermanos) los moldes pequeños y grandes, pero fallecieron en un accidente y dejaron este legado”, manifiesta Pilozo.

José Anchundia lleva 25 años trabajando en el oficio; aprendió de su padre. El trabajo de las personas que elaboran ladrillo inicia a las 04:00. José trabaja junto a un ayudante. A las 11:00 van al terreno donde tiene su pequeña fábrica. Tras la pausa del almuerzo, retoman la actividad y no paran hasta las 17:00.

El trabajo es todo un proceso: “Primero se fabrica el ladrillo de la tierra, después se deja secar. Cuando está seco se pone en unos hornos y se lo tapa; se pone leña para quemarlo. Son 3 días y 3 noches de candela y allí salen colorados”.

En Cárcel, quienes se dedican a esta actividad compran la volqueta   de tierra a $ 30, la que es adquirida en Manta y Colorado.  Con esa cantidad salen 3 mil ladrillos.

Desde finales de diciembre, la producción paró por la llegada del invierno. José asegura que tiene en stock 10 mil ladrillos para la venta. Una vez que pase el temporal, retoman el oficio, que requiere mucho del sol.

El verano pasado, el negocio estuvo bajo. “Se vendía a $ 70 el millar. Está malo, no hay quién compre ladrillos. Un año antes estuvo bueno el negocio, porque se  vendía entre  $ 80 y $ 90 el millar aquí en Cárcel”, señala.

A la comunidad llegan clientes de Portoviejo, Manta, 24 de Mayo y Santa Ana, entre otros, para adquirir la producción.

José tiene 11 hermanos, de ellos,  8 varones son propietarios de ladrilleras, trabajo al que también se dedican los esposos de sus 3 hermanas. En Cárcel, según este productor, hay más de 30 ladrilleras, en las que se fabrican bloques de tipo maleta y burrito.

El mantense Almagro Tigua habita desde hace 10 años en Cárcel. Cuenta que unos amigos le enseñaron la elaboración del ladrillo y aprendió. Compró terrenos y puso su fábrica. Decidió vivir allí porque “es tranquilo”.  “Uno puede trabajar y criar animalitos sin problemas”, manifiesta este exalbañil.

Fabrica en el mes hasta 30 mil ladrillos. Por el momento tiene 150 mil listos para la venta.

Refiere que el negocio está bajo porque ahora usan más bloques de piedra pómez. “No es lo mismo que el ladrillo”, aclara  Almagro, quien tiene 9 personas que le ayudan en su negocio.

Santa Lucía es la patrona del sitio Cárcel Fronterizo. La imagen está en la comunidad desde hace 28 años. Foto: Rodolfo Párraga/El Telégrafo

Otros oficios de las comunidades

A más de 200 metros del sector ladrillero habita Justa Delgado, de 71 años. Ella es moradora del sector Simón Bolívar. Sentada a la entrada de su vivienda, recuerda que en esta comunidad antes la gente vivía más de la agricultura. Pero con el pasar del tiempo, los hombres se dedicaron más a hacer ladrillos.  

Su vecino, Víctor Flores, de 74 años, explica que en esta jurisdicción también se dedicaban a tejer con paja toquilla. En su caso hacía tapetes, pero como pagaban muy poco dejó el oficio.  

A pocos pasos está la villa de Isidoro Parrales, un hombre que este 2 de febrero cumplirá 95 años. Rememora cómo era su tierra cuando estaba pequeño. “Solo eran 6 casas”, lanza mientras ve al cielo. Él tuvo algunos oficios como agricultor, tejedor de  sombreros y tapetes.

Su hijo, Héctor Parrales, agrega  que su progenitor fue soldado y que ahora goza de una pensión jubilar.  “Me gusta Cárcel, aquí nací y sigo. Los días son bonitos”, comenta don Isidoro, quien tuvo 12 hijos.

Las fiestas en este lugar son en agosto, festejan a san Jacinto. Julio Delgado, vicepresidente de la comunidad Simón Bolívar, indica que el anhelo de este punto de Montecristi es gozar del buen vivir, tener todos los servicios básicos, calles adoquinadas, con aceras y bordillos.

El dirigente indica que en esta localidad, como en las otras dos comunidades de Cárcel, el pueblo vive en un 50% del negocio del ladrillo, en un  30% de la tagua y el resto de la cría de animales.

Otra parte de Cárcel es Fronterizo. Allí, Néstor Pilozo integra el Comité Pro Mejoras. En esta comunidad de pocas familias se levanta la capilla en honor a la patrona del lugar, santa Lucía.

La imagen de la bienaventurada tiene con ellos 28 años y la celebran todos los 13 de diciembre. En esa festividad que dura 3 días hay bailes y padrinos, y se realiza en los exteriores de la capilla.

Este año, las visitas aumentaron, no solo de quienes son de Montecristi, sino de otros lugares y que tienen fe en la llamada ‘patrona de los pobres, los ciegos, de los niños enfermos, campesinos, electricistas, choferes, fotógrafos, afiladores, cortadores, cristaleros, sastres y escritores’. Néstor es un fiel creyente.

Otro de los sitios de Cárcel es Eloy Alfaro. Por las tardes, los jóvenes se entretienen con deportes en la cancha. Muchos de ellos también están acostumbrados al oficio de fabricar ladrillos y otros estudian.

Hay familias que se han dedicado también a elaborar los llamados dulces empolvados. Julia Quijije es una de las habitantes que ejerce este trabajo. “Somos unas 8 familias que hacemos dulces”.

Su esposo, Abel Anchundia, confirma que esta tarea también es otro ingreso para la economía del lugar. Él se dedica a vender los empolvados de fiesta en fiesta en los cantones manabitas.

Las jornadas comienzan desde mayo con las fiestas de las Cruces. Al momento están de vacaciones. Anchundia es dirigente del lugar. Se siente tranquilo porque las necesidades las está atendiendo el alcalde Ricardo Quijije. “Se están lastrando las calles”, dice.

En Eloy Alfaro el pueblo tiene a su patrona, es la Virgen Dolorosa. Los festejos son el 22 de octubre. La gente es amable y trabajadora, como en las otras dos comunidades. (I)

Isidoro Parrales vive en Cárcel Simón Bolívar. El hombre de 94 años cuenta que en su juventud se dedicaba a la agricultura. Foto: Rodolfo Párraga / El Telégrafo

DATOS

En Cárcel, en 2015 el millar de ladrillos bajó el precio a $ 70. En 2014 tuvo un mejor valor y los clientes llegaron a cancelar por el millar entre $ 80 y $ 90.

Al llegar diciembre, la fabricación de ladrillos entra a un receso por el invierno. No obstante, cada propietario multiplica antes la producción y para tener ingresos en los primeros meses del nuevo año.

La fabricación se retoma una vez que ha pasado el temporal. Este oficio es el que predomina en la localidad, cuyo acceso es por la vía a La Pila de Montecristi. A pocos metros del ingreso a Los Bajos.

Las calles de los 3 Cárceles serán mejoradas. El objetivo del Municipio del cantón es que los habitantes cuenten con caminos de primer orden y estar preparados ante la presente estación invernal.

Un total de 17 kilómetros de vías serán intervenidas para adecentar los sitios que antes eran intransitables, afectando a quienes salen a adquirir los productos de primera necesidad, sobre todo en tiempos de lluvia. La inversión es de $ 342 mil en este proyecto, y se prevé concluirlo pronto.

En Cárcel no solo sus habitantes viven de la fabricación del ladrillo. Aquí también se levantan tagueras; asimismo hay familias como en Eloy Alfaro que se dedican a elaborar dulces llamados empolvados, para venderlos en las distintas fiestas y eventos.

En la producción de tagua también hay un receso de varios meses, porque las fiestas en los pueblos inician en mayo con la conmemoración de Las Cruces y concluyen en noviembre.

Otro de los ingresos de los habitantes de las tres comunidades es la cría de animales, ya sean cerdos, gallinas o chivos.

Los habitantes de Cárcel se sienten seguros. Manifiestan que es un sitio tranquilo, de gente trabajadora. Foto: Rodolfo Párraga / El Telégrafo

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